Violencia Machista

Los otros ángeles custodios de Sevilla

La Policía Nacional condecora este miércoles a dos agentes que le salvaron la vida a una mujer, cuya expareja le había drogado y había agredido sexualmente durante horas

A la izquierda y derecha los agentes que van a ser condecorados; en el centro el agente protector de la víctima ABC

Silvia Tubio

La violencia machista suele ser noticia cuando matan a una mujer. Pero rara vez se cuenta cuándo la víctima salva la vida y consigue salir adelante. Buena parte de culpa la tienen los agentes protectores, miembros de los cuerpos policiales a los que les asignan los casos de mujeres con órdenes de protección . Están en contacto con ellas a través de un móvil abierto los 365 días del año, las 24 horas. No hay desconexión posible. Estos funcionarios sí se llevan el trabajo a casa y asumen que en cualquier momento , en una boda , en la playa o cenando con sus hijos, les puede sonar el teléfono y llegarles la petición de auxilio de la víctima. Si por un casual no cogen el teléfono a la primera, se les disparan las alarmas. Es una presión constante.

Uno de esos servicios que tuvieron un final feliz, dentro de un contexto terrible, será premiado este miércoles durante la celebración de los patrones de la Policía Nacional , los Ángeles Custodios. La ceremonia tendrá lugar en Fibes y entre los condecorados estarán dos policías de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) que el pasado 7 de diciembre rescataron a una mujer de una muerte segura. Cuando entraron en su casa, la hallaron sin pulso, tumbada en la cama y semidesnuda. Su agresor, que es también su exmarido, estaba escondido en el hueco de un armario. Horas antes se había colado a la fuerza en su casa, la había drogado y la estuvo violando de manera salvaje durante horas. Ocurrió el pasado 7 de diciembre en un barrio de Sevilla que no se identifica para salvaguardar la integridad de la agredida.

La víctima entró en el sistema de vigilancia en 2014, cuando el juzgado acordó medidas de protección. Había denunciado a su exmarido. Desde entonces éste se ha dedicado a incumplir sistemáticamente las órdenes de protección. «Está obsesionado con ella», señala una de las policías que intervino aquel día de manera providencial. Por citar uno de esos quebrantamientos flagrantes, una semana antes de los hechos, acababa de salir de prisión por haber violado una orden y la misma tarde se acercó a la vivienda de su expareja. Fue detenido pero quedó en libertad con cargos. Alegó que no sabía que había sobrepasado la frontera de los 300 metros. Y el juez le creyó.

El infierno de esta mujer no acaba ni cuando al agresor lo envían a prisión. «Desde la cárcel la llama, le envía cartas, le manda recados con otros presos», señala su agente protector, quien aquel día no estaba de servicio pero elevó el riesgo de la víctima que tiene asignada para que ante cualquier indicio sospechoso, sus compañeros actuaran.

Los agentes protectores llevan un teléfono móvil los 365 días al año, las 24 horas. Es el hilo de comunicación con las víctimas que tienen asignadas

Fue el hijo de la víctima quien llamó al 091 después de presentarse en casa de su madre y no poder abrir la puerta. «Estaba atrancada. Pero veía las luces encendidas». Esa misma mañana una de las policías que va a ser condecorada había hablado con ella. «Cuando nos llegó el aviso de sala, les dijimos que intervinieran los bomberos». Y así fue. Tras reventar la puerta los bomberos, los servicios sanitarios estuvieron una hora reanimando a la víctima mientras que reducía al agresor. Éste se había avalanzado sobre uno de los policías. Cuando le preguntaron qué le había dado a su exmujer, sólo repetía: «Hemos estado haciendo el amor durante horas». En la casa, los agentes encontraron restos de sangre , indicios de la brutalidad ejercida contra la mujer.

Los dos agentes que van a recibir la medalla la comparten con todos sus compañeros de unidad, muy especialmente con el funcionario que tiene asignada a esa víctima y que les acompaña en la entrevista. Su seguimiento del caso fue clave. «Esto es un premio colectivo». El compañerismo es fundamental cuando la carga de trabajo es tan elevada. De media los agentes de la UFAM de la Policía Nacional de Sevilla tienen adjudicada la vigilancia de unas 120 mujeres cada uno. Por ahora este año no se han registrado en la capital hispalense víctimas mortales. «Nos gusta pensar que sin nuestro trabajo esas cifras serían peores. Pero en esta lucha entran muchas variables». A la hora de elegir esta especialidad tan sacrificada, todos coinciden en la vocación por frenar esta lacra social. Ellos son los ángeles custudios.

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