DÍA MUNDIAL CONTRA LA PENA DE MUERTE

María Asunción Milá: «Antes era absolutamente contraria a la prisión permanente, pero he cambiado»

A los 99 años esta barcelonesa afincada en Sevilla cree que «nunca jamás se merecerían la pena de muerte, porque un Estado que mata es un Estado que enseña a matar»

María Asunción Milá de Salinas Juan José Úbeda

Pedro Ybarra Bores

María Asunción Milá de Salinas (Barcelona 1919) se considera también sevillana, ciudad en la que vive desde hace más de 80 años. Defensora de los Derechos Humanos, desde el 2 de marzo de 1974, cuando se enteró de que habían matado a Puig Antich, decidió comprometerse contra la pena de Muerte. Tercera de nueve hermanos y madre de doce hijos envió cartas al Vaticano durante años (firmada por muchas asociaciones que se sumaron) para pedir que se suprimiera del Catecismo la legitimidad de la pena de muerte. Nunca contestaron hasta que llegó el Papa Francisco...

¿Se considera una mujer avanzada para su generación?

Manolo, mi marido, era un hombre muy avanzado. Me influyó mucho. Era propagandista desde muy joven. Me explicaba y tenían reuniones solo para los propagandistas y le preguntaba que por qué no dejaban entrar a las mujeres, hasta que me invitó. He escrito muchísimo. Cuando empecé a escribir siempre puse también el apellido de Manolo, como las francesas, porque entonces si decías alguna cosa comprometida, si firmaba solo con mi nombre, la gente no conocía mi apellido y era como si quisiera disimular. No quería disimular nada, y por eso siempre ponía mi nombre y también aquél por el que se me conoce en Sevilla.

¿El hecho de ser mujer le ha ayudado en la causa?

Si hubiera sido hombre me hubieran hecho más caso.

María Asunción Milá de Salinas en el patio de su casa sevillana Juan José Úbeda

Una de las primeras voces contra la pena de muerte en España...

Cuando se ha vivido una guerra, tanto Manolo como yo estábamos muy sensibilizados lo que representa la defensa de la vida. La decisión que tomé de luchar, aquello de «no le pidas tanto a Dios» y «a Dios rogando y con el mazo dando»... Manolo se moría de risa imaginando que cuando se reunían los obispos en conferencia episcopal se preguntarían entre ellos ¿usted no ha recibido todavía carta de aquella señora tan pesada de Sevilla? Porque raro era al que no había escrito. Vivíamos en perpetua contradicción porque la iglesia condenaba la tortura, ¿y no es tortura tener a una persona años y años en la cárcel y cada día le pueden decir el día que le van a matar? Qué contradicción! La teología nos da la vida, pero tenemos que reconocer los errores. No lo hemos entendido porque todavía no hemos asimilado la Fe de Abraham. Todavía mucha gente cree que el sacrificio es bueno, pero en el Génesis ya aparecía: misericordia quiero y no sacrificio.

Fue el 2 de marzo de 1974 cuando me entero de que han matado a Puig Antich. Después de habernos librado de las ejecuciones en Navidad dos años antes ya pensábamos que aquello se había acabado. Pero cuando condenaron a este muchacho, hiciera lo que hiciese... no se resuelve nada con matar. Es peor. En la lucha contra la Pena de Muerte, aunque no estaba preparada, siempre confié en que Dios me ayudaría, y me ha ayudado muchísimo.

Y además, fundadora de la Asociación Española contra la Pena de Muerte...

Estaba muy afectada tras lo de Puig Antich y vino a verme un discípulo de Ramón Carande. Primero la idea era acabar con la pena de muerte en España junto con eso la preocupación de porqué los hombres hacen leyes que obligan a matar, y nos propusimos fundar una asociación. Nos fuimos a ver a don Ramón, que era un hombre sabio y santo, porque yo no he visto una conciencia más delicada y más buena. Así fundamos la Asociación Española contra la Pena de Muerte, también con mi marido y mucha más gente. Pero nunca la quisieron legalizar. Era demasiado pronto.

Y llegó el congreso de Estocolmo...

Amnistía Internacional al saber que habíamos fundado la asociación nos invitó para asistir al congreso de Estocolmo (1977). Fue muy importante para nosotros. Iba de oyente, pero participé dos veces, aunque no hablo inglés, pero sí francés. Hizo que me conectara con los ministros de Justicia de distintos países que participaban. Al ver ese congreso Manolo y yo nos apuntamos a Amnistía Internacional y desde entonces trabajamos en Amnistía durante muchos años, hasta que me pidieron que escribiésemos cartas a favor de leyes del aborto. Amnistía siempre había sido neutral en ese tema, pero cuando vi eso escribí a a Londres y no me contestaron, y entonces decidí desentenderme.

En el Congreso de Estocolmo la conclusión final fue que Amnistía Internacional lucharía a partir de entonces contra la pena de muerte a cualquier persona y en cualquier parte del mundo siempre. La coletilla era grave porque decía: nuestra lucha se verá entorpecida tanto en cuanto todas aquellas asociaciones de prestigio moral que hay en el mundo, como es la ONU, el Consejo de Europa y las iglesias no condenen la pena de muerte. Ahí estaba la clave. La ONU, no la ha condenado todavía, el Consejo de Europa Sí, porque no entra un país en Europa sin la condena y ahora ha hablado la iglesia católica, de las otras no tengo conocimiento.

¿Se puede luchar contra la pena de muerte y ser abortista?

Nunca he entendido que haya gente que esté en contra de la pena de muerte y a favor del aborto, como tampoco a aquellos que están en contra del aborto y a favor de la pena de muerte, que también los he encontrado, y muchos desgraciadamente.

¿Supone un hito más importante el artículo 15 de la Costitución Española o el cambio en el Catecismo anunciada por Francisco?

Por supuesto lo del Papa. Desde un principio el hecho en sí me horrorizaba. El hecho de quitar la vida a un hombre es espantoso, pero me preguntaba que ¿por qué se hace eso?. Es más grave el principio que rige. ¿por qué los hombres creen que es bueno matar? Eso me llevó a meterme en Teología y a dar veinte vueltas... hay tantas cosas que corregir. No debe escandalizarnos que a lo largo de la historia de la iglesia los hombres nos hayamos equivocado mucho. Me argumentaban con Santo Tomás y no entendía porqué lo absolutizaban si era un hombre... Por lógica. No puede ser que la iglesia legitime la pena de muerte.

Durante años he estado enviando cartas al Vaticano antes de la llegada del Día de los Derechos Humanos pidiendo que se suprimiera la legitimidad, firmada por muchas asociaciones a las que pedí que se sumasen a las cartas. No me cansé ni desconfié de que ello se conseguiría. Pensaba que estuviese viva o muerta eso se tiene que conseguir porque es que si no -el cardenal Amigo tuvo una paciencia conmigo increíble- le decía ¿cómo podemos evangelizar con un catecismo que legitima el homicidio?La gente a veces se molestaba conmigo porque interpretaban que la iglesia ya lo había resuelto...

Algunos luchaban contra la pena de muerte, pero yo más que nada, primero era para evitar la pena de muerte en España, que no hubiese una ley. En un acto en Madrid con todos los políticos pedí la palabra para decir que tenía que ser entonces, cuando se estaba gestando la Constitución, ahora o nunca, y eso no puede volver a ocurrir en España, dije. De los obispos solo me ayudaron dos: el obispo auxiliar de Madrid, Alberto Hiniesta, y el obispo de Segovia, monseñor Palenzuela. Éstos nos dijeron incluso que usáramos su nombre cuando quisiéramos.

¿Cuál sería la dimensión de la decisión de Francisco?

Lo que ha hecho el papa es importantísimo. La protagonista no soy yo. En Estados Unidos no se hablaba de otra cosa, y por supuesto no se hablaba de mí. La declaración del Papa tienen una importancia enorme.

Una vez que uno cae en la cuenta que durante siglos hemos entendido al revés el pasaje del sacrificio de Isaac. Abraham era nuestro padre en la Fe porque iba a sacrificar a su hijo es lo que nos enseñaron. El entenderlo te cambia la mentalidad de toda la liturgia. ¿Cómo puede Dios mandar algo que esté mal? Eso cambia toda la liturgia porque Abraham salió del espacio sacrificial, pero nosotros no hemos salido todavía. Lo explicaba muy bien en sus clases de Teología don Juan Guillén.

En la Iglesia tenemos que cambiar la liturgia para entender la verdadera verdad, porque le hemos quitado a la palabra verdad, su verdadero sentido. Un error doctrinal ha sido fuente de muchísimos errores, y por todos estos errores debemos pedir perdón, todos debemos pedir perdón porque todos somos Iglesia.

En la Iglesia por fin después de veinte siglos hemos aprendido que la palabra es verdad: Si amamos a Jesús habremos encontrado la solución, si lo matamos no.

María Asunción Milá de Salinas Juan José Úbeda

¿Sin el artículo 15 que hubiera sucedido tras el golpe de estado?

Tuve una emoción muy grande cuando me enteré en agosto, después que hablase el Papa, de que hay un sacerdote en Málaga que es hijo de Tejero que al ver mi foto en la prensa esos días le dijo a alguien: «esa señora salvó la vida de mi padre». Me emocioné, me hizo una ilusión enorme, porque justo se acaba de aprobar la Constitución. Un político me dijo que hubiera sido un «problemón» si no se hubiera cambiado la Constitución ya que hubieran tenido que fusilar a Tejero y Armada al amanecer del día siguiente. Que espanto. Me gustaría conocer a ese sacerdote, pues me emocioné cuando me enteré de eso.

¿Por qué dedicar un día a la pena de muerte?

Siempre es bueno. Porque por desgracia, aunque en España felizmente se acabó, en otros muchos países no. En esta edición se celebra hoy y tiene por objeto sensibilizar a la opinión pública sobre las condiciones de vida inhumanas de las personas condenadas a muerte

Y se sigue ejecutando en Estados Unidos...

Lo de Estados Unidos es dramático

¿Mantiene correspondencia con algún condenado?

Desde hace seis o siete años mantengo correspondencia con un prisionero de la cárcel más dura de Estados Unidos (Livingstone) y hace año y medio que no recibo carta suya. Me preguntaba si le habrían cambiado de prisión y me dicen que no. Lleva más de quince años en el corredor de la muerte y no lo han sacado de allí y estoy angustiada. Es hijo de mejicano y nos entendemos. A mí me conmueve porque es un pobre hombre que hizo horrores, pero los abogados que hicieron revisar su caso, por fin le han declarado que tenía el cerebro dañado porque nació de una mujer alcohólica. El 31 de marzo recibí la última carta de Juan Allen Rubio, de quien no tengo noticias desde hace año y medio.

¿La cultura ayuda a concienciar?

La película «Pena de muerte» es magnífica, maravillosa. Había leído el libro de Sister Helen Prejean (se emociona), que cuenta su historia. El libro es mucho más completo. Alguien puede olvidar aquella frase cuando decía aquello de «¿tu quieres que tus últimas palabras sean de odio?». Es un relato de una emoción intensa en el que al protagonista le repugnaba que los padres de su víctima quisieran estar presente en la ejecución y para quienes a pesar de ello no tuvo ningún gesto de odio, sino todo lo contrario.

¿Es bueno que circulen vídeos de ejecuciones en las redes sociales?

Es bueno conocer lo que pasa y no mirar para otro lado. Te ayuda a luchar saber el horror que representa, pero no ponerlo con morbosidad. Daniel Sueiro se dedicó a que la gente supiera este sufrimiento y se acercara al hecho concreto para rechazarlo, no con morbosidad. Me contó que él tenía entrevistas con verdugo porque quería saber.

¿Cree que ha cambiado la figura del verdugo?

La figura del verdugo es la de un pobre hombre que la sociedad culpa. En la Edad Media no se le dejaba vivir en la ciudad, sino en las afueras y iba a recoger su sueldo de rodillas porque este se le tiraba al suelo para testimoniar el acto horrendo que cometía aquel hombre. Me dijo que se encontró con un verdugo que le dijo que al momento de ejecutar se le acercó un juez para preguntarle cómo había sido capaz de hacer lo que había hecho... «yo porque usted me lo manda», le contestó el verdugo.

Los verdugos actuales no se lo que les pasa, no les harán ir de rodillas, pero es una figura siempre repugnante. Hay uno que dice que recuerda la cara de todos y cada uno de los que ha ejecutado, y que no se le borra, y que no puede más. Son verdugos también quienes practican el aborto. En este sentido me gustaba el enfoque de la ley que iba a presentar a Gallardón enfocado a ayudar a la mujer embarazada.

Es partidaria de la prisión permanente

Antes era absolutamente contraria a la prisión permanente, pero he cambiado. Antes decía que era contraria porque un hombre no puede rehabilitarse sin esperanza, pero si resulta que la pena permanente es revisable, la cosa cambia. El estado no puede dejar libre a un hombre peligroso, porque tiene que proteger a la sociedad. Hay casos de violadores y de terroristas que creen que han hecho bien y que lo volverían hacer, son gente peligrosa. Nunca jamás se merecerían la pena de muerte, porque un Estado que mata es un Estado que enseña a matar. El testimonio que da es el de confianza en la violencia. Se nos ha dicho que la mejor forma de educación es el ejemplo, pero después nos han dicho que no, que es la «única», que es más fuerte.

¿Lucha solo contra la pena de muerte?

Es un conjunto. No es solo la pena de muerte, es toda violencia. Como ha habido en el mundo movimientos que han tenido un éxito tremendo porque han sido no violentos (India, Polonia...). Conocí a Jean Goss y Hildegard Mayr, matrimonio que ha luchado contra la violencia y enseñaban la práctica de la no violencia activa, porque la no violencia no puede ser pasiva. Tiene uno que comprometerse, pero sin violencia. He podido conocer a gente maravillosa. Les enseñó a los obreros polacos que si querían luchar tenían que hacerlo sin violencia. Los veía en unas reuniones en verano con Manolo en monasterios franceses. He aprendido tanto de todo el mundo. Qué gente.

¿Cómo ve la situación actual de Cataluña?

Ahora me encuentro yo con que en mi tierra, Cataluña, están jugando con una hipocresía repugnante. Dicen que no son violentos, que su lucha no es violenta y mienten como bellacos. La primera violencia es la mentira. Se ponen la máscara de no violencia. Me tienen descompuesta y algunos les creen.

Sobre lo de Cataluña oigo a algunos jóvenes decir, «eso no se resuelve más que con una guerra». Me espantó, están sembrando el odio.

Con los años ha cambiado su punto de vista sobre la pena de muerte

Con los años me he afianzado más en mis convicciones. Lo que he aprendido tengo ansia de decirlo, y no me hacen caso porque mucha gente sigue pensando que es bueno el sacrificio. Y no es bueno, porque Dios ya ha dicho que no lo quiere.

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