Sevilla

Santa Ángela de la Cruz, profeta en su tierra

Fe, confianza, fidelidad y amor forman parte de su herencia. Aunque murió hace 87 años, sigue viva en el corazón de Sevilla a través de sus hijas, las Hermanas de la Cruz

El cuarto donde murió Santa Ángela es visitado por centenares de personas cada 2 de marzo M. J. López Olmedo

Gloria Gamito

A las tres menos y veinte de la madrugada del miércoles 2 de marzo de 1932 murió Santa Ángela de la Cruz , rodeada del cariño de sus hijas tras nueve meses enferma. En junio de 1931, cuando se levantaba de la mesa del refectorio se desplomó a causa de una embolia cerebral y a finales de julio de ese año perdió el habla después de pronunciar las palabras del padre Torres Padilla : «No ser, no querer ser, pisotear el yo…».

Desde el día 2 hasta su entierro el sábado 5, miles de sevillanos de toda edad y condición acudieron a la capilla de las Hermanas de la Cruz a rendirle el último homenaje. El día 4 varios doctores reconocieron el cadáver y señalaron que no presentaba rigidez cadavérica ni signos de descomposición. y el Ayuntamiento republicano presidido por José Fernández de la Bandera acordó por unanimidad rotular con su nombre la calle Alcázares, en la que se ubica la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz. El sábado 5 Madre Angelita fue enterrada en la cripta del convento, gracias a una autorización del Gobierno porque las leyes de la República prohibían el enterramiento en sagrado. Desde entonces todos los años los sevillanos han acudido a esta cita homenaje que es la única ocasión en el año en que se puede visitar el cuarto donde murió.

Este aniversario es una jornada muy intensa de fe y de reconocimiento a la zapaterita santa que sigue viva en el corazón de los sevillanos. Es un día de grandes colas en el convento que en ocasiones llegan hasta su monumento junto a la parroquia de San Pedro. También de violetas, la flor de la humildad, y sobre todo de peticiones y agradecimientos a Sor Ángela. Los asistentes a esta cita entrañable, preludio este año de la Cuaresma, son andaluces y ciudadanos de comunidades como Extremadura y Castilla la Mancha, donde las Hermanas tienen conventos, pero sobre todo sevillanos de la capital y la provincia.

La capillita en la que se expone el cuerpo incorrupto de Sor Ángela y donde están los restos de Santa María de la Purísima, que diariamente visitan los devotos, rebosa de flores y macetas por la efeméride. Y todos quieren subir al cuarto donde se exponen los objetos personales de la santa sevillana y del padre Torres Padilla, cofundador con ella del Instituto de la Cruz y también camino de los altares. Objeto de especial veneración es la tarima donde murió que los fieles besan y por donde pasan las violetas y crucecitas de madera que reparten las jóvenes de los Grupos de Santa Ángela.

Es curioso como Sevilla, tan dual para casi todo, es unánime en su cariño y reconocimiento a Santa Ángela . La obrera sevillana que fue pobre con los pobres y veía en sus rostros el de Jesús, la joven que quiso construir un Calvario para estar «enfrente y muy cerca» de Cristo crucificado, porque su país era la Cruz, la fundadora de un Instituto, las Hermanas de la Cruz, que en su carisma aúnan la contemplación con la vida activa para ayudar a los enfermos y necesitados, dejó una gran herencia espiritual a sus hijas y a todos los cristianos. Este testamento, en forma de cuadrito, preside la sala de recreo de las religiosas en todas las casas de la Compañía de la Cruz.

Fe y confianza

Dice así el testamento espiritual: «Os dejo un tesoro que si lo conserváis nunca os veréis apuradas. Y después de cubrir todos vuestros gastos de pobres y niñas, os sobrará mucho y cada día seréis más ricas. Se compone este tesoro de la fe y la confianza».

Santa Ángela tenía una profunda fe que la ayudó a superar todos los inconvenientes que encontró para realizar la labor que Dios le encomendó. Así decía: «Con fe todo lo podemos, sin ella nada», y también «La vida es un día. Aviva tu fe. Te espera una felicidad eterna». Para Madre Angelita «esta virtud teologal es fundamento sólido de todas las demás virtudes». Así Ángela Guerrero no desfalleció cuando rechazada en las carmelitas descalzas y teniendo que abandonar el noviciado de las Hijas de la Caridad no sabe qué hacer para encauzar su vocación religiosa. También cuando siente la inmensidad de la Compañía que estaba gestando. Sin embargo nunca le faltó la fe. Refiere el padre José María Javierre, su biógrafo, en el libro «Madre de los Pobres» que un día se encontró con ella el padre Torres en la puerta de la Catedral y como saludo le dijo «Tienes más fe que Abraham». Fe tuvo y mucha. Pero la fe no camina sola. Va unida a la confianza, de ahí su testamento, y también a la fidelidad y no solo a aceptar, sino a desear la voluntad de Dios. Estaba segura de que Dios la amaba y decía: «Levantaría un altar a la voluntad de Dios».

Santa Ángela vivió la fe y la confianza al extremo, y por eso sacó adelante un Instituto por el que la Providencia de Dios vela desde sus inicios y los recursos, a través de bienhechores, nunca han faltado para atender material, corporal y espiritualmente a los pobres y enfermos que asisten. Suyos son estos consejos a sus hijas referidas a la confianza: «Pongan su confianza en Dios que os sacará de todo con facilidad», y «Os aconsejo que consideréis a Dios con el título de padre amoroso y verán como os llenáis de confianza».

Sor Ángela sigue viva en el corazón de los sevillanos. Por su santidad, por sus hijas las Hermanas de la Cruz, evangelio hecho carne antes en los corrales de vecinos y ahora en los barrios de Sevilla, y por su amor que se plasma en los grandes y pequeños milagros y favores que concede a los que la imploran. Hoy es día de colas, de bullicio, pero la Capillita que preside la Virgen de la Salud está siempre llena. Santa Ángela es profeta en su tierra.

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