Conflicto Rusia - Ucrania

Dos médicos, dos enfermeros y once chóferes de Sevilla se traen a 60 niños ucranianos y a un bebé de 15 días

Sanitarios del Viamed Santa Ángela de la Cruz y del Nisa Aljarafe, junto con el dueño y conductores de Rosabus, logran llevar abundante material sanitario, ropa y alimentos a Cracovia y regresar con familias que han tenido que huir de su país

Uno de los niños ucranianos en brazos de uno de los sanitarios en uno de los dos autobuses que los trajeron a España desde Cracovia ABC

Jesús Álvarez

Dos médicos, un enfermero, una técnica en cuidados auxiliares de Enfermería y ocho conductores de la empresa de autobuses Rosabus, más otros tres voluntarios, han conseguido traer a España a unos sesenta niños ucranianos, algunos de ellos sin familia y a un bebé de apenas quince días. Una llamada de Manuel Rosa, propietario de Rosabus, a F ernando de los Santos , médico de Urgencias del Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz de Sevilla , dio origen a esta operación humanitaria que ha durado cuatro días y que ha llevado a la ciudad polaca de Cracovia a dos autobuses y dos furgonetas cargados de material sanitario, comida, ropa y productos de higiene. Esos cuatro vehículos regresaron con 107 ucranianos que ya se encuentran sanos y salvos en España con sus familias de acogida.  

Entre ellos, hay unos sesenta niños de 2 y 3 años y a dos parejas de hermanos de 7 a 10 años que vinieron sin sus padres, que esperan reunirse pronto con ellos pero prefirieron quedarse en su país para defenderlo de la invasión rusa. Un adolescente de 15 años llegó a España con su hermanita pequeña y lo hizo en contra de sus planes iniciales, que eran acompañarla hasta la frontera y regresar con sus padres para ayudar a sus progenitores en la defensa de su patria. Las autoridades fronterizas polacas no lo permitieron por ser menor. «Durante todo el viaje se le vio triste y frustrado por no poder quedarse con sus padres», cuenta Fernando de los Santos, que no dudó ni un segundo en organizar esta misión desde Sevilla y habló con otros dos compañeros del hospital, el ginecólogo   Antonio Artura , y la tecade María José Reyes , a los que se unió finalmente   Félix Paramio , enfermero especialista en Emergencias del Nisa Aljarafe. Los cuatro, animados y apoyados por la dirección del Hospital Viamed, y ocho chóferes de Rosabus , más otros tres conductores voluntarios, fueron los encargados de llenar hasta los topes dos autobuses y dos furgonetas de material sanitario y humanitario que partieron la semana pasada de Sevilla con destino a Cracovia.

 

Cuatro días y cuatro mil kilómetros

 El agotador viaje de casi cuatro mil kilómetros duró cuatro días, desde el miércoles 9 hasta el sábado 12 de marzo, con estación de término en la ciudad polaca, donde tampoco resultó fácil descargar el material : «Cuando llegamos al estadio de fútbol de la ciudad, el lugar pactado para dejar el material no sanitario, nos dijeron que no se podían hacer cargo de él por falta de espacio para almacenarlo, algo que nos planteó un serio problema pero que nos alegró a todos porque revela la dimensión de la solidaridad mundial con el pueblo ucraniano», cuenta Antonio Artura . La expedición sevillana barajó dos planes alternativos: las salesianas y el Instituto Cervantes, que tienen centros en la ciudad natal de Juan Pablo II. « Hablamos con las salesianas de Nervión e hicieron la gestión con sus compañeras polacas que al final nos abrieron varias aulas del colegio donde descargar todo ese material«, relata este ginecólogo.

Durante cuatro horas los sanitarios y los chóferes estuvieron descargando y clasificando todo el material transportado desde Sevilla. «Yo participé en una misión humanitaria cuando el terremoto de Haití y sé que hay que hacer de todo , desde curar a limpiar una mesa o descargar cualquier cosa. Hicimos una cadena con dos voluntarios que nos ayudaron y logramos en esas cuatro horas descargarlo todo«, cuenta el doctor Artura.

Después descargarían el material sanitari0 (muchos miles de euros en antibióticos, inyectables intravenosos, analgésicos, gasas, material de cura de heridas...), donado por el Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz, con la colaboración de la farmacia Rochelambert. «Ese material lo clasificamos y lo traducimos al idioma ucraniano para facilitarle su identificación y manejos y una ONG de la zona nos dijo que lo trasladaría inmediatamente al frente de la guerra en Kiev, donde puede resultar más útil«, cuenta este ginecólogo.

Doctor Antonio Artura: "Hubo algunas crisis nerviosas entre los niños el primer día en el autobús porque estaban muy asustados, cosa lógica por cómo venían y porque no nos conocían. Esa distancia se superó al día siguiente y acabamos todos cantando en el autobús"

Al día siguiente recogieron a más de cien familias en varios puntos de Cracovia, los subieron a los autobuses y emprendieron viaje de regreso a España, donde la mayoría contaban ya con una familia de acogida esperándoles. Entre los pasajeros había un bebé de 15 días y algunos niños y adolescentes que anduvieron solos durante muchos kilómetros desde sus ciudades de origen huyendo de la destrucción provocada por la artillería y la aviación rusas.

La misión fue un éxito, aunque no estuvo exenta de momentos muy duros y emotivos. «Hubo algunas crisis nerviosas entre los niños cuando estábamos en el autobús a los que intentamos calmar porque muchos estaban muy asustados, cosa lógica por cómo venían y porque no nos conocían», cuenta el doctor Artura. Algunos de esos niños y adolescentes ucranianos hicieron solos, sin compañía de familiares o adultos, muchísimos kilómetros a pie para alcanzar la frontera polaca. «En el segundo día del viaje ese miedo y ansiedad desaparecieron en cuanto comprobaron que éramos personas confiables y entonces aparecieron otras dolencias propias de un viaje como diarreas, vómitos toses o dolores de garganta». Ese inicial recelo fue vencido por el cariño y los cuidados de los sanitarios sevillanos y todos acabaron cantando en el autobús, según el relato de este ginecólogo.

La TCAE María José Reyes recuerda que hicieron noche el domingo en un castillo francés cedido por la Cruz Roja, donde cenaron y desayunaron los sanitarios, los chóferes y las más de cien familias ucranianas que viajaban con ellos. «Los niños se adaptan mejor a las adversidades pero a los adolescentes sí se les veía muy tristes y preocupados. Les dimos biodramina para el viaje y alguno vomitó . Tampoco estaban acostumbrados a la calefacción del autobús viniendo de un clima tan frío y alguno se mareó», cuenta esta enfermera.+

De Cracovia a Mairena del Alcor

Entre todos esos niños que viajaron desde Cracovia a Madrid, desde donde fueron distribuidos a sus familias de acogida, repartidas por toda la geografía española, se encuentra Anna , de 10 años, y su hermano de 4, que están con una familia de Mairena del Alcor .

«La empatía que sentimos por ellos es absoluta porque son familias como las nuestras, con sus trabajos, sus colegios, que de un día para otro tienen que meterlo todo en una maleta y salir corriendo. Podemos ponernos en su lugar y la verdad es que todo lo que podamos ayudarles nos parece poco», cuenta el doctor Artura. Su compañero Fernando de los Santos admite que está agotado emocionalmente por todo lo vivido en esta misión. « Estoy acostumbrado a hacer muchas horas de guardias y no tengo cansancio físico a pesar de lo paliza que nos hemos pegado; es un agotamiento psíquico y un gran vacío por el drama de estos niños separados de sus familias y alejados de su hogar. Fue triste el viaje de vuelta a Sevilla desde Madrid sin ellos», asegura.

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