Violetas de Sor Ángela en un año raro

La pandemia modificará el rito del homenaje popular a Santa Ángela el 2 de marzo. Este año será diferente pero no faltarán la devoción, el cariño ni las violetas de la humildad

Sobre estas líneas una imagen de las Hermanas de la Cruz ABC

Gloria Gamito

El 2 de marzo, el día que falleció Santa Ángela de la Cruz en 1932, hace 89 años, es la jornada anual más multitudinaria que concita su figura, junto al 2 de agosto, día de la fundación de la Compañía de la Cruz en 1875, el 5 de noviembre y el 4 de mayo, fechas de su Beatificación y Canonización, respectivamente. El 2 de marzo es un día escrito con letras de oro en el corazón de sus devotos, no necesita aviso y muchos años, como en 2021, forma parte de los actos de Cuaresma.

Hoy no se podrá visitar el cuarto donde expiró la fundadora de las Hermanas de la Cruz. Las medidas anti-covid no permiten las largas colas que suban hasta el primer piso para rezar ante la tarima donde murió, ni pasar por ellas las violetas y contemplar sus objetos personales. Tampoco la Casa Madre estará abierta durante todo el día como siempre. Se mantendrá el horario normal de visitas a la capillita donde se veneran el cuerpo incorrupto de Sor Ángela y los restos mortales de Santa María de la Purísima, de nueve de la mañana a una de la tarde y de cuatro a seis de la tarde, siempre de acuerdo al aforo permitido. Se aprovechará la separación que divide los escalones y la rampa para que el acceso y la salida de la capillita estén alejados.

Lo que sí será como todos los años es la entrega de violetas y estampas . Como al cuarto no se puede subir serán las Hermanas quienes pasen las violetas antes de ofrecerlas a los devotos. Estas flores de la humildad, la virtud que define a Sor Ángela y a las Hermanas, proceden en su mayor parte de las casas de Sevilla Este donde las plantan y cuidan con esmero para que no falten en este día tan señalado. A las ocho menos cuarto de la mañana se permitirá la entrada a la misa de comunidad donde los fieles ocuparán bancos y sillas en la capilla grande y también la capillita de las Santas, pero respetando el aforo permitido, que es más bien pequeño.

Coronavirus

Gracias a Dios ya solo es un recuerdo el mes en el que la Casa Madre estuvo confinada por el brote de coronavirus que llegó a afectar a 83 religiosas , modificó la vida de la comunidad e impidió a las Hermanas atender a los pobres y enfermos.

La alarma saltó el 7 de octubre cuando unas 40 religiosas estaban contagiadas. El edificio se dividió en dos y quedó cerrado a cal y canto. Miles de sevillanos rezaron para que las religiosas se recuperaran y llenaban la puerta de flores, cartas y cariñosos dibujos de niños muy preocupados por su salud.

En los primeros momentos una Hermana respondió a ABC: «Esta enfermedad es la cruz del mundo y nosotras somos las Hermanas de la Cruz». Era lógico que enfermaran, porque ellas están muy expuestas, trabajan en primera línea de fuego . Y así lo han hecho en todas las epidemias que ha sufrido Sevilla en los 145 años de la Compañía , también en las riadas del Guadalquivir, y cuando se las ha necesitado. Ellas no fallan. El arzobispo, monseñor Juan José Asenjo, el 23 de octubre dio las gracias en nombre de las Hermanas por las oraciones de los sevillanos y dijo que habían pedido que se siguiera orando por ellas para que pronto pudieran atender de nuevo a los enfermos y a los pobres, conforme al carisma del Instituto.

El día 5 de noviembre, festividad de Santa Ángela, las Hermanas fueron dadas de alta, aunque la Casa Madre aun siguió cerrada hasta que poco a poco fue recuperando su actividad y se abrió al público la capillita de Santa Ángela y Santa María de la Purísima. Actualmente ya las Hermanas de la Cruz y las ancianas de la residencia han recibido las dos dosis de la vacuna. Las hijas de Sor Ángela atienden sus obligaciones con los pobres y enfermos y hacen sus rondas pidiendo limosnas por la ciudad con prudencia y tesón, intentando llevar el mensaje de Dios a un mundo herido por la pandemia y por la pobreza.

Un día distinto

Este 2 de marzo será distinto pero en lo esencial igual porque nos conduce a venerar a Santa Ángela que iluminada con la sabiduría de la Cruz quiso hacerse pobre con los pobres en los que veía el rostro de Jesús y se crucificó «enfrente y muy cerca» del Señor en el Calvario.

Hace 89 años, cuando murió, cientos de ciudadanos desfilaron ante su cuerpo, que no sufrió rigidez ni descomposición, por admiración a su vida de santidad y por su legado, las Hermanas de la Cruz, ángeles de este mundo. Desde entonces sabiendo que era santa aunque Roma no se pronunció hasta cincuenta años después, miles de sevillanos y devotos lo hemos seguido haciendo en una rueda infinita de peticiones y agradecimiento por sus favores, por sus milagritos de Madre.

También el 2 de marzo nos propone a Sor Ángela como ejemplo de todas las virtudes, especialmente de la humildad, porque «sin humildad no hay santidad». Humildad que siempre va unida a la alegría de amar a Dios pase lo que pase: «Nuestro Señor quiere servidores generosos que lleven su cruz con garbo y reciban sus regalos, que todos están incluidos en su Cruz, con gozo espiritual». Un aniversario extraño y diferente a los vividos en el que no faltarán la devoción ni las violetas, las flores de la humildad, las flores de Santa Ángela.

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