Guerra Rusia-Ucrania

«No sé cómo informar a los rusos de lo que está pasando. Sólo ellos pueden pararlo»

Anna Popova se refugia de la guerra de Ucrania en la casa de una familia de Sevilla

Ha tenido que dejar atrás a su madre y ha llegado con su gata, lo único que tiene

El frenético ritmo que se vive en la iglesia ucraniana de Sevilla, el epicentro de la ayuda a Ucrania

Anna Popova posa para ABC en el balcón de la casa donde la han acogido Raúl Doblado
Stella Benot

Stella Benot

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ha dormido en silencio, en una cama caliente y segura tras más de tres días sin hacerlo. Anna Popova se refugia en el piso de una familia de Sevilla a la que no conocía de nada y con la que tiene dificultades para comunicarse porque habla muy poco inglés. El traductor del móvil es su contacto con el mundo que la ha acogido y el instrumento que le sirve para hablar con ABC. Quiere contar su historia porque está convencida de que la información es clave para poder resolver este terrible conflicto.

«No sé cómo informar a los rusos de lo que está pasando en Ucrania . Sólo ellos pueden pararlo. Los niños lloran y no podemos explicarles por qué tienen que dormir en un sótano o en habitaciones cerradas. Nunca pensé que en el mundo de hoy podría haber tanto horror ». «Muchos conocidos de Rusia no nos creen cuando les contamos lo que pasa o les enseñamos las fotos. Dicen que ellos ven otra cosa en la televisión» explica con impotencia.

Anna Popova (37 años) trabajaba de contable en la universidad en la ciudad ucraniana de Irpin , a pocos kilómetros de Kiev, y vivía en sus instalaciones, en un sexto piso. Cuando estalló la guerra, unos amigos la acogieron en una casa que tenía sótano. Ahora, las dos casas están destruidas. «Mis amigos están vivos, pudieron salir», dice con la única medio sonrisa que ha mostrado durante la conversación.

Su hermana Natasha vive en Canadá y su objetivo es llegar hasta ella. La familia que la acoge —que también tiene una hermana en Canadá que ha sido el nexo de unión— está intentando conseguirle un visado pero no es tan sencillo. Canadá pide una visa incluso a los ucranianos que huyen de la guerra aunque los trámites se están reduciendo mucho. Por el momento es refugiada en Europa.

Ha llegado acompañada de lo único que tiene, su gata Tera, porque ha tenido que dejar atrás a su madre . «Vive en Boguslav y no podía llegar hasta ella. No había trenes y habían volado los puentes por lo que era imposible ir en coche. Ella está ahora en una zona más segura, en Ucrania Occidental, cerca de las fronteras con Polonia y Moldavia pero ¿por cuánto tiempo?», dice con unos tristes ojos azules que miran constantemente hacia abajo.

Su sobrino vive en Ucrania y como ha cumplido 18 años no puede salir; está luchando defendiendo a su país. Es, además, lo que quiere hacer. La preocupación de Anna Popova está centrada en un tío del que hace más de dos días que no sabe nada.

Su periplo

Su salida de Ucrania ha sido una epopeya similar a la que están viviendo otros compatriotas, resume el horror de la guerra . « Cogí un tren que iba a Polonia pero nos dispararon y el tren explotó. No podíamos salir. La gente estaba atrapada», explica. Anna tuvo que esconderse debajo del tren para esperar que cesasen los disparos.

Escapó y logro otro tren en el que iban 20 personas por compartimento, «cuando pasamos por Kiev sólo se oían explosiones, sirenas. Estábamos sin luz e íbamos muy despacio. Nos dejaron en una ciudad cerca de Polonia». Pero logró cruzar la frontera y una organización católica la montó en una furgoneta para llevarla hasta Varsovia.

Eso fue el martes pasado, hace hoy justo una semana y, gracias a las gestiones desde Sevilla, logró un vuelo directo a Madrid. Allí la recogió el matrimonio que ahora la acoge y se la trajo a Sevilla en coche. «La gente que se bajaba del vuelo era impresionante, vimos a una madre joven con tres niños, uno a la espalda y dos mochilas de bebés cada uno en una mano», cuenta la joven que ha improvisado una habitación para ella en su casa. «Todo el mundo era como nosotros, con los traductores de los móviles intentando comunicarse con los ucranianos que iban llegando».

Anna asegura sentirse «amparada por Europa» y agradece las muestras de cariño y solidaridad que les llegan de todos los países. Porque Insiste en contar lo que ha vivido, quiere que se sepa lo que está sucediendo. « Las tropas rusas están usando armas prohibidas y sería mejor que cerrasen los cielos a los rusos. Esto es lo más importante ahora porque están muriendo civiles, niños».

Su interés se centra en conocer minuto a minuto la información sobre su país que le llega a través del móvil que tiene, claro, teclado cirílico. En Sevilla todavía no ha visto ninguna imagen de televisión. No entiende la lengua y recibe en su móvil la guerra casi minuto a minuto. «No entiendo cómo se puede hacer esta política, nosotros no llamamos a Rusia porque en Ucrania estaba todo bien . Ahora nos lo han quitado todo».

Anna Popova no duda en asegurar que tiene miedo y dice que quiere volver a Ucrania algún día aunque su visión de futuro se circunscribe al día siguiente. Se conforma con que su familia siga viva.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación