LA CIUDAD INEVITABLE

Purga en el callejero sevillano: Hasta aquí llegó

La pretensión de volver a purgar el callejero por parte de IU suscita un hartazgo por la permanente revisión

Iglesia de San Gonzalo Google maps

Javier Rubio

Si el propósito de la moción de Izquierda Unida en la que pide despojar de su nombre en el callejero a diecisiete personajes de la segunda mitad del siglo XX es que se hable de ella, pues ya lo han conseguido. No se habla de otra cosa en la ciudad sino de cuándo van a sacar a Queipo de Llano de la basílica de la Macarena y cuándo se va a apear del nomenclátor a San Gonzalo , nombrado así porque el virrey de la Andalucía franquista lo tenía por onomástica y eso sí que es intolerable. Habráse visto. De momento, vamos a conservar el de Santa Genoveva en el Tiro de Línea porque la señora del general no hizo nada. Pero ya veremos si más adelante también toca revisar ese nombre, qué se habrán creído estos fachas. Bien, ya está. Los herederos del comunismo han rebuscado en sus papeles hasta dar con casi una veintena de nombres en el callejero que huelen a dictadura. Aunque sea de lejos. Y les ha salido Joaquín Romero Murube , por ejemplo, que como todo el mundo sabe era entusiasta a más no poder de Franco. Conviene recordar, a modo de apunte en su defensa, lo que dejó escrito el crítico Miguel García-Posada : «No fue fascista, aunque tuvo que vestir, como tantos, la camisa azul».

Romero Murube puede pasar por rara avis de aquella Sevilla , una especie autóctona que se cultiva en el parnaso literario hispalense que tiene en ese olimpo a Cernuda entre los muertos y a Aquilino Duque entre los vivos. Pero si todo lo que los izquierdistas le pueden echar en cara es que fue falangista y se bordó en rojo el escudo del «cangrejo», aviados vamos. Porque, entonces, si estos muchachos internacionalistas y alternativos se erigen en tribunal inquisidor de las ideas que franquean el acceso al callejero, otros pueden tomarse la libertad en sentido contrario y exigir, con el mismo desparpajo que exhiben , que se les despoje de su calle a políticos que sostuvieron regímenes criminales como el soviético. No hay miga suficiente para tragarse ese pan por muy bien que lo amasen en la calle Feria.

Pero si convenimos en que las ideas que cada cual profese no son motivo suficiente para excluir a nadie de los honores de la ciudad, entonces habrá que transigir con que en el callejero figuren nombres con convicciones distintas a las nuestras pero que se merecen su sitio destacado por lo que hicieron en el desempeño de sus vidas o los cargos que ocuparon. Romero Murube o Pemán o Ruiz de Alda son de esta clase de personajes históricos con los que uno no tiene por qué estar de acuerdo con sus ideas para admirar las cotas que alcanzaron como escritores o aviadores. Pero es que otro tanto cabría decir, por ejemplo, de Alberti, cuya oda a Stalin causa hoy sonrojo pero no desluce el resto de su admirable obra. Y es eso lo que se premia con la vía rotulada en su honor en la carretera de Carmona. Guste más o guste menos.

De modo que habrá que llegar a un punto en el que se dé por cerrado este proceso permanente de revisión si no queremos seguir enredados en cuestiones del pasado que nada importan a los sevillanos de ahora. Y los unos y los otros tendrán que entender que el nomenclátor queda como está .

Izquierda Unida , sin embargo, vuelve a la carga con Pemán o Ruiz de Alda cuya inclusión aceptó durante la negociación con Monteseirín de hace diez años. ¿Cuántas veces va a haber que discutir sobre lo mismo? Lo que procede es que los tres grupos sobre los que pivota la gobernabilidad de la ciudad – leáse PSOE, PP y Ciudadanos – den por zanjado el asunto y pasen a otros temas de más enjundia.

Hasta aquí llegó la broma. Conviene que el sentido común se imponga de una vez por todas.

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