Medallas de Sevilla

Pilar Manchón: «En Sevilla no somos los mejores, pero sí tan buenos como el que más»

La hija predilecta de Sevilla recibe su distinción, en el día de San Fernando, con un discurso que mira al futuro, una idea en la que también coincide el otro gran galardonado, Julio Cuesta: «A todos nos queda mucho por hacer»

Algunos de los galardonados de las Medalles de Sevilla Raúl Doblado

ALBERTO GARCÍA REYES

Con los aires de la Alameda que cantó Pepe Roca en aquellos años en los que Sevilla languidecía en los desconchones de las fachadas, la cantaora Alicia Gil lanzó un quejío que hizo tiritar a la lámpara del Lope de Vega para denunciar que Sevilla es una ciudad que suele ponerse muchas medallas, pero que pocas veces tiene tantas razones para quererse como cuando celebra el día de su patrón, el Rey Santo, Fernando III , que ya no es festivo en su ciudad, pero sí en su memoria. Esos aires de rebeldía del rock andaluz han conseguido conquistar el acto de «las fuerzas vivas» y se han colado en los vientos de la Banda Sinfónica Municipal . Porque el futuro es siempre antes. Y esa es la esencia de las condecoraciones de la ciudad, una ceremonia que se ha ido de madre en la cantidad, pero que, en general, sigue siendo un referente en la calidad.

Cada vez que la voz de Cristóbal Cervantes anunciaba el nombre de un galardonado, el teatro asentía. El minuto de silencio por el niño fallecido en la playa de El Puerto de Santa María fue la antesala de un autorretrato de Sevilla en 25 pinceladas. La Hermandad de Pasión ; la presidenta de Autismo Sevilla, Mercedes Molina ; la profesora de Derecho Constitucional y experta en Justicia de Género Ruth Rubio ; el investigador especialista en la memoria histórica de Sevilla José Díaz Arriaza; el cronista del Cerro del Águila, Luis Montoto ; los bomberos sevillanos de Lesbos; el catedrático de Historia del Arte Juan Miguel González ; el grupo teatral Atalaya TNT , fundado por Ricardo Iniesta; la cantaora María José Santiago ; la mecenas del flamenco Cristina Heeren ; el compositor Manuel Marvizón ; el músico y director del Festival de Música Antigua, Fahmi Alqai ; el tabernero Rogelio Gómez Trifón ; la empresa Viñafiel ; el ingeniero Otto Moeckel ; la ingeniera de Telecomunicaciones Emilia Gómez ; los Salesianos de la Trinidad ; el colegio Santa María de los Reyes de Torreblanca; el instituto Martínez Montañés; el organista de la Catedral, José Enrique Ayarra , a título póstumo; el abogado del Estado y miembro de la comisión redactora del Estatuto de Autonomía de Andalucía, Pedro Luis Serrera , también a título póstumo; el actor de Bormujos Juan Diego , nombrado Hijo Adoptivo; y los hijos predilectos Julio Cuesta y Pilar Manchón , presidente honorífico de la Fundación Cruzcampo y directiva de Amazon, respectivamente...

Los nombres caían como certezas sobre la moqueta del escenario lentamente. Tal vez demasiado lentamente porque el acto es largo . Y los discursos tardan en llegar. Alicia Gil cantó una composición de Marvizón, «La dama y el azahar» , para cambiar el ritmo. Y entonces tomó la palabra, sin papeles, la hija predilecta Pilar Manchón para defender el talento sevillano: «Doy las gracias con el mismo orgullo con el que tu madre te mira porque está orgullosa de ti, en este caso Sevilla me mira a mí, pero yo respondo con la humildad de compartir escenario con héroes que arriesgan sus vidas para salvar a otros, con personas que han dedicado la vida a defender los derechos de las mejores, de instituciones, con artistas de renombre internacional, con músicos, catedráticos... . Yo tengo la fortuna de vivir en California, en Silicon Valley , donde conozco a líderes mundiales en inteligencia artifical y robótica, pero también hablo allí de la cantera que tenemos en Sevilla , una ciudad de oportunidades. Las personas que nos hemos educado aquí tenemos la capacidad y la oportunidad de dar la nota en el mundo». Manchón también manifestó su orgullo «de ver que hay mujeres que están dando la nota en el mundo , no sólo a nivel artístico, también a nivel institucional y técnico» y dio las gracias a la Universidad de Sevilla , a la que le pidió que «dé un empujoncito para que le que abra las puertas a lo que viene y sea más flexible , para que utilice todo eso que hemos aprendido y abra las puertas a las nuevas tecnologías que vienen». Porque para esta emprendedora internacional, el reto de la ciudad consiste en que «hay que hacer ver que en Sevilla no es que seamos los mejores, pero sí tan buenos como el que más ».

Julio Cuesta, por su parte, aseguró tener la «tímida sensación de no haber merecido la medalla» y evocó la famosa anécdota de Unamuno en la Universidad de Salamanca. Por eso apeló a lo que aún les queda por hacer a los galardonados: «Encadenando nuestras edades sumanos siglos de experiencia, pero si encadenamos los años que a cada uno nos dé Dios todavía de vida podemos sumar aún siglos. A todos nos ha traído aquí una fuerza de compromiso , de coraje y de entrega y seguiremos buscando la oportunidad». Julio hizo una confesión pública de su fe en Sevilla, la ciudad «que no nos han enseñado ni contagiado», sino que los premiados han construido. Y para defender la capacidad de progreso de la ciudad se remitió a la Expo 92, «la mejor exposición universal de la historia» : «Hay que tener fe en nosotros mismos, en Sevilla, en sus gestores, en sus intelectuales, en la generosidad de su gente. La fuerza del 92 sigue aquí y esa es la que tenemos la obligación de seguir utilizando para impulsar nuestro futuro". "Si seguimos teniendo confianza en nuestros recursos, a todos nos queda mucho por hacer», concluyó.

Por último, el alcalde, Juan Espadas , se remitió a un discurso de José Gestoso para explicar la importancia de esta ceremonia: «El título que más puede enorgullecerme es el de buen sevillano y hecho todo lo posible, bien dedidándole los pobres frutos de mi inteligencia, bien defendiendo sus tradiciones, leyendas, hazañas de sus hijos y tesoro artístico, para conseguirlo». Según Espadas, «en esta foto no están todos, por sí son todos los que están, y todos ellos conforman un atractivo escaparate de la Sevilla de 2018, la Sevilla innovadora , la de las tradiciones, la solidaria que no olvida su pasado reciente...». Habían pasado dos horas en la butaca cuando llegaron estas palabras. Y los aires de la Alameda eran ya una nostalgia. Porque eso es exactamente la gala de entrega de las Medallas de Sevilla: pura memoria.

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