Reloj de arena

Vicente El Traga: Noches de bohemia

La taberna del Traga era uno de los pocos locales de la Sevilla de los sesenta donde la vida no era en blanco y negro

El traga con Ava Gardner Archivo Familiar Juana Rodríguez Seades

Félix Machuca

Rinconete y Cortadillo , que tuvieron sus oficinas muy cerca de la taberna del Traga , allá por gradas, a un naranjazo de la calle Fernández y González , acudían todas las noches al barullo del crapuleo bajo sus respectivas máscaras y simulaciones: señoritos, bufones, aristócratas, bohemios, vivalavirgen, pagafantas y ciudadanos corrientes y molientes con ganas de divertirse. La taberna del Traga, mote que se ganó de pequeño en un bar muy torero de Arfe, dada su inquebrantable costumbre de jamarse las tapas que iban saliendo de la cocina, era uno de los pocos locales de la Sevilla de los sesenta donde la vida no era en blanco y negro. Todo lo contrario. Aquello tenía el peligro de las vespas en las curvas y el color verde del pecado de la noche. Verde como los ojos de Ava Gardner y curvas tan peligrosas como la de la cuesta de la Media Fanega. Desde el Alfonso XIII enviaban para aquel ministerio de la picardía a turistas deseosos de un vaso largo lleno de luces de bohemia. Se registraron comas etílicos a los que bien les pudo dedicar Chavela Vargas su discografía…

A Mel Ferrer , el actor de Hollywood, le presentaron a Joseliqui como un prometedor novillero que sería figura; Peter O’Toole imitaba a los bocoyes y salía rodando de la tasca impelido por la gravedad de unas curdas muy cinematográficas; el Loqui , Silvestre y Joseliqui eran fijos en los carteles del circo donde se despatarraban los señoritos guasas. Lo del amanecer en la draga donde trabajaba Silvestre fue apoteósico...

Convergieron al final de la juerga en la tasca, con el alba besando el río, un famoso bodeguero, una marquesa envuelta en visón, El Traga y Silvestre tocando la trompeta con su mano, cosa que hacía divinamente. La marquesa tenía una hermosa vida interior. Marilyn para dormir solo se ponía Chanel número 5; la aristócrata para no dormirse no se ponía otra cosa debajo del visón que su piel de pecadora. Se desconoce cómo terminó aquella singladura. Quizás abordando al visón. Paco Palacios, Paco Gandía y Gutiérrez el guitarrista, tenían en aquella taberna su agencia de representación, dirigida por un Manolo Rubio con más peligro que Maradona en Colombia. Y en mitad de toda esta sociología que era la viva representación del «dramatis personae» de una comedia bárbara de Valle, se alzaba una columna. Una columna de mármol. Quizás vestigio ancestral del patio de Monipodio para el que trabajaron Rincón y Cortado. Y en esa columna había firmas más prestigiosas que en el «New York Times». Os lo aseguro.

Tirando de memoria, Juana Rodríguez Seades , sobrina de Vicente, recuerda rúbricas de Hemingway , de Antonio Ordóñez , de Bienvenida , de Mel Ferrer , de Orson Wells , de los entonces aún príncipes Juan Carlos y Sofía , de Curro Romero , de Diego Puerta , de Paco Camino , de Manolo Vázquez . ¿Y no estaba la firma de aquella a la que llamaron el animal más bello del mundo? También estaba la de Ava Gardner . La única mujer que se llevó al Traga lejos de su tasca. Sin despedirse ni peinarse. Sin avisar. Como el que sale por tabaco y dice ahora vuelvo y no vuelve ni la cara porque lo que le interesa y apasiona es lo que le espera. Y le esperó una turné con la Venus de Mogambo, aquel ardor salvaje en la ingle de África, de la que se enteró la familia del Traga porque al cabo del tiempo envió a la casa una caja enorme con juguetes para sus sobrinos. Con una nota muy escueta: Estoy de turné con Ava Gardner. Dominguín , que tanto entregó con la insaciable protagonista de «La noche de la iguana», se quedó boquerón sin vinagre en una Feria. Vicente le aflojó cien mil de las de entonces. Pasaba el tiempo y no le devolvían el anticipo. El Traga jamás se angustió. Ya pagará, decía con infinita confianza en el amigo. Un día, sin que mediara correo, se presentó ante Vicente un tipo enviado por Dominguín, que le devolvió el dinero, pero multiplicado por dos. Dejándole doscientas mil del ala de puro agradecimiento.

Los Guardiola hablaron con Vicente para que les apañara una fiesta con Paco Gandía, El Pali y Gutiérrez el guitarrista. Pero Gutiérrez se perdió. Llegó tan tarde que Vicente le dijo que dónde se había metido. Y Gutiérrez reveló que había ido al cuartel a ver a su hijo que estaba haciendo la mili. Eran las 11,30 de la noche. Y Paco Gandía, con toda la guasa del mundo le dijo al guitarrista: ¿Gutiérrez tu hijo está haciendo la mili en el Soria 9 o en La Trocha? De aquel tiempo de señoritos, niñas y golfos vestidos como el hermano de la reina Fabiola quedan relámpagos en la memoria. Esa que tantas veces se perdía en las noches de bohemia de una tasca para vivir en cinemascope y technicolor...

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación