Amby Okonkwo en el semáforo de Tablada
Amby Okonkwo en el semáforo de Tablada - Felipe Guzmán

La vida discreta del nigeriano que vendía pañuelos en el semáforo y devolvió una cartera con 2.700 euros

Los vecinos muestran su cariño al generoso inmigrante Amby Okonkwo, fallecido este viernes de un paro cardíaco

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Los clinex se usan para muchas cosas, pero en esta ocasión sirven para llevar más de un plato de comida a casa. Amby Okonkwo llegó a España en 2002 desde Nigeria y llevaba más de siete años trabajando como vendedor de pañuelos en un semáforo de Tablada. Sus compatriotas lloran su pérdida tras sufrir un infarto este viernes en el portal de su casa y sus vecinos de San Juan de Aznalfarache lo recuerdan con afecto y emoción.

El semáforo de la esquina de la explanada de la feria con la rotonda que da acceso al Puente de las Delicias era su sitio, era su lugar de trabajo, hiciera frío, diluviara o se presentara la ola de calor. Diariamente, salía de su piso ubicado en San Juan de Aznalfarache en autobús hasta Tablada con su mochila cargada de pañuelos, un bocadillo y una botella de agua.

«Ahora en verano estaba de diez de la mañana hasta las nueve de la noche. Se cogía unas insolaciones horrorosas», cuenta Juan Antonio Labrado, el presidente de la comunidad de vecinos.

Okonkwo estaba divorciado y vivía en un cuarto piso de la calle Burgos desde hacía cuatro años. Al principio, convivía con su hijo, Everest Cornelius, de once años, pero se quedó solo unos meses atrás. El joven se fue a vivir a Nigeria con la abuela paterna. «Era más costoso tenerlo aquí. El dinero que ganaba con los pañuelos no le daba para los dos», explica a ABC el presidente de la comunidad, quien lo recuerda como una persona «muy educada y amable», y, según otros vecinos, nunca había dado ningún problema. Eso sí, era muy «tímido» y hablaba «poco castellano».

El inmigrante nigeriano de 53 años se hizo famoso en 2008 por entregar a la Policía Nacional una cartera con 2.700 euros, un cheque por valor de 870 euros y un talonario de cheques que encontró en la vía pública mientras vendía pañuelos —en la rotonda de la Carretera de la Esclusa—. Su buen corazón le hizo popular en Sevilla y en su localidad y eso mismo fue lo que le hizo perder la vida este viernes poco antes de salir a trabajar.

Amby pasó más de siete años trabajando como vendedor de pañuelos en Tablada
Amby pasó más de siete años trabajando como vendedor de pañuelos en Tablada - F. GUZMÁN

«Me llamó una señora del segundo a eso de las 10 de la mañana y me dijo que escuchó un fuerte ruído. Fui corriendo y lo vi tirado sin ningún síntoma de respiración, ni de pulso. Él estaba con su mochila llena de pañuelos para coger el autobús», cuenta el representante de los vecinos. El 112 le fue indicando los masajes cardíacos correspondiente hasta que llegaron los sanitarios. «Estuvieron más de 40 minutos con las reanimaciones y no pudieron hacer nada por él. Fue duro. Esperas que en cualquier momento despierte y no fue así».

Historias de semáforos

Ser buena persona es lo que ha hecho que muchos quisieran ayudarle. El propietario del piso de San Juan, A. Z., lo conocía bien y su historia es cuanto menos hermosa. El semáforo de Tablada los unió. «Yo trabajo cerca y pasaba por allí varias veces al día. No saludábamos siempre y Amby era un pedazo de pan», manifiesta con conmoción. «Un día me preguntó si conocía a alguien que alquilara un piso económico en el Aljarafe, porque la zona donde vivía, al parecer, era un poco conflictiva. No lo dudé. Yo administraba un piso en San Juan y se lo cedí a un precio muy bajo. Y eso que yo no meto a cualquiera», cuenta.

A partir de entonces, la relación entre propietario e inquilino se estrechó aún más. «Me contaba que a veces le daban 20 euros de propinas y se ponía muy feliz». Por un paquete de clinex, la gente suele dar un euro y, a veces, ni los quieren. «Amby era un buscavidas y ganaba lo justo para vivir. Tuvo que separarse de su hijo porque no podía con el mantenimiento de los dos. Desde entonces, le envía dinero a Nigeria. Hay mucha gente que sabe la historia que hay detrás y ayuda sin la necesidad de quedarse con estos pañuelos», explica el dueño del piso al tiempo que recuerda que «era muy difícil sacarle una sonrisa, quizás por su sacrificada vida».

El viernes recibió la triste noticia del fallecimiento de Amby Okonkwo y dice que se quedó en «shock». La Policía Nacional trasladó el cuerpo al tanatorio de San Jerónimo donde fue velado por su primo y allegados compatriotas. «Su familia quiere repatriar el cuerpo, pero no sé lo que pasará». De momento, el caso está en el Juzgado de Instrucción número 5.

Cuando la noticia se conoció en San Juan de Aznalfarache, se organizó una colecta ciudadana con el objetivo de repatriar el cadáver del vendedor de pañuelos.

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