Las personas adictas a apuestas online aumentan un 30% en los últimos cinco años en la provincia de Sevilla

La edad media ha bajado 15 años desde 2013 y el perfil es un joven de entre 20 y 25 años con estudios universitarios

Tres jóvenes se disputan su dinero en una casa de apuestas ABC

Rocío Montero

En los últimos años, los juegos online se están convirtiendo en una peligrosa moda entre los adolescentes y los jóvenes . Las apuestas deportivas, el póquer online y las ruletas a través de internet son algunas de las nuevas formas de juego que, por su fácil acceso, hacen que muchos jóvenes terminen enganchándose.

Según datos de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía , en 2015 un total de 147 personas de la provincia de Sevilla fueron admitidas en programas de tratamiento de la Junta por adicciones sin sustancia (internet, las compras compulsivas, el sexo o el ejercicio) y juegos patológicos. Ese número creció en 2016 hasta los 220, un 21% más, y el año pasado la cifra se disparó a 252, un 14,5% más respecto al año anterior y casi el doble respecto a 2015.

La adicción sin sustancia que más preocupa es el juego patológico online, ya que en los últimos cinco años ha aumentado de forma alarmante un 30% los adictos a las apuestas deportivas y juegos online, indica José Jiménez, presidente de la asociación sevillana de jugadores de azar en rehabilitación (Asejer).

Jiménez advierte de que la edad media del jugador ha bajado quince años desde hace tan sólo un lustro. Así, la mayoría de las personas adictas a los juegos online son jóvenes de entre 20 y 35 años con nivel académico universitario , y en 2013 los perfiles eran hombres de entre 40 y 45 años con niveles de estudios medios.

Proyecto Hombre también incide en el «exponencial crecimiento» de adicciones sin sustancia y al juego patológico. La droga es el principal motivo principal de ingreso en la asociación. Una vez en tratamiento salen otras adicciones que en principio la persona no consideraba «problemáticas». Entonces, los datos se disparan .

Por primera vez, el año pasado se detectó un 12% de comportamientos adictivos sin sustancias en la provincia de Sevilla . Según aclara Proyecto Hombre, «que haya menos gente en tratamiento por adicciones sin sustancia no es porque haya pocas personas, sino que no han considerado la necesidad de tratamiento».

«Dinero fácil»

La revolución tecnológica está permitiendo que los jóvenes tengan acceso al mundo del juego de una manera fácil, rápida y anónima, donde las apuestas, el entretenimiento y ganar «dinero fácil» son las principales motivaciones.

El presidente de Asejer asegura que «los jóvenes son carne de cañón para la publicidad subliminal que bombardea la televisión y la radio , sobre todo en los partidos de fútbol, aunque también en otros deportes, y tienen un arma muy peligrosa en sus móviles en el salón de sus casas mientras que sus padres no saben lo que están haciendo y no pueden controlarlos». José Jiménez añade que «hay una competitividad propia de la edad. Si uno apuesta, todos lo hacen».

Los expertos señalan que hay un motivo que explica la adicción. La excitación previa a la posibilidad de ganar es muy adictiva y activa la dopamina , el centro del placer del cerebro. «Los enganchados a las apuestas ven un partido de fútbol y se ponen como una moto, igual que un alcohólico al pasar al lado de un bar», afirma Jiménez.

De esta forma, aumentan cada vez más los jóvenes que acuden a centros de desintoxicación intentando curarse y dejar de apostar. El presidente de Asejer exige más medidas de control por parte de las administraciones, «que deberían ser más duras con las casas de apuestas por internet, ya que para jugar sólo hace falta el DNI y un número de tarjeta de crédito y muchos menores juegan en nombre de amigos que son mayores de edad. Además, todas ellas, españolas y extranjeras, tendrían que disponer un código ético y no permitir apuestas a personas que son adictas y tienen síndrome de abstinencia».

«He llegado a apostar mil euros»

Joaquín Clavijo tiene 49 años y es agente de la Guardia Civil. Confiesa que es adicto al juego desde que tenía nueve o diez años, «Empecé de pequeño jugando e intercambiando cromos con mis amigos y con los años acabé apostando mil euros, la mitad de mi sueldo, en un partido de tenis ».

El sevillano asegura que no fue consciente de que era un jugador patológico hasta que le afectó económicamente. « Mi familia fue la que me buscó ayuda en Asejer , pero como yo no estaba convencido he llegado a recaer hasta en tres ocasiones. Hay que ir a terapia con voluntad de curarse no para contentar a la familia, por que si no el tratamiento no sirve de nada».

Desde 2015 dice «vivir mucho mejor, aunque tenga que pedir dinero a mi madre para salir porque es la que controla mi nómina , tenga un móvil sin acceso a internet y no vea por televisión los partidos del Betis ni de España en el Mundial completos porque los anuncios de apuestas son continuos y el subconsciente está ahí...».

«Apuestas sin control»

José Jiménez aclara que « no todos los que realizan apuestas terminarán siendo adictos , pero si se apuesta sin ningún control, el riesgo aumenta»

Según detalla, « todo comienza de una manera inocente, muy social, donde el chaval comienza a apostar en los partidos de su equipo junto a sus amigos y llega un día donde invirtiendo poco dinero gana mucho y vuelve a invertir y a ganar, haciéndose una idea equivocada de que es un buen jugador y que puede ganar mucho dinero si sigue jugando».

«Lamentablemente -añade- y como es de esperar llegan las pérdidas y la motivación para jugar es recuperar el dinero perdido . Para ello apuestan más y más, y aunque ganen algunas veces, las pérdidas siempre superan las ganancias, por lo que si hace falta piden dinero a amigos y familiares creyendo que lo recuperarán y comienzan todos los problemas. Lo que antes era un modo de entrar en un contexto social ahora es una necesidad».

A su juicio, « los padres también tienen una gran responsabilidad y deben poner límites y detectar que algo sucede y frenar un problema muy complicado de atajar».

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