Sara, Raquel, Marta y Lourdes en Brujas, durante su viaje por Bélgica
Sara, Raquel, Marta y Lourdes en Brujas, durante su viaje por Bélgica - ABC
SEVILLANOS EN BRUSELAS

«No quiero ni imaginar lo que podría habernos pasado; íbamos directas al sitio de la segunda explosión»

La nazarena Lourdes Ojeda se dirigía, junto con tres amigas, a la zona europea cuando las alertaron desde Sevilla de los atentados que se venían sucediendo

Sevilla Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Daesh no ceja en su empeño de sumir a Europa en un caos de pánico, confusión e inseguridad. Los atentados en cadena perpetrados ayer en el aeropuerto bruselense de Zavantem y la estación de metro de Maelbeek, sólo días después de la captura del terrorista más buscado tras los atentados de París, Salah Abdeslam, dan buena cuenta de ello. Varios sevillanos fueron testigos de los últimos «detonadores» que ha pulsado el grupo terrorista en forma de bombas, cinturones y artefactos explosivos con los que le ha arrebatado la vida a más de treinta personas y ha dejado a más de doscientas malheridas.

La nazarena Lourdes Ojeda, así como sus amigas Marta Narváez, Sara López y Raquel Blanquez son algunas de las que han vivido la tragedia en primera persona.

Desde el domingo, llevan recorriendo juntas las ciudades más conocidas de Bélgica. «El primer día estuvimos en Brujas, el lunes en Gante y el de ayer quisimos dedicarlo enteramente a visitar la zona del Atomium y el Parlamento Europeo», relata Lourdes a ABC.

Justo antes de montarse en el metro, dirección al barrio europeo, el padre de una de ellas las alertó de los atentados que se iban sucediendo. «Si no nos hubieran llamado...no quiero ni imaginar lo que podría habernos pasado. Íbamos directas al sitio en el que se produjo la segunda explosión», insiste la joven bastante afectada.

Con las fronteras cerradas y los vuelos cancelados, a las sevillanas no les ha quedado otra opción que la de permanecer recluidas en su apartamento, ubicado a cinco minutos de Grand Place. «Desde nuestra ventana, curiosamente vemos pasar sólo a musulmanes, además de numerosos militares», abunda. Sin separarse, permanecen al tanto de lo que ocurren a través de la televisión y las redes sociales con los nervios a flor de piel y con el único deseo de volver a casa y abrazar a la familia.

«Iba de camino al trabajo cuando el tranvía paró»

Carmen, una consultora sevillana afincada en Bruselas, donde trabaja para las instituciones europeas, también ha vivido para contarlo. Iba en el tranvía de camino a la oficina cuando éste, repentinamente, se detuvo. «El conductor nos confesó que habían decretado el nivel cuatro por alerta terrorista y tenía que parar», indica. Tras verse obligada a bajarse, emprendió la vuelta a casa, donde permaneció todo el día y la tarde de ayer, siguiendo el consejo de las autoridades.

Un amigo suyo fue testigo más directo de la tragedia. «Según publicó en su perfil de facebook, estuvo cerca de la explosión aunque, afortunadamente, salió ileso», celebra la joven, que ya ha podido ponerse en contacto con él. Por suerte, los dos se han dado una buena noticia: no les ha tocado a ellos.

«Nos hemos salvado por estar de congreso»

El destino se ha confabulado para que el coordinador de los servicios técnicos de Asaja-Sevilla, Antonio Caro, también se haya librado del que podría haber sido el peor día de su vida. Se encontraba en Bruselas de viaje de negocios, con motivo de la celebración de un foro para el futuro de la agricultura junto con otras 1.500 personas, entre ellos un gaditano, un malagueño y un cordobés.

Antonio Caro, que estaba el Bruselas de viaje de negocios, se ha librado de la explosión por estar de congreso en vez de en la oficina. La parada de Maelbeek está a escaso 80 metros de la sede de junta y reuniones de Asaja, la asociación para la que trabaja.
Antonio Caro, que estaba el Bruselas de viaje de negocios, se ha librado de la explosión por estar de congreso en vez de en la oficina. La parada de Maelbeek está a escaso 80 metros de la sede de junta y reuniones de Asaja, la asociación para la que trabaja. - ABC

Como ha explicado a ABC de Sevilla, «afortunadamente, no ha habido daños que lamentar, teniendo en cuenta que la de Maelbeek es la parada en la que nos solemos bajar el 90% de las veces que viajamos a Bruselas». Y es que este punto se encuentra a escasos 80 metros de la sede de juntas y reuniones de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, en pleno corazón del barrio europeo. «Estamos hablando de una estación muy concurrida por la cantidad de personas que trabajan en la zona, a lo que habría que sumar que era hora punta», matiza el sevillano. Por suerte, ayer no tuvo que acudir a la oficina sino al congreso. «Fue allí mismo donde nos comunicaron la noticia», añade.

La Policía belga revisó todo el edificio antes de aconsejarles que permanecieran en él hasta pasadas las 17:00 horas cuando, una vez finalizado el congreso, les pidió que regresaran a sus resepectivos hoteles en grupo. El sevillano ya ha reservado un pasaje de vuelo desde Ámsterdam a Madrid para poder llegar a Sevilla el Jueves Santo.

Ahora que empiezan a ser conscientes de lo sucedido, sólo esperan poder olvidar este amargo episodio y borrar del calendario de su memoria el 22 de marzo más ingrato que les ha tocado vivir.

Ver los comentarios