Reloj de arena

Miguel Ángel Magüesín: el doctor Ritmo

El productor y artista trianero, apodado como «Doctor Keli», ha trabajado con Camarón, Manolo Sanlúcar, Diego Carrasco, Remedios Amaya, Chiquitete, Los Cantores de Híspalis, Romero Sanjuán y Raimundo Amador, entre otros

Magüesín en los camerinos del teatro de la Isla, con Moraíto en el homenaje que se le tributó a Camarón Archivo Doctor Keli

Félix Machuca

Los del ambiente lo conocen como Doctor Keli . Un apodo que le puso Camarón una tarde en la que preguntó si ya había llegado el doctorcito. Y el doctorcito era Miguel Ángel Magüesin, íntimo del gitano de la voz cubista. Pero también se le conoce por el Doctor Ritmo. Así le llaman Pive Amador y Kiko Veneno . Doctor Ritmo. Con muy buen tino. Porque este trianero de los de casa de vecinos, aquella keli en la que todo el mundo entraba y salía porque además de buenos pucheros había compás y sandunga marca de la casa, lleva en su ADN el eco de los tambores y la magia antigua de la percusión.

El Doctor Keli o el Doctor Ritmo, como quieran, es percusionista, guitarrista, compositor y productor . Ahora también es abuelo. La caja flamenca la domina como un gaucho el lazo. Y ese macetón africano llamado D´jeme, que evoca los antecedentes de los tambores batá del afrocaribe, lo maneja como si fuera un músico yoruba. Tiene haché y ángel para interpretar el mundo a través de los pellejos de los chivos. Hasta en la mili lo pusieron a tocar el tambor y me da el pálpito, que el Doctor Keli, con su guasa natural, alguna que otra vez le puso al himno nacional un contracompás por alegrías de Cádiz.

Ha trabajado con la crema del flamenco. Con Camarón, con quien grabó «Yo soy gitano»; con Manolo Sanlúcar; con Diego Carrasco; con su comadre Remedios Amaya a la que le produjo un disco nominado para los Grammy; con Cantores de Hispalis; con Albahaca; con Los Marismeños; con Chiquetete; con Raimundo Amador; con Romero Sanjuán… Pero antes que con ninguno de todos ellos fue guitarrista con El Pali para ponerle música a los bautizos de Triana, los de los barbos en adobo, mucho vino y alegría, donde dicen que los moros aprendieron a bailar por bulerías.

Con Manolo Sanlúcar se pegó dos meses por Venezuela en una gira donde debieron romperse muchas camisas porque, una noche, tuvo que dejarle una al maestro que se había quedado sin muda. Las camisas le gustan holgadas, anchas, para que vuelen los brazos como alas de halcón, mientras percute contra la caja. Y cuando lo ves afanado en rebuscar en el cajón los sentimientos viejos de los compases ancestrales, piensas que si lo echaras a pelear con Ginger Baker o con Tito Puente percutiendo por abacuá, el Keli no se acoquina. No hubiera desentonado ni con el batería de Cream ni con el timbalero neoyorquino con sangre borinque. Porque como a ambos, Dios lo tocó al nacer para que el compás figurara entre sus apellidos.

Dicen que el suyo, Magüesín , tiene ascendentes italianos. Pero en Triana la sangre le viró para la hierbabuena y las tagarninas. Y el Doctor Keli olvidó la tarantela en los polvorientos libros de registro de las iglesias del arrabal. Fue nombrado en 2012 Trianero del año. Porque lo pedía a gritos su carrera. Intervino en la película «Flamenco» de Carlos Saura y Juan Lebrón . Una noche, mientras se grababa en el estudio de Jesús Bola, la Fernanda le preguntó si le podía poner un cafelito. Se lo puso a su gusto. Y la de Utrera, mientras lo saboreaba, miraba el estudio que estaba repleto de fotos de cabales, de grandes del flamenco. Y le dijo con el alma en la mano: ¡¡ qué estudio más flamenco, sobrino…!! Era el cielo en la tierra.

Enrique Morente, en esa misma sala de grabación, se engolfaba con una seguiriya a la que le quería sacar la sangre. El Doctor Keli dejó, a propósito, abierta la puerta del estudio y el botón de récord apretado, para que grabara todo lo que por allí se moviera. A las dos de la mañana, Morente le preguntó: sobrino ¿te imaginas que hubiéramos grabado la primera salida de la seguiriya ? Y el Keli le respondió: ¿La quieres escuchar? Y esa es la salida que aparece en la película de Saura. Desbordante de naturalidad y frescura.

El Keli habla de Jerez como Moisés hablaba de la tierra prometida. Siempre lo trataron con señorío y nobleza, con jondura y paladar. Tenía por costumbre irse todos los miércoles santos a ver al Prendi. Por allí reinaba el Moraito , quien mejor ha replicado los andares de Curro haciendo el paseíllo. Y no menos monarquía desprendía la corona joven de Fernando Terremoto. Pasó el cristo gitano por delante de ambos y Fernando lo tomó por el brazo y se fue cantando una saeta tras el cautivo. El Keli hubiera resistido mejor una descarga en la silla eléctrica . Porque aquella saeta lo desbarató y lloró como se llora cuando no se encuentra la explicación de tanta felicidad y amargura a la vez.

El doctor Ritmo, con la fundación Alalá, da clase de percusión en Las Tres Mil y en Jerez

El Doctor Ritmo, con la fundación Alalá, da clase de percusión en Las Tres Mil y en Jerez, donde alguna vez se acordará de aquel hito flamenco que fue llevar hasta el Lope de Vega la vida y el ambiente del bar «El Mantoncillo de Triana» . Un montaje en el que intervinieron Carmen Ledesma, Chiquetete, Manuel Molina, Caracafé, José Lérida y Paco Vega. Todos se bajaron el caché y cobraron lo mismo: desde los palmeros al sonidista. No hay muchas muestras de economía colaborativa en el flamenco como la mentada. Aquella vez la caja del arte le pudo a la registradora…

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