EN MANOS EXPERTAS LA TÉCNICA «ES BASTANTE SEGURA»

Un «marcapasos» en el cerebro contra las obsesiones

La estimulación la hacen unos microelectrodos que se introducen dentro

Juan Rodríguez Uranga MILLÁN HERCE

Amalia F.Lérida

Las obsesiones que pueden afectar a nuestra salud física y psíquica y que se encuadran dentro de lo que se denomina Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) tienen tratamiento a base de estimulación cerebral a través de un mecanismo parecido a un «marcapasos» que se aplica en el Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz de Sevilla.

A veces, todos comprobamos las cosas dos veces, por ejemplo, la cocina antes de irnos de la casa para asegurarnos de que todo esté apagado. Pero eso es una cosa y otra bien distinta sentir la necesidad de chequearla una y otra vez, o tener ciertos pensamientos y realizar rutinas y rituales que causan angustia e interfieren con la vida cotidiana.

Estos pensamientos repetidos y perturbadores del TOC se llaman obsesiones. Con el fin de intentar controlar estas obsesiones, las personas con ese trastorno repiten rituales o comportamientos, llamados compulsiones. Quienes lo sufren no pueden controlar dichos pensamientos y rituales.

Otros ejemplos de obsesiones son el miedo a gérmenes, a ser heridos o herir a otros, pensamientos perturbadores religiosos o sexuales; contar o limpiar cosas, lavarse el cuerpo o partes de este repetidas veces, ordenar las cosas de un modo en particular , cuando estas acciones no son necesarias y verificar todo una y otra vez.

«Desde hace años conocemos la utilidad de la estimulación cerebral profunda (ECP) para tratar procesos neurológicos como el temblor, enfermedad de Parkinson, epilepsia, cefaleas y otros trastornos del movimientos. Con el desarrollo de la técnica se ha demostrado cómo este procedimiento es capaz de conseguir una mejoría en pacientes con patología psiquiátrica como las obsesiones que se presentan en el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) grave que no responde a los fármacos», afirma el doctor Juan Rodríguez Uranga , jefe de servicio de Neurología de dicho hospital y especialista en Neurología Funcional del Centro de Neurología Avanzada de Sevilla.

Comenta que «aproximadamente un 10% de los pacientes con TOC tienen formas crónicas muy incapacitantes de la enfermedad, resistentes a las terapias conservadoras actuales, lo que conlleva un deterioro significativo para su calidad de vida y altas tasas de suicidio».

«El procedimiento -sigue- esencialmente restaura la función normal en una parte del cerebro, el núcleo accumbens, que se relaciona con la motivación y el proceso de recompensas.  En la literatura médica se han descrito poco más de 100 casos de ECP para el tratamiento de las obsesiones, el porcentaje global de respondedores ha sido del 60%. La mejor respuesta se asoció con la edad avanzada al inicio del TOC y la presencia de obsesiones y compulsiones sexuales y religiosas. El estudio que revisó todos los casos realizados demostró que cinco pacientes abandonaron la terapia, pero los efectos adversos generalmente se informaron como leves, transitorios y reversibles y que la estimulación cerebral constituye una alternativa válida a la cirugía lesional para pacientes con obsesiones severas que no responden al tratamiento con fármacos. Funciona de forma muy parecida a un marcapasos cardíaco».

La implantación «en manos expertas es bastante segura pudiendo estar en 48 horas el paciente en la casa», según comenta el doctor para, seguidamente, explicar en que consiste la técnica.

«Se deben realizar -dice- dos pequeños orificios en el cráneo para la introducción de los dos microelectrodos que se implantarán en el centro del cerebro e irán conectados por un sistema de cableado con el estimulador que se colocará en zona abdominal o por debajo de la clavícula bajo la piel. Se trata de una técnica reversible a diferencia de las antiguas lobotomías o cingulectomías, que todavía se siguen realizando puntualmente y que consisten en hacer una lesión del cerebro, su uso se limita a países con bajos recursos, donde las técnicas de estimulación cerebral no son asumibles por los sistemas sanitarios».

Termina destacando que para el estudio y tratamiento de estos pacientes se requiere de un equipo multidisciplinar cualificado formado por neurólogos, psiquiatras, neurocirujanos, y neuropsicólogos especialistas en cirugía funcional del cerebro.

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