La Sevilla vaciada por el coronavirus: el éxodo de la capital ya es una realidad

La poca actividad matinal en el Centro de la ciudad se tornó por la tarde en atascos hacia las playas

Coronavirus en directo, España en estado de alerta

El Archivo de Indias y el Alcázar amanecieron cerrados este viernes Raúl Doblado

Jesús Bayort

Amaneció nublado en Sevilla. Viernes gris. Cárdeno como el pavimento, únicas vistas en el horizonte de cada barrio. Ni rastro del habitual trasiego en una jornada laboral. La calle Feria estaba despoblada . El pánico cundido en la calle no pareció trasladarse a su mercado de abastos: fruterías y carnicerías rebosaban . Dos aspectos destacables: no sólo se vende papel higiénico y el colapso en las grandes superficies nos devuelve a los comercios primitivos.

La marcha continúa por la Alameda . Hércules y Julio César contemplan la única actividad en su plaza: los baldeos de Lipasam. No sólo ellos agradecerán su desinfección . El goteo de gente empieza una vez encarrilada la calle Trajano, donde un camión de mudanzas vacía la última planta del edificio de Comisiones Obreras.

Entramos en carrera oficial. Hay movimientos por el Duque, pero nadie se para. El mercadillo bajo los dominios de Velázquez está dispuesto, aunque sus comerciantes se miran las caras. Juan Ferrer va a cumplir cuarenta años con su puesto de artesanía de cuero. No recuerda una situación igual: «Sí que hemos vivido dos etapas complicadas tras la Expo y después de esta última crisis, pero ambas eran económicas. Ahora están empezando a faltar los turistas , que son nuestros principales clientes».

La calle Sierpes es la antagonista de la Ancha de la Feria. Tiendas vacías y la vía llena . Nadie se sorprende a estas alturas que los comercios vitales para la vida cotidiana sean los únicos confluidos. Los músicos callejeros han desaparecido. El hilo musical de la zona ahora corre a cargo del montaje de los palcos de la plaza de San Francisco.

Llegamos al foco turístico de la jornada: la Catedral está abierta . Una larga cola espera junto a sus dominios. Los extranjeros se quejan a las puertas del Alcázar y del Archivo de Indias . No parecen saber de qué va la cosa. La tienda de souvenir de la Plaza del Triunfo apuraba sus últimos coletazos.

Al otro lado de Mateos Gagos está el colegio de educación infantil y primaria San Isidoro , que consumía sus últimas horas de enseñanza. Su directora, Ana Palacio , se sorprendió cuando vio la escasa cifra de absentismo: «Estamos en torno a un 75 por ciento de asistencia . Esperábamos más ausencias». Asegura que la plataforma docente Séneca permaneció «colgada» hasta las 9 de la mañana: « No sabemos si nuestros profesores tienen que venir el lunes o cómo debemos compartir las enseñanzas vía telemática. Además que no todas las familias tendrán un ordenador en casa con videocámara para poder seguir ese ritmo del que hablan».

Prosigue la búsqueda de autóctonos: la delegación de Hacienda de la calle Tomás de Ibarra. Bingo, la agencia tributaria no entiende de virus . Los trabajadores aseguran que la jornada «se está viviendo con normalidad ». El escáner de seguridad no tiene tiempo de detener su cinta.

Atravesado el Arco del Postigo vuelve la solería. Ni rastro de la humanidad. La taquilla de Real Maestranza era el reflejo de la incertidumbre que reinaba en las calles. Mal momento para estar en pleno proceso de renovación y nuevas ventas de abonos. «Hasta el momento estamos teniendo buena demanda de renovación, todos traen dudas sobre qué pasará con la feria . Es cierto que ahora lo pueden hacer a través del banco y es una posibilidad por la que están optando muchos», explicó Alejandro Vegazo , taquillero de la plaza de toros.

El desierto en la taquilla era inversamente proporcional al atasco del Paseo de Colón. La salida desde Plaza de Armas hasta la A-49 era interminable. El audio que circula como la pólvora por las redes de « Cofrades, a la calle » se ha tergiversado: « Sevillanos, a las playas ».

La ruta acabó donde todo empieza: en San Lorenzo . Es viernes del Señor, pese a que todo fuera en tono grisáceo. Aunque apenas había fieles, la Basílica estaba repleta. Ahí estaba Él. Que mande fuerzas y valor a la Sevilla vaciada .

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