Patrimonio arquitectónico

Los Venerables, la catalogación monumental de hace 50 años que lo salvó de ser un hogar del pensionista

En 1970, cuando el Gobierno lo declaró monumento histórico-artístico, albergaba el museo de las cofradías de Sevilla y se acariciaba la idea de convertirlo en un asilo

Una hermosa imagen del patio con su fuente en el centro de la escalinata de ladrillos y azulejos Juan Flores

Javier Rubio

Por increíble que nos parezca cincuenta años después y el choque a nuestra actual sensibilidad con el patrimonio histórico, la noticia de la declaración del Hospital de los Venerables Sacerdotes como monumento histórico-artístico no tuvo honores de titular en el número de ABC de Sevilla del 19 de diciembre de 1970 . El mérito de encabezar la página 33 de aquel día con la reseña del Consejo de Ministros le correspondió a «Don Luis Arroyo Aznar , jefe de la representación consular y comercial en Bulgaria».

En aquella misma reunión del Ejecutivo se aprobó un decreto para la expropiación forzosa de varias fincas rústicas enclavadas en el recinto de Itálica . La larga mano de Florentino Pérez Embid como director general de Bellas Artes se advierte detrás de las disposiciones administrativas para preservar el patrimonio hispalense. Desde Sevilla, el mayor defensor de la declaración fue el profesor Diego Angulo Íñiguez , especialista en Murillo, tan ligado a la historia del edificio. Angulo había estudiado el edificio y había preparado toda la documentación para que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando elevara su propuesta a la Comisión Central de Monumentos. El 18 de diciembre, finalmente, se aprobaba su catalogación.

Pero la firma del general Franco como presidente del Gobierno y del ministro Villar Palasí como responsable del departamento de Educación y Cultura era sinónimo de protección legal pero no efectiva . El Hospital de los Venerables se había convertido en sede del museo de la Semana Santa de Sevilla en 1965 , siendo bendecidas sus instalaciones el 15 de agosto, día de la Virgen. Pero, en realidad, nadie sabía qué hacer con el espléndido edificio levantado por Leonardo de Figueroa , arquitecto culminante del Barroco hispalense.

El hospital lo había fundado en 1675 el canónigo Justino de Neve , albacea de Murillo, al que le había encargado las pinturas de la Catedral y de la iglesia de Santa María la Blanca. Diputado para las fiestas de canonización del Rey San Fernando , pondrá bajo su patrocinio la iglesia del hospital donde los venerables sacerdotes pasaban sus últimos años: una especie de casa para el retiro de presbíteros como la actual de la calle Becas «avant la lettre».

Corral de Doña Elvira

El arzobispo Ambrosio Spínola ; Juan Antonio Ramírez de Castellano ; el almirante general de la Flota de Indias, Pedro Corbete y Cea ; y el mencionado Justino de Neve le compraron el terreno donde se iba a levantar a Pedro Manuel Colón y Portugal , duque de Veragua, descendiente del Almirante de la Mar Océana.

Ocupaba el solar del viejo corral de comedias de Doña Elvira –la de la turística plaza vecina en su honor en el barrio de Santa Cruz– y las obras concluyeron en 1697. El elemento más característico es el patio central, rodeado de arquería por sus cuatro frentes, y con una fuente a la que se desciende por una escalinata concéntrica de ladrillos rojos y azulejos de olambrilla que descienden a la cota más baja. La fuente, única en su especie en Sevilla, viene a ocupar la hondonada del corral de comedias.

La fastuosa decoración de las capillas laterales de la iglesia de los Venerables Juan Flores

La iglesia es un joyel del Barroco sevillano: Valdés Leal, Virgilio Mattoni, Martínez Montañés, Duque Cornejo, Pedro Roldán, Herrera el Viejo y Murillo –su «Inmaculada de los Venerables» que Petáin devolvió a Franco en 1940 y que se exhibe desde entonces en el Prado– contribuyeron a convertirla en un ejemplar único.

Residencia de ancianos

Pero en los años 70, recién catalogado como monumento, nadie sabía qué hacer con el inmueble . A mediados de esa década se cerró el museo de las cofradías y se planteó nuevamente el destino del Hospital de los Venerables. El 13 de mayo de 1973, el ministro de Trabajo, Licinio de la Fuente , había acordado con la Diputación de Sevilla que presidía Mariano Borrero Hortal , construir doce residencias de ancianos en la provincia. Las seis de la corporación provincial correrían a cargo de la obra social de la Caja San Fernando, de la Diputación.

La reforma para convertir los Venerables en hogar del pensionista iba a costar doce millones de pesetas (72.000 euros al cambio en moneda constante) y mantendría la estructura básica y el uso como residencia de sacerdotes ancianos. Su reconversión buscaba evitar su ruina, lo mismo que su declaración como monumento buscaba evitar el desventramiento del inmueble o incluso su derribo como había pasado con otros palacios y edificios singulares de la ciudad. Pero todavía quedaban muchos capítulos por escribir antes de que se salvara.

En noviembre de 1975, con Fernando Parias de alcalde, la Comisión Permanente municipal tuvo conocimiento de una modificación en los planos originales para su conversión en asilo. Pero la escasez de fondos y el traspaso de competencias en pleno ajuste del Estado autonómico dio al traste con aquel proyecto.

Los Venerables seguía languideciendo salvo unas pocas semanas al año en que lo usaba la Universidad Internacional Menéndez Pelayo que dirigía Santiago Roldán para sus cursos de otoño. Aquí fue donde Jorge Luis Borges ofreció su memorable conferencia de septiembre de 1984.

La salvación definitiva vino de la mano de la fundación Focus , gracias al acuerdo firmado con la Hermandad de los Venerables Sacerdotes en el Palacio Arzobispal de Sevilla el 9 de julio de 1987 . Las obras duraron cuatro años hasta que se pudo inaugurar el 5 de noviembre de 1991.

Andando el tiempo, acogerá los velázquez sevillanos después de la compra en puja a la llana del «Santa Rufina» atribuido al genio sevillano . Desde entonces, la Fundación Focus ha programado 34 exposiciones en su sede.

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