NARCOTRÁFICO

Marihuana sevillana para financiar el crimen organizado

En los últimos cinco años, la Guardia Civil constata una evolución de los cultivos domésticos de cannabis en la provincia a plantaciones industriales explotadas por grupos organizados

Un guardia civil en una plantación de marihuana EFE

SILVIA TUBIO

Un informe de la Guardia Civil alertaba por primera vez a la Fiscalía General del Estado del incremento de los cultivos domésticos de marihuana en el año 2013, especialmente en Andalucía. Una actividad que había resucitado con fuerza a raíz de la crisis. En ese momento, los cuerpos policiales se enfrentaban a pequeñas parcelas, de escasa envergadura, que en muchas ocasiones las intervenciones policiales acababan en archivos judiciales porque era complicado acreditar que detrás había un negocio y no una vía para el autoconsumo.

En su última memoria la Fiscalía analiza con preocupación este fenómeno, subrayando el incremento de un 90% de las plantaciones decomisadas en el territorio nacional. En la Comandancia de la Guardia Civil de Sevilla , el equipo antidroga (EDOA) de la Benemérita ha visto cómo en los últimos cinco años se ha transformado el negocio del cannabis en la provincia. Los cultivos están creciendo en tamaño, los medios de explotación se han profesionalizado y los beneficios por la venta de la marihuana están pasando de manos de productores domésticos que buscaban unos ingresos extras a organizaciones que se financian con un producto muy demandado en Europa.

Según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías , el cannabis lo consumió en 2016 una población de 23,5 millones de europeos entre los 15 y los 64 años. El mercado de consumidores se dispara a los 87,7 millones de europeos que la han probado a lo largo de su vida. Es la droga más demandada en el viejo continente; lo que ha propiciado, señala el citado Observatorio, «un viraje a la producción interior».

La marihuana es la droga más demandada de Europa con un mercado de consumidores de 23,5 millones; lo que ha favorecido un viraje a la producción interior en detrimento de la importación

El sur de España, por las condiciones climatológicas similares a la del principal productor mundial de cannabis (Marruecos), resulta idóneo para instalar estos cultivos. Como zona de producción de marihuana, España concentra, junto a Francia y Reino Unido, más del 60% de la droga que se retira del mercado en Europa. Precisamente en Inglaterra y el país vecino se sitúan dos de los destinos de la marihuana «made in Sevilla», como revelan recientes operaciones de los cuerpos policiales.

En febrero de este año, la Udyco localizaba en una vivienda de Alcalá del Río el almacén de marihuana recolectada de una organización china. Catorce individuos fueron apresados. La droga la ocultaban en calentadores de agua que enviaban a través de una empresa de mensajería al Reino Unido. Fue esa empresa, con sede en Cataluña, la que dio la voz de alerta al detectar el fuerte olor que desprendía un paquete.

Los cultivos de interior desmantelados están equipados con costosos equipos electrónicos ABC

Epicentro de las plantas «made in Sevilla»

¿Pero dónde se ubican exactamente los cultivos de marihuana en la provincia? El jefe del EDOA del Instituto Armado señala en el mapa una zona concreta en la comarca del Bajo Guadalquivir y que incluye los términos municipales de Los Palacios, Las Cabezas, Lebrija y Utrera . La marihuana que se paga a un precio más alto es la que se cultiva al aire libre; por eso las organizaciones buscan parcelas donde cultivar variedades muy potentes como la denominada Amnesia. Normalmente alquilan a buen precio, pero también están interesados en la compra de terrenos porque saben que están ante un negocio floreciente.

En una de las últimas operaciones del EDOA , que acabó con el arresto de un clan familiar de Utrera que vendía importantes cantidades de marihuana a traficantes extranjeros, los investigadores, respaldados por la Fiscalía Antidroga, comprobaron cómo este grupo se estaba haciendo con numerosas parcelas de Huelva, Sevilla y Cádiz. Una de ellas fue noticia el pasado verano cuando fue desmantelada. Era la más extensa jamás intervenida en Andalucía. 65.000 plantas que crecían al aire libre en la localidad onubense del Cerro del Andévalo .

E l cultivo al aire libre es el más preciado pero también el que entraña más riesgos. De ahí que también hayan proliferado otros dos tipos de cultivos: los de invernadero y los de interior. Los segundos se ubican preferentemente en viviendas desocupadas y una misma organización puede controlar decenas de inmuebles. Si se desmantela un cultivo el resto sigue produciendo.

Imagen aérea tomada por la Guardia Civil de un invernadero de marihuana en Utrera ABC

Los cultivos domésticos que se instalan en pisos suelen dejar un rastro que acaba por condenarlos como es el aumento del consumo de energía eléctrica . Las plantas necesitan de mucha luz y ésta procede de focos. Sin embargo, las bandas organizadas están buscando soluciones para sortear estos problemas y esquivar a los cuerpos policiales. «No hace mucho intervinimos un potente generador que funcionaba las 24 horas de día». Este año, en una cuadra de La Puebla de Cazalla , en la Sierra, los agentes de la Benemérita requisaron un equipo eléctrico de 150.000 euros que daba luz a un sofisticado cultivo camuflado en el interior de unas caballerizas.

«Los gallitos bien pelaitos» como definía una banda desmantelada a la droga recolectada se vende a 1.000 y 1.200 euros el kilo. La que se cultiva en el exterior es la más preciada

Esa tecnificación y modernización de los cultivos son evidencias de que detrás hay bandas con capacidad económica que han visto en la marihuana una actividad que les reporta importantes beneficios. No sólo la demanda de consumo es alta, también el precio es competitivo. En estos momentos se está vendiendo el kilo recolectado («los gallitos bien pelaítos» como definía los cogollos de cannabis una banda de Sevilla) a 1.000 y 1.200 euros . Ese valor llega a quintuplicarse en destinos finales como Polonia.

De origen polaco eran cinco de los ocho detenidos en la operación Naranjal, ejecutada en abril. La Guardia Civil llegó al centro de operaciones de este grupo criminal, situado en una nave de Camas . Allí preparaban la mercancía recolectada en el campo sevillano para enviarla en camiones a Polonia. El nivel de sofisticación era alto. Las bolsas donde iba la droga empaquetada llevaba balizas para conocer en todo momento su ubicación .

Más violencia

Además de la capacidad logística de esta organización, a los investigadores les llamó la atención las medidas de seguridad que adoptaban los detenidos. La nave estaba siempre vigilada por un antiguo boxeador polaco que iba armado con una escopeta. «En una de cada tres operaciones que desarrollamos nos encontramos con armas de fuego», confirma el jefe del Edoa.

La proliferación de estos cultivos ha traído un aumento de la competencia y la aparición de bandas que, al igual que el negocio del hachís, se dedican a robar la mercancía de otros traficantes. El resultado no es otro que el incremento de la violencia , admiten desde la Guardia Civil. El pasado año, la marihuana ya se cobró la vida de un joven de 25 años que trató de asaltar una finca de Utrera. Los dos guardeses que custodiaban la plantación le dispararon con una carabina manipulada y murió días después en el hospital.

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