El día que Manuel Olivencia confesó los desengaños y traiciones que sufrió en la Expo 92

El prestigioso jurista admitió que Felipe González prescindió de él cuando Jacinto Pellón le planteó: «O éste o yo»

Manuel Olivencia, en septiembre de 1992 frente a la bola bioclimática de la Exposición Universal ABC

M. J. PEREIRA

Durante años, la prudencia del prestigioso jurista Manuel Olivencia (Ronda, 1925) le obligó a guardar silencio sobre los desengaños y dolores de cabeza que le trajo el cargo de comisario de la Expo 92, un puesto que aceptó a regañadientes después de que se lo rogara Felipe González en varias ocasiones y se lo pidiera finalmente el Rey Juan Carlos I . «El hombre tranquilo», como algunos lo definían, se sinceró sin embargo en 2012, cuando en una entrevista concedida a ABC repasó su llegada a la Expo 92 y su marcha, sus turbulentas relaciones con Felipe González, entonces presidente del Gobierno ; el consejero delegado de la Muestra Universal, Jacinto Pellón, o Luis Yáñez, presidente de la Sociedad Estatal Expo 92. «La Exposición fue un éxito y algo tuve que ver yo en ello aunque ya no era comisario cuando se inauguró», confesó hace siete años a este periódico Olivencia, el hombre que aseguró que su peor defecto era el «perfeccionismo» y su rasgo principal «el sentido del deber y la paciencia».

Tortuoso nombramiento

«En octubre de 1984 me llamó el presidente del Gobierno, Felipe González, que había sido alumno mío. Me propuso ser comisario de la Expo 92. A mí, que estaba muy divertido viendo el desfile de comisariables y de quienes se proponían para el cargo, me sorprendió mucho su oferta porque jamás había soñado con tener ningún protagonismo. Felipe González me dijo que quedaban ocho años para la Expo 92 y al menos dos elecciones generales, que estaba seguro de que iban a ganar, pero de todas maneras me subrayó que necesitaba al frente de la Expo a un hombre que gozara del respeto de todos los partidos para que no hubiera oscilaciones políticas». Así describió Olivencia su primera toma de contacto con el socialista Felipe González para asumir la comisaría de la Expo 92.

Manuel Olivencia, con el rey emérito Juan Carlos I ABC

« En dos entrevistas, Felipe González me pidió que aceptara el cargo . En la primera ocasion le dije que no y él me dijo que tenía un prestigio disuasorio y que me lo pensara. Le dije que no entraba en mis planes porque me quedaban pocos años en activo en la Universidad y temía que afectara a mi bufete porque llevaba asuntos importantes de intereses públicos, como el del gas argelino y el del naufragio del petrolero Amoco Cádiz, construido por Astilleros Españoles. El presidente del Gobierno me dijo que podía llevar el gas argelino y del Amoco Cádiz porque no eran asuntos del día a día», contó el c atedrático de Derecho Mercantil Manuel Olivencia .

«Yo le dije a Felipe González que yo tenía que ser respetado por el PSOE y él me aseguró que, por supuesto, que de eso se encargaba él. En medio -declaró- hubo una conversación con el Rey y éste me convenció para que aceptara el cargo porque era un servicio a España y a la Corona».

Tensiones con Luis Yáñez

Olivencia fue comisario de la Exposición Universal de Sevilla desde de 1984 a 1991 , aunque no ejerció hasta 1985. ¿Por qué ese retraso en llegar al cargo? El profesor universitario y prestigioso abogado explicó que «estaba dispuesto a aceptar si dependía directamente de la Presidencia del Gobierno, no de la comisión del V Centenario, es decir, de Luis Yáñez-Barnuevo».

Si la Sociedad Estatal Expo 92 estaba bajo el control y autoridad del comisario, Olivencia tendría que haber tenido el rango de embajador. «Me dijo que se me daría ese rango pero Luis Yáñez se enojó al enterarse y Felipe González, en lugar de arreglar el decreto, nombró mediador a Juan Antonio Yáñez-Barnuevo, hermano de Luis, diplomático y discípulo mío. Al final, yo consentí ser subsecretario en lugar de ser secretario, pero la Sociedad Estatal V Centenario pasó a ser de la Expo 92».

El que fuera comisario de la Expo 92 tras dejar ese cargo, con el equipo del bufete que fundó ABC

Afección a su bufete

¿Afectó su cargo en la Expo 92 al bufete Olivencia-Ballester, que el fundó? «Por supuesto -indicó el que fue comisario-. No podíamos coger ningún asunto ni a favor ni en contra de la Expo 92, justo en un momento en que todo giraba a en torno a la Muestra Universal. No sólo yo me vi afectado de mi despacho sino que impuse limitaciones a los compañeros de mi bufete».

El embrión de la Expo 92 fue responsabilidad de Olivencia, quien recordaba su llegada al monasterio de Santa María de las Cuevas, que fue después pabellón Real. «Todavía había facturas de la fábrica por el suelo. Donde hoy hay una vegetación exuberante había entonces un sólo árbol y el ombú de la Cartuja. Afortunadamente, lo primero que pusimos fue un vivero porque dije que las obras de edificación e infraestructuras crecen al ritmo de los presupuestos generales del Estado, pero los árboles crecen al ritmo biológico», razonó.

Olivencia convocó el concurso de infraestructuras de la Expo 92 con suficiente tiempo porque sabía que para llegar a tiempo en una Exposición Universal era fundamental tener las infraestructuras y los pabellones comunes para que el resto de participantes comenzaran a construir sus pabellones. «Tengo que decir que José Luis Manzanares, de Ayesa, tenía entrado el plan director y los planes de infraestructuras el Miércoles Santo del año 87, el primero en que tuvimos presupuesto».

Llegada de Pellón a la Expo

«Ya estaba el terreno cercado, explanado, con los accesos y es cuando se decidió que viniera un experto para la realización y dirección de las obras. Ahí -según Olivencia- se produjo un cambio radical y político porque Pellón, como consejero delegado en la Sociedad Estatal, tenía una función muy bien determinada y, sin embargo, lo ensalzaron porque era del PSOE, como así reconoció él en la primera rueda de prensa a la que asistió».

¿Qué pasó para que siete años después de llegar al cargo, Olivencia renunciara a la comisaría de la Expo 92? El ingeniero de Caminos Jacinto Pellón y el jurista Manuel Olivencia eran dos personalidades diametralmente opuestas y no pudieron trabajar en equipo. Olivencia entendía que «el comisario era representante del Gobierno en la Expo 92, la máxima autoridad, y la Sociedad Estatal estaba bajo el control del comisario», algo que no aceptó Jacinto Pellón.

Manuel Olivencia, a la izquierda, junto a Jacinto Pellón ABC

Dos hombres y un destino

«Mis primeros nombramientos como comisario de la Expo 92 fueron -comentó- un interventor general y un abogado del Estado. Yo siempre tenía presente el libro de la legislación aplicable a la Expo 92 y Jacinto Pellón, quien era tenido por eficaz, me reprochaba: "Con el l ibrillo ese no se hace una Expo 92 y yo la hago aunque vaya a la cárcel».

Los gastos comenzaron a dispararse en la Expo 92 y Olivencia le exigió «papeles» a Pellón . «Hubo un momento en que le dije que me presentaba las auditorías internas o dimitía porque no podía estar en un sitio donde se me ocultaban las cuentas. Una noche Pellón llegó a mi despacho con unos archivadores, me los lanzó despectivamente encima de la mesa diciéndome: ¡aquí las tienes! Yo le expliqué que era un hombre pacífico y que si lo hubiera hecho la primera vez que se lo pedí, ¡cuántos disgustos nos hubiéramos ahorrado! Me contestó que me las había traído porque la misma persona que le había dicho que no le entregara ni un papel al comisario, le había dicho ahora que me diera las auditorías». ¿Quién era la persona a la que se refirió Pellón?. Olivencia aseguró que lo desconocía.

El catedrático de Derecho Mercantil con su equipo de trabajo cuando era comisario de la Expo 92 ABC

Dimisión de Olivencia

Las diferencias entre Pellón y Olivencia eran cada vez notorias y el choque de trenes era inevitable. «En varias ocasiones -aseguró- presenté mi dimisión porque no me sentía respaldado por Felipe González, que fue quien me nombró. No me la acepto hasta que el presidente del Gobierno me dijo un día que Pellón llegó a plantearle la disyuntiva: "O éste o yo". Fue entonces cuando González me dijo: "la mejor solución para todos y sobre todo para ti es que te vayas"».

Tras su marcha, Jacinto Pellón, consejero delegado de la Sociedad Estatal Expo 92, quedó como factótum de la Muestra Universal. Como comisario de la Expo fue nombrado Emilio Casinello, que fue compañero de Olivencia en el colegio mayor César Carlos y al que el comisario había traído siete años antes de México para trabajar con él en la Cartuja. El elección de Casinello no le dolió. «Sé que cuando le dijeron a Casinello que tenía que sustituirme se llevó un gran disgusto, pero como es normal aceptó porque era un funcionario. Recibió unos laureles que se mereció porque recibió a diario las visitas de Estado para enseñar la Expo 92 y lo hizo muy bien».

Sin invitación de honor para la Muestra

Se marchó Olivencia de la Expo 92 sin recibir indemnización alguna y cuando se inauguró la Muestra el olvido fue muy lacerante para Olivencia. Cuando se cortaron las cintas de inauguración en la Cartuja, el ministro Virgilio Zapatero le preguntó que le parecía la Expo 92. «Yo le contesté que no la había visto porque aún esperaba recibir una invitación de honor. Me dijo que me haría llegar la invitación; se la pidió a Jacinto Pellón, consejero delegado de la Expo 92, pero éste le dijo: ¡qué Olivencia venga a pedírmela!. Por supuesto, la invitación se quedó encima de su mesa. Un día organizamos una visita a la Expo con mi hijo Luis y compañeros que habían estado en mi equipo», relató el jurista fallecido en su despacho de la avenida de la Constitución con vistas a la Giralda.

La Expo 92 que vio no era la que él soñó, según confesó a ABC. «Hubo cambios y muchas tensiones políticas». Olivencia se refería al «PSOE y especialmente el PSOE de Manuel Chaves . Cuando llegó Chaves a la Junta cambiaron todas las tornas y lo digo en elogio de la amistad que aún tengo con José Rodríguez de la Borbolla, que fue también alumno mío». Cuando se le preguntó por qué el PSOE de Chaves se le puso de frente, Olivencia dijo que quizá sería «porque pensaron que estaban fabricando un líder de la derecha si yo triunfaba en la Expo 92».

Investigación del juez Garzón

«Yo procuré que la Expo 92 fuera un proyecto de Estado y que Sevilla no se endeudara con la Muestra, como ocurrió con la Expo del 29. Intenté que Sevilla recibiera beneficios, de modo que el Estado y los particulares sufragaran e invirtieran en la Expo. Luché para que las cuentas de la Expo 92 fueran equilibradas pero después se dispararon y se disparataron con las urgencias y la excusa de que había que llegar a tiempo», se lamentó el profesor de Derecho.

Olivencia tenía la conciencia tranquila de haber hecho todo de forma debida. «Hasta que llegó el señor Jacinto Pellón -dijo- todas las obras las hicimos por concurso: el cerramiento, acceso y explanación del terreno. Pellón llegó a la Expo 92 cuando se había convocado ya el concurso de infraestructuras», aclaró Olivencia, quien recordó que José Luis Manzanares, fundador de la ingeniería Ayesa, tenía entregados el plan director y los planes de infraestructuras el Miércoles Santo del año 87 », primer año en que tuvieron presupuesto.

« El Tribunal de Cuentas encontró irregularidades contables y el asunto pasó al juez Garzón , que decidió llamar a todos los cargos de la Expo 92 y al primero que llamó fue a mí, cuando el rebujito lo habían hecho en el balance final de la Expo 92 para encubrir aquello que yo había advertido. El primero que sufrió la pena de sufrir las escalinatas de la Audiencia Nacional fui yo, cuando precisamente a mí me cesaron por denunciar esas irregularidades».

El profesor y abogado Manuel Olivencia, en una conferencia que pronunció en 2012 ABC

Mirada atrás

¿Le mereció a Olivencia la pena el cargo de comisario después de tantos desengaños y sofocones? Olivencia fue tajante al contestar a esa pregunta: «Fue una experiencia única y volvería al aceptar el cargo pero no estaría dispuesto a pasar por algunos disgustos que aquello me proporcionó. Dejé todo por un sueldo de subsecretario, cosa que dudo mucho que mantuviera el segundo comisario, Emilio Casinello. Yo bajé de nivel porque pasé de ser un abogado con éxito, ganando mucho dinero, a tener un sueldo de subsecretario». Cuando dejó el cargo no tuvo indemnización alguna del Estado. «Bastante indemnización tuve con volver a mi despacho, hacer lo que a míi me gustaba y lo que era mi profesión tras un paréntesis de siete años», concluyó.

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