El rincón de...

Javier García-Pelayo: «He muerto en demasiadas batallas, algunos patíbulos y duelos al alba»

Dice que su mejor producción son sus hijos y sus nietas. Pero este puntal de la factoría García-Pelayo ha dejado también otros hijos del agobio en su paso por la vida como mánager musical. Acaba de publicar la primera parte de sus memorias: «Sobre la marcha. Rock on»

Javier García Pelayo ABC

Félix Machuca

¿Me promete usted ser muy concreto?

Sí.

Pues demuéstremelo. ¿Cuántas vidas además de la que usa y gasta en estos momentos ha tenido?

Cientos. Y en el libro le dedico una página a explicarlo.

¿Cree por tanto en la reencarnación?

Sí. Creo que la materia ni se crea ni se destruye. Se transforma. Y somos materia y energía.

¿Y de todas sus reencarnaciones la mejor es esta que vive o es que de las otras no se acuerda?

Creo que todas las anteriores, en general, han sido vidas de pringao, muerto en demasiadas batallas, algunos patíbulos y duelos al alba y a florete. Con el mandoble me defendía mejor.

Usted estuvo en Jericó cuando se cayeron las murallas.

Fui uno de los esclavos que levantaron aquella muralla. Llegó un gachó tocando la trompeta y se nos cayeron encima. Fue un drama. También estuve en Numancia. Iba de paso. Pregunté por qué no nos rendíamos. Y me miraron muy malamente.

Usted tuvo una pequeña huerta hace mil años en Villar del Rio, Córdoba.

La única vez que recuerdo que morí de viejo. La huerta estaba a orillas del río Betis que ya empezaba a llamarse Guadalquivir.

Parece que su casta siempre fue de la de los perdedores en vidas anteriores. Ni que fuera del Betis…

(Risas) Son las que más me impresionaron y más recuerdo dejaron. Quizás hubo otras más ambles, pero no guardo registro de ellas.

Pero en esta vida actual lo ha bordado. Lo echaron de una academia sevillana por pegarle al director.

(Risas) Es cierto. A una compañera de estudios, que iba con minifalda y fumando, el director, borracho y ex coronel de la SS según rumores, la insultó y humilló. Y un caballero español como yo no podía quedarse parado, en ese momento.

Y tuvo un profesor culto, exquisito y homosexual...

Don Hilario. Una maravilla de profesor que me hizo valorar mucho la filosofía, la historia y las asignaturas de humanidades. Era un ente luminoso. Arrancaba la clase en punto. Un minuto después no entrabas en clase. Y te quedabas en el patio. Allí se oía los jolgorios de la clase celebrando sus ocurrencias. Un celador que estaba en el patio cuando lo escuchaba decía con guasa y despecho: lo que le gusta al maricón un plan de vuelta al ruedo…

Tampoco le fue mal en aquellos años sesenta en la discoteca de su hermano, en el Dom Gonzalo de Los Remedios.

Me vino muy bien. Me abrió nuevos caminos, conocimiento de músicas y músicos que marcaron mi profesión.

Usted se hace manager musical con los Gong en Torremolinos.

Me hice rock manager. El responsable de la infraestructura de un concierto.

Y allí traba amistad con los sicotrópicos.

Allí se despertó mi interés. La amistad la estreché algo después.

¿Es cierto que estuvo tres días de viaje volando con aerolíneas LSD…?

Sí. Sin turbulencias. Fue muy grato e instructivo. Aprendí cosas muy importantes de las que casi no me acuerdo ahora.

¿Rompió con la coca porque le ponían tan nervioso como los telediarios…?

Las cosas que más nervioso me ponían eran esas dos. Y corté por lo sano. Alguna que otra vez veo algún telediario.

¿Por qué dejo de ser beatnik para hacerse jipi.?

Porque el pensamiento beatnik tenía un componente nihilista que no aceptaba. El jipi me alumbró un camino: que el amor es el motor primigenio del universo.

Tengo entendido que a alguien relacionado con los Stones lo mando directamente al carajo. ¿Es cierto o leyenda urbana?

Al carajo no lo mandé. Se refiere usted al señor Mick Taylor, guitarrista. Simplemente le dije que no le llevaba la maleta y que se montara en otro coche y no en el mío. En ese momento no venía con los Stones.

El día que estuvo tras la actuación de Michael Jackson en Barcelona fue inolvidable…

Ha sido el artista con la producción más importante de los que yo he trabajado y como persona fue amable, simpático y me sonrió cuando le dije: «Mister Jackson now is your time».

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