Misterios de Sevilla: el eterno 'Restaurante de los fantasmas'

Extrañas circunstancias y hechos paranormales son las que vivían a diario en su lugar de trabajo en Sevilla los trabajadores del restaurante Viandas

José Manuel García Bautista

En una investigación paranormal no es fácil que se le ofrezca al investigador todo tipo de facilidades para desarrollar su labor . Sin embargo, el afectado tenía ya un alto grado de desesperación y hubiera hecho cualquier cosa por resolver su situación.

El grado de desesperación en el que se encontraban los empleados y propietarios del conocido restaurante sevillano Viandas, ubicado en pleno corazón de la capital hispalense.

No era la primera vez que el molesto 'huésped' hacía su puesta en escena. Si nos remontamos al año 2000, obtendremos un sinfín de hechos paranormales que tuvieron lugar en esta vieja casa del siglo XVII en la que se ubicada este establecimiento .

Su propietario, Javier Pérez P. puso todo su empeño en lograr que este céntrico establecimiento sea un lugar de encuentro y que destaque por la calidad de su servicio y de su gastronomía. Lo que no sabía era que al adquirir el edificio también adquiría a un permanente y molesto morador: un incordio de fantasma dispuesto a no dejar tranquilos a los trabajadores.

Durante las obras de reforma, realizadas en el año 2000, los obreros comenzaron a notar los primeros fenómenos extraños. Durante los trabajos en la planta baja y en el primer piso, las herramientas de los trabajadores de la contrata de Gerena (tales como taladradores, taladradores, soldadores, herramientas de mano y otros enseres) desaparecían de su sitio.

En verano de 2001, la situación empieza a recrudecerse. Un día festivo el jefe de obras se tiene que personar en la casa porque ésta se encontraba abierta de par en par. Un hecho muy extraño puesto que las únicas llaves de la casa las tenía el mismo jefe de obras , el cual llamó a la Policía Nacional. Los agentes dan fe de que las puertas no han sido forzadas, tampoco hay ninguna huella de intrusos sobre el fresco piso hormigonado de la entrada del edificio...

¿Quién entraba y abría el edificio en obras? Unas manos invisibles, paranormales que no dejaban que el edificio fuera cerrado. Ante esta circunstancia, se interpone una denuncia en la Policía Nacional de Sevilla en la, ya desaparecida, comisaría de La Gavidia, quedando constancia de este hecho inquietante.

Tras estos incidentes, la reforma sigue adelante y al fin abre al público el establecimiento bajo el nombre de 'Viandas'. Durante los primeros meses todo parecía funcionar bien, sin mayores problemas paranormales, pero pronto comenzaron a suceder diferentes acontecimientos que inquietaron a todo el personal.

La numerosa plantilla del restaurante callaba sus experiencias por temor a que no se los tomaran en serio. Sin embargo, la situación afectó a todos y llegó un momento en el que se sinceraron entre ellos y comprendieron que en su lugar de trabajo había «alguien» más que no veían ni tocaban, pero que sentían su presencia.

Desde 2001 los acontecimientos paranormales siguieron sucediendo: sombras sin dueño que se desplazaban en la planta superior, ruidos de pisadas que tampoco eran provocadas por nadie, extraños ruidos que en investigación paranormal llamamos «raps» y comenzaron a aparecer y desaparecer objetos sin que nadie supiera la razón.

Los protagonistas de esta historia nos narraron lo vivido en el local. Raquel R., gerente del restaurante , declaró que lo que más les asustaba era el oír en la planta de arriba ruidos de pisadas y carreras sabiendo que no había nadie. «Las sombras que se suelen ver en la escalera son muy impresionantes y la verdad es que ya casi nadie sube a cambiarse solo, por el miedo que provoca encontrarse con el fantasma. Yo misma fui testigo de una sombra que parecía subir por las escaleras, me dejó sin aliento. Impresiona mucho».

Esta joven sevillana se ha convertido en una especie de «albacea» de todos los acontecimientos vividos por sus compañeros e insufla ánimos para seguir trabajando y tratar, en la medida de lo posible, de ignorar a tan inquieto «huésped».

«Me sentí observada»

Pero hay más, Sebastián G.F., camarero del restaurante y poco dado a creer en estos temas, relataba su experiencia: «Colocando un día una mesa para una celebración de muchos comensales bajé para recoger varios objetos ornamentales, cuando subí no me lo podía creer. En el local estaba yo solo pero, sin embargo, todos los servicios estaban puestos de otra forma totalmente diferente a como los había dejado. Alguien los había cambiado en tiempo récord, imposible , pero yo estaba solo en el local».

Además, Sebastián describe como en la planta superior solía haber «olas de frío», unos cambios de temperaturas muy fuerte. «También es curioso porque muchas veces huele de forma extraña, como a incienso o algo similar por la escalera de subida, es tremendo. Quizás lo que más me impresionó es que estuve en la planta alta cambiándome y pude oír perfectamente cómo me llamaban lenta y pausadamente «Seeebaaasss», me impresionó muchísimo ya que la voz surgía de la nada y en la planta no había nadie más que yo...»

Por su parte, el cocinero del restaurante, Jorge D.G., tampoco se escapó de estos hechos. «Un día estaba en la planta alta y sentí un cambio de temperatura fuerte, pasé del calor al frío en pocos segundos. Me asusté mucho porque delante de la puerta vi como pasaba alguien o algo, era muy difuso pero me impresionó... Me cambié tan rápido como pude y salí corriendo», aseguró.

Una de las impresiones más fuertes la vivió Carmen, camarera del local. »Cambiándome en la planta alta, justo cuando me agachaba a atarme el zapato, levanté la vista ya que me sentí observada, por el pequeño espejo de la habitación vi perfectamente a alguien que me observaba , perfectamente, allí había alguien que me estaba mirando, me giré y sólo vi una sombra difusa pero ni rastro de nadie en el largo pasillo...era imposible. Desde entonces tengo la certeza de que en el edificio hay algo más». La chica mientras nos comentaba este suceso estaba vivamente nerviosa e impresionada.

Silvia G.H. también nos comentaba que aparte de sentir presencias y sentirse extrañamente acompañada hay algo que le inquieta: «es terrorífico comprobar como en el vestuario de las mujeres, donde nos cambiamos, la puerta se abre pese a tener echado el cerrojo, es como si unas manos invisibles lo abrieran sin mayores problemas».

Como dato histórico, una vecina que lleva habitando 60 años de forma ininterrumpida comenta que «siendo yo muy pequeña, recuerdo que una noche, mi padre que era encargado de una ferretería muy famosa en aquellos tiempos en la ciudad, llegó a casa muy nervioso, y al parecer justo en la puerta del actual restaurante, había descubierto una pequeña caja de madera , que contenía el cadáver de un niño o niña».

Otros compañeros también han vivido fuertes experiencias con el poltergeist de «Viandas» aunque su miedo no permite publicar sus declaraciones, no obstante también han sido testigos directos, en primera persona, de las extrañas bajadas de temperaturas, el paseo de la sombra por la segunda planta aún no remodelada del edificio y de los extraños ruidos... Otros ya abandonaron el local como José B. quién comentaba: «mira, yo no sé si allí hay o no un fantasma pero te digo mi verdad...algo raro hay, eso es seguro, lo que allí pasa no sucede en ningún sitio».

Los fenómenos se seguían produciendo, rara no era la noche en la que la alarma de SECURITAS no saltaba en la planta alta. El volumétrico indicaba la presencia de algo que los expertos de esta prestigiosa empresa de seguridad que no sabían decir qué era. Los acontecimientos se precipitaron de tal forma que el propietario del establecimiento nos indicaba durante una entrevista: «Mira ya me mandado instalar cámaras nocturnas de seguridad que están funcionando toda la noche para ver si captamos algo o vemos que es y la empresa de seguridad nos envía los partes con las incidencias de la alarma. Yo no sé lo que está ocurriendo pero algo normal no es. Aquí está pasando algo que no es de este mundo».

La misma noche que un equipo de investigación se encontraba en el local preparando los dispositivos electrónicos, digitales e informáticos, saltaron hechos pedazos varios cristales sin ningún motivo aparente

En otra ocasión, tras cerrar el local completamente, dos empleados descubrieron cómo todas las ventanas se han abierto solas. «Estábamos cerrando tres de las ventanas del local y cerrada una de ellas, al cerrar la segunda escuchamos un fuerte ruido procedente de la primera, muertos de miedo, fuimos a ver lo que ocurría y observamos cómo las ventanas abiertas estaban ahora cerradas y las cerradas abiertas». Y no sólo eso, los aires acondicionados del local solían accionarse solos, apagarse y encenderse, a cualquier hora, incluso con el local cerrado, en una extraña y fría danza que provoca la incredulidad y asombro del personal de 'Viandas' .

La misma noche que un equipo de investigación se encontraba en el local preparando los dispositivos electrónicos, digitales e informáticos, saltaron hechos pedazos varios cristales sin ningún motivo aparente. Un lavaplatos que no estaba enchufado comenzó a funcionar y a expulsar agua caliente, los cuadros cayeron de las paredes y la vitrina de cristal estalló. La demostración fue sencillamente increíble.

En una improvisada sesión de ouija que propuso el investigador Iker Jiménez junto a Carmen Porter, Katia Rocha, Mariano Revilla y este autor se dio un dato «del más allá»: en 1860 allí se produjo un incendio y murió una persona. El dato, pese a todo, no parecía estar mal encaminado.

¿Qué puede estar provocando estos fenómenos?

La pregunta no es sencilla de responder. El lugar está cargado de historia y está ubicado muy próximo a la Plaza de la Encarnación, lugar donde recientemente han sido localizados restos arqueológicos de las épocas tardo-romana y almohade de la ciudad. Para más curiosidades, decir que la calle Arguijo es perpendicular a la fachada de la que fuese última residencia (por su expulsión) en Sevilla de los religiosos de la Compañía de Jesús e incluso recientemente en el mismo conjunto de la edificación se descubrió una cripta con ubicación a la calle Laraña, si bien el descubrimiento lo realizó D. Francisco Collantes de Terán en los años 50. En el año 1956 se reedifica el edificio y no se conservan los restos siendo cegados por el arquitecto Luis Gómez Estern quién creó una cripta de cemento para proteger los restos . Se cree que esta cripta es de sumo valor a tenor de las palabras del arqueólogo sevillano Javier Verdugo: »Se hace un acceso a unos restos arqueológicos, hay que respetarlo siempre. Desde ese momento pertenecen al Estado, por lo que es una barbaridad que se hayan taponado». La zona tiene un gran valor ya que hay pocos restos almohades en Sevilla y tal vez podría ser un inicio de que en el lugar hubiera más restos.

¿Víctima de su propia historia?

Pero el edificio también tiene una historia esotérica y ocultista encerrada en su interior. El local fue, en otras épocas, un bar denominado como «Las Nuevas Columnas» (1995), Mesón «Sevilla Barbadillo» (1988), Textil San Carlos y anteriormente «Ferretería-Juguetería Víctor Rojo». Curiosamente durante el periodo de 1988 a 1995 el local estuvo dedicado también a la restauración y al alquiler de habitaciones adquiriendo cierta fama al saberse «vox populi» que se realizaban sesiones de ouija y otras prácticas espiritistas en sus habitaciones. Prácticas habituales que a decir de sus protagonistas: «en más de una ocasión nos llevábamos más de un sustillo...»

En 1995 el local es traspasado y continúa su explotación, como restaurante y hospedaje , siendo durante este periodo de tiempo cuando se registra un hecho que es muy a destacar: una persona relacionada con los propietarios del establecimiento y muy vinculada al lugar se quita la vida siendo, dicho por los testigos, el espíritu del suicida –cuya identidad no estamos autorizados a desvelar- el que hoy convierte sus jornadas laborales en auténticas pesadillas.

¿Un pasado histórico, el espectro de alguna «ouija», un ahorcado o una combinación de todas ellas? Cualquier explicación podría resultar factible a este impresionante caso.

A veces en el caso más simple se puede esconder la semilla de lo que, en un futuro, podría ser todo un fenómeno conocido mundialmente. Lo que les narro tuvo lugar en un antiguo establecimiento sevillano llamado «Las Nuevas Columnas», y que d ejó perplejos a aquellos que fueron testigos de lo imposible .

Sucedió entre los años 1994 y 1995, sobre el mes de diciembre se realizaron una serie de fiestas en la segunda planta del local, un restaurante, así como varias fiestas de fin de año. Nada tendría de particular a no ser por las extrañas sensaciones que vivían los comensales y participantes de las mismas.

Les llegaban fragancias «raras» y, como relata nuestro testigo, «recuerdo el olor a incienso que algunas veces había en la escalera . Pero lo achacábamos a alguno de nosotros que, siendo cofrades, le hubiera dado por poner un poquito en algún quemador«.

Igualmente se sentían acompañados, aunque esto no dejaba de ser una sensación subjetiva, lo extraño era que todos sentían lo mismo. Se quejaban a los camareros de gritos en la planta superior o de ruidos a lo que el personal le respondía que en la segunda planta vivía una persona en régimen de alquiler. La situación era, cuando menos, insólita pues sabían que era una excusa y que allí no vivía nadie , sin llegar comprender la razón de la misma.

En cierta ocasión subieron a la planta superior, «con recelo no fuera a ser cierto que vivía alguien». Al entrar comprobaron que allí no había nadie y que distaba mucho de haber albergado algún inquilino en décadas.

Nuestro testigo prosigue «un año se quedaron un grupo de cinco amigos recogiendo el local tras una fiesta. Limpiaban y lo dejaban todo según habían convenido con la dueña. Entonces vieron a un muchacho que le dijo que él vivía arriba y que lo había recogido todo . Era muy pálido y su presencia les impresionó«. El grupo agradeció a aquel chico la ayuda y se fue a entregar las llaves a la propietaria en la cercana calle Regina.

Allí estuvieron hablando un rato con ella y le contaron lo sucedido «cuál fue la sorpresa de todos cuando la mujer nos dijo que arriba no había nadie viviendo». Y comenzaron a pensar que una persona tan escuálida y de su envergadura difícilmente podría haber movido aquellas pesadas y enormes mesas sin ayuda.

Con el tiempo, pasados unos años, allí se instaló un nuevo local dedicado a la restauración cuyos fenómenos serán de fama mundial: el restaurante Viandas, el restaurante de los fantasmas .

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