Álvaro Domecq Romero. Rejoneador y ganadero

«Sin bravura, el toreo a caballo pierde el interés porque no emociona al tendido»

El empresario recuerda su gran espectáculo «Sinfonía a caballo» que creó para la Expo 92

El ganadoro Álvaro Domecq JUAN FLORES

E. MARTOS

Álvaro Domecq Romero (Jerez, 1940) ha sido todo en el mundo del caballo. Su influencia cambió por completo los conceptos de la hípica y convirtió a la raza española en un referente mundial. Hoy estos ejemplares son admirados y apreciados, alcanzando los más altos estándares y convirtiendo las grandes citas como el Salón Internacional del Caballo de Sevilla (Sicab) en referencias obligadas.

Este año se han cumplido 25 años del espectáculo «Sinfonía a caballo» que creó para la Expo 92 y que fue la gran carta de presentación de la raza española. ¿Qué supuso aquello?

Siempre tuve el sueño de tener una escuela de buenos jinetes y buenos caballos. Con motivo de la Expo de Sevilla, actuábamos en esa maravillosa plaza de la Maestranza. Fue para mí un sueño hecho realidad.

Su trayectoria cambió por completo el concepto de la doma. Nadie entiende hoy los conceptos de la hípica sin su figura. ¿Le ha quedado algo por hacer?

El caballo español es un animal de gran belleza, sus movimientos, su inteligencia, su fuerza, me hicieron crear una gran equitación. Lo llevamos fuera con actuaciones en el Madison Square Garden, de Nueva York; Chicago; México; Venezuela, donde inauguramos un gran poliedro; Argentina y toda Europa. En cada sitio conocí a muchos hombres del caballo, que se admiraban de la alta escuela del caballo español. Fuimos también a olimpiadas de las que tenemos de recuerdo las medallas de plata y bronce.

El caballo español ya se promociona bajo la marca España. ¿Lo considera un acierto o podría perderse la esencia de lo que significa?

J. F.

No creo que haya nada mejor que la marca España y que nuestro caballo español sea único en inteligencia, en sus movimientos y en su belleza. Yo tuve la suerte de ver mis caballos en el Recreo de las Cadenas de Jerez con el espectáculo «Cómo bailan los caballos andaluces». Es un honor trabajar en un palacio, en un picadero de envergadura, supone un lujo para un jinete. Pero un día, cuando trabajábamos en el picadero, llegó un señor que me dijo: «yo soy el nuevo director». Allí se acabaron mis sueños, y muchos pensamientos que tenía para la gran escuela que en ese momento dirigía.

La prohibición de los toros en plazas señeras como la de Barcelona debió ser un durísimo golpe. ¿Qué recuerdos conserva de aquellas tardes en la Monumental?

El rejoneo me dio mucha fuerza y tuve la posibilidad de recorrer el mundo taurino. Barcelona fue mi plaza, toreé 120 corridas. En la puerta del hotel por la mañana veía los tranvías con el anuncio de mi nombre en la corrida de la tarde. Gracias también a la familia Balañá, pude torear esas 120 tardes.

¿Cree que ese tipo de medidas en Cataluña tiene más de político que de conciencia animalista?

Pues seguramente, pero da pena que esa maravillosa ciudad tenga dirigentes un poco locos.

El toreo a caballo tuvo su gran momento en los noventa, pero ahora parece haber perdido terreno. ¿Considera que es una cuestión temporal o realmente puede estar en peligro?

He estado muchos años en el torero a caballo. Hay que tener un gran caballo pero también grandes toros, que embistan fuerte y rápido para que la emoción llegue al tendido. Sin bravura, el toreo a caballo pierde interés.

¿Qué nombres le llaman la atención actualmente en el mundo del toreo a caballo?

Cuando llegué a Portugal, que es la cuna del rejoneo, todo el mundo hablaba de Nuncio, Simao Vega, Ribero Telles y de mi padre, que también toreó con ellos. Yo toreé allí muchas corridas frente a Mestre Baptista. Tuve muchos éxitos con dos grandes caballos, Triunfo, hijo de Espléndida y Universo. Fue para mí una gran etapa. Después he toreado con grandes competidores, Ángel y Rafael Peralta, Lupi, Manuel Vidrie, Fermín Bohórquez, Ignacio Vargas, donde pude superarme en este arte. También he tenido admiración por Luis y Antonio, que para mí y para mi padre tenían unas cualidades en el torero que nos llenaban de orgullo.

Qué espera de esta edición de Sicab?

Asistí al primer Sicab, una obra de doña Carmen Martínez de Sola. Todos los que han trabajado en esa institución han empujado el mundo del caballo, es el mejor exponente y este año volverá a ser un éxito.

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