El rincón de...

«No aguanto al sevillano que se cree el ombligo del mundo»

El último libro del poeta y exprofesor Víctor Jiménez es un compendio de soleares, con collages de Juan Lamillar, titulado: «Con todas las de perder»

Víctor Jiménez se confiesa nostálgico del barrio de San Bernardo de su niñez Rocío Ruz

Félix Machuca

–Leyéndole he llegado a pensar que si el barrio de San Bernardo no existiera usted lo habría tenido difícil para ser poeta…

–Para mí San Bernardo es hoy un barrio que no existe. Me quedo con el arrabal de mi niñez y adolescencia. Y a él dedico los poemas con los que, quizás, me siento identificado más emocionalmente.

–Usted mismo lo llega a confesar en un poema del libro titulado San Bernardo: «Puente aquel de San Bernardo/todavía pasa el tren/ de mi infancia por debajo…»

–Este es un poema frente al olvido, la desposesión y la pérdida. Porque aquel San Bernardo es mi lugar en el mundo, donde pasé esa edad que me sostiene, como diría Rafael Montesinos.

–¿Qué mundo de sentimientos, emociones y recuerdos amalgama usted en San Bernardo?

–Todos los sentimientos del niño. Sus mayores que se fueron, el primer amor, la pandilla, los miércoles santos de morado y negro, los partidos de fútbol en la Huerta del Rey con Idígoras.

–¿Va por el barrio o le duele verlo?

–Cada vez voy menos porque me duele ver el actual barrio, que es un falso decorado. Con otro pulso pero sin alma.

–No es por ponerme pragmático: pero el barrio se caía a pedazos. Y algunos de esos pedazos se han reconstruido. Podría haber sido peor…

–Sí, sí, pero da la casualidad que muy pocos de aquellos vecinos que se exiliaron del barrio para caer en el parque de la Corchuela, jamás volvieron. Los que han vuelto son estudios de arquitectos, empresas y quedan muy pocos vecinos de aquella época.

–Su libro es de soleares. Pero no está escrito para que se cante, sino para leerlo. ¿Por qué?

–Porque he querido escribir un libro de poemas, no un libro de letras para el cante. Destaco que esos poemas los he amoldado al patrón de la soleá. Y así he seguido la línea de los Machados, Montesinos, Manuel Alcántara y Aquilino Luque. También ha sido motivo para reivindicar lo andaluz frente a composiciones ajenas como el Haiku.

–¿Es usted aficionado al flamenco, se cantiñea?

–Me gusta pero ni siquiera me considero un aficionado.

–Dígame ¿qué diferencia hay entre escribir unas soleares para leerlas o para cantarlas?

–Para mi ninguna. Yo la escribo como un poema. Eso sí: si tienen un aire más popular se adaptan mejor al cante. Música tienen todas.

–En la mejor línea de Fito Páez, Sabina o Manu Chao usted le escribió un poema a Diego Armando Maradona. ¿Levantó sospechas por la osadía?

–No, no levantó sospechas porque está inédito, no está publicado. Solo lo conoce usted y otro amigo.

–¿Le da miedo publicarlo?

–En absoluto.

–¿Le intimidaría opinar sobre lo que se está haciendo con Pemán?

–Es una barbaridad y una injusticia.

–¿Qué tal se lleva con Sevilla, esa vieja dama tan caprichosa?

–Amo Sevilla como la ciudad en la que he nacido. Mi Sevilla es la eterna y sobre todo la oculta. Por ejemplo, la de los conventos de clausura.

–Esa Sevilla oculta, conventual, de claustros rumorosos y huertas escondidas, ¿conviene mantenerla al margen de lo que es el tráfico turístico o, por el contrario, eso la salvaría?

–Tanto la eterna como la oculta hay que protegerla y salvarla. No podemos consentir que acabe siendo un mosaico de tópicos, como está pasando en Venecia.

–Se ha criticado mucho al turismo, el peligro de venetización de la ciudad, pero se vuelven locos por llenarlas de turistas…

–La economía te da y te quita. El talento está en saber guardar un equilibrio que no desvirtúe las esencias de la ciudad eterna y oculta.

–Si no me equivoco, para la próxima temporada, Sevilla recobra otra ver su uso de plató cinematográfico, con cien solicitudes para servir de escenario…

–Corremos el peligro de mejorar los ingresos, pero de perder las esencias. Podemos acabar convertidos en un plató cinematográfico.

–¿Le teme al sevillano chistoso y jaranero al uso en reuniones miarmistas?

–¡Dios mío, ahí me da usted en la diana! No llego a lo de Machado de Sevilla sin sevillanos. Pero no aguanto a los que se creen el ombligo del mundo, ni con los que alardean de miarmismo. Prefiero al sevillano sencillo.

–Ha existido siempre y es, quizás, lo menos temático que tenga la ciudad: el gracioso…

–Es así, pero a mí no me hace ni chispa de gracia.

–¿Qué poetas han descrito esa Sevilla en la que usted no se sentiría incomodado por la vulgaridad?

–Juan Ramón, Cernuda, Murube, Juan Sierra, Montesinos…

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