La Iglesia investiga la cesión de inmuebles de una asociación de fieles al sobrino de la superiora

Las casas de las «Empleadas de la Inmaculada» en la calle Levíes y un chalet en Chipiona se han transferido a una fundación de los familiares

La casa de la Asociación Pía de Empleadas de la Inmaculada, en la calle Levíes J.M. Serrano

Alberto García Reyes

El caso se descubrió cuando los sobrinos de la madre superiora, ya octogenaria, se instalaron en una casa de tres plantas que conecta con la sede de la Asociación de Fieles que gestiona una residencia de mayores en plena judería de Sevilla. Y las investigaciones realizadas por el Arzobispado a partir de esta alarma lo han confirmado: los inmuebles pertenecientes a la Asociación Pía de Empleadas de la Inmaculada Concepción , situados en la calle Levíes, han sido transferidos a una fundación civil creada en 2015 por el sobrino de la superiora, hecho que le permite gestionar la residencia de mujeres jubiladas de esta institución y usar de manera personal tanto el edificio del Centro de Sevilla como un chalet que la asociación eclesiástica tiene en Chipiona , según pudo ayer confirmar ABC de fuentes directas. Este periódico también se puso en contacto con el Arzobispado para conocer la situación en la que se encuentra exactamente el caso y desde Palacio confirmaron que están investigando las presuntas irregularidades con la intención de recuperar un patrimonio que perteneció a a la asociación, dependiente de la Iglesia Diocesana, y que ahora está en manos de una entidad denominada «Fundación Madre Trinidad de Empleadas de la Inmaculada Concepción» , inscrita en el Registro de Fundaciones de la Junta de Andalucía el 16 de octubre de 2015 como entidad benéfica asistencial y sin presencia en su patronato de ningún miembro de la Diócesis, por lo que se estaría produciendo un caso de patrimonialización de unos bienes de los que se ha desprovisto a sus titulares legítimos.

Este patrimonio aparece incluso en la «Guía Diocesana 2018» , dentro de la sección «Otras formas de vida consagrada», y consta de la residencia situada en el número 16 de la calle Levíes y del edificio de tres plantas del número 6 de la misma calle, donde se habrían instalado los familiares de la superiora. Estos dos inmuebles están conectados internamente por el jardín, ya que Levíes hace una curva que permite tener acceso a una misma propiedad por dos puntos distintos. Es decir, componen una misma finca registral de 3.454 metros cuadrados , aunque por un lado está la residencia de «acogida de empleadas jubiladas» y por otro una residencia privada. Hasta ahora, tanto este inmueble como el de Chipiona formaban parte, por tanto, del patrimonio de la Asociación de Fieles. Pero a partir de 2015 se comenzaron a transferir a la citada fundación creada y gestionada por el sobrino de la superiora.

Todo transcurría con normalidad en la citada asociación hasta diciembre de 2013, cuando la hasta entonces superiora, Matilde Lozano , falleció. A partir de ese momento se hizo cargo de la institución una de las dos consagradas que quedaban , una mujer que superaba los ochenta años. Y entonces aparecieron sus sobrinos. Según la investigación del Arzobispado, que ha realizado ya una visita canónica a la calle Levíes para obtener información de los hechos, la responsable de la orden pidió ayuda a una sobrina para que le llevara las cuentas, ya que a su avanzada edad no se sentía preparada para afrontar esa carga. Desde ese momento, el desembarco fue paulatino hasta el punto en que varios familiares remodelaron la vivienda del número 6 para instalarse en ella.

La superiora, que ha sido llamada a Palacio, ha explicado a las autoridades eclesiásticas que pidió ayuda a sus sobrinos , pero que no tiene constancia de que el patrimonio se haya transferido a una fundación ajena a la Iglesia. ABC visitó ayer la sede de la calle Levíes para preguntar a la madre superiora por este asunto, pero ésta no quiso entrar en detalles, aunque aseguró que ya está todo arreglado: « Eso pasó y ya está solucionado , así que no hay ningún problema y no quiero hablar más con ningún periodista». Su sobrino no se encontraba en las instalaciones y la religiosa se desentendió de él cuando fue interrogada por sus gestiones: «Usted no puede hablar con él porque yo tampoco sé dónde está . Aquí teníamos un problema y él vino a solucionarlo, pero eso ya pasó».

El Arzobispado, en cambio, continúa con el proceso de investigación en marcha para recuperar los inmuebles inscritos a nombre de la fundación civil y desde Palacio aseguran que se están poniendo todos los medios canónicos y civiles para revertir esta situación claramente irregular de la que se están beneficiando terceros. El caso se está estudiando con abogados para llegar a una solución cordial porque la intención de la Iglesia es evitar decisiones «drásticas» . Pero por ahora todo sigue en manos de la citada fundación.

La Asociación Pía de Empleadas de la Inmaculada Concepción se fundó en 1952 gracias a la labor de la madre Trinidad Martínez Garfia . Su objetivo fundacional era el «trabajo apostólico con empleadas y acogida de empleadas jubiladas », ya que en aquella época eran muy escasas las mujeres trabajadoras y esta orden se propuso impulsar su integración en el mercado laboral a través de una residencia en la que pudieran vivir las desplazadas a Sevilla a causa de un empleo. Con el tiempo, la residencia se ha ido reconvirtiendo en un hogar para mujeres mayores que pagan un alquiler a la Asociación de Fieles para vivir ahí, lo que les da derecho a una habitación y a las comidas diarias. La madre fundadora, Trinidad Martínez, llegó a comprar una casa en Chipiona para llevar de veraneo a las residentes a partir de los años setenta, un patrimonio que posteriormente fue gestionado por Matilde Lozano. Hasta entonces, dicha asociación siempre rindió cuentas a la Archidiócesis , que es la institución que vela por los inmuebles ahora transferidos a la fundación de los familiares de la actual superiora, cuyos fines, ajenos a la Iglesia, son «la atención y asistencia social a las mujeres jubiladas y la promoción de la formación integral de la mujer para acceder al mundo laboral, educándolas en un ambiente de moral cristiana». Es decir, la misma idea, pero con otro dueño.

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