«Halleluyah» y besos al cielo de Sevilla para Marta del Castillo en el décimo aniversario de su desaparición

Miles de personas reclaman cambios en las leyes y el mantenimiento de la cadena perpetua revisable para los asesinos y violadores

La cabecera de la manifestación por Marta del Castillo en Sevilla J. M. R.

Javier Macías

Cuando en Sevilla se pronuncia el nombre de Marta , ya no hay que ponerle el apellido detrás para saber de quién se trata. Hace diez años y dos días, la noticia de su desaparición conmovió a toda la ciudad y a España. A lo largo de este tiempo, ni la Policía en la instrucción ni la justicia fueron capaces de resolver un crimen que clama al cielo. Porque, en este decenio, sólo está en la cárcel su asesino confeso , que ha cambiado su versión en infinidad de ocasiones para evitar que se descubra dónde está el cuerpo de la joven sevillana.

Este sábado, miles de person as (en torno a cinco mil según fuentes policiales) han salido a las calles de Sevilla para reclamar justicia para Marta del Castillo, y para pedir la repetición del juicio y que no sea derogada la cadena perpetua revisable . No sólo por ella, sino también por la enorme lista de víctimas que han sufrido crímenes similares y que ven cómo en muchos casos sus verdugos se encuentran libres tras haber cumplido una corta condena mientras el sufrimiento de los seres queridos no pasará nunca.

Cuando la multitudinaria concentración pasaba por la Avenida de la Constitución , un quinteto de viento-metal ubicado frente a la puerta de la Asunción de la Catedral, interpretó la canción «Halleluyah» de Leonard Cohen. Los gritos que recordaban a Marta, a Sandra Palo y a tantas víctimas allí representadas se acallaron. Se hizo un silencio desgarrador. Antonio del Castillo y Eva Casanueva no podían contener las lágrimas. Se agarraban sus manos buscando un consuelo mutuo. Fueron tres minutos de silencio, que tuvieron su eco en el Ramón Sánchez-Pizjuan, cuando el Sevilla FC saltó al césped recordando a Marta con una camiseta. Porque, como dijo José Luis, el portavoz de la comisión organizadora, «Hoy Sevilla se llama Marta del Castillo, hemos nacido en la ciudad de Marta».

Había decenas de pancartas, diecisiete de ellas representando a cada una de las comunidades autónomas que tiene España , simbolizando que no se trata de un caso aislado, sino que violaciones y asesinatos de este tipo son comunes en todo el país. También, por eso, a la marcha acudieron familiares de otras víctimas, como María del Mar Bermúdez , la madre de Sandra Palo ; Rafaela , la madre de la chica que sufrió una violación múltiple en Murcia ; la abuela de Míriam ; Pepi , la madre de Sandra y de Lucía ; la madre de Lucía Vivar ; Marianela , la madre de la niña asesinada junto a su padre en Almonte; o Inmaculada , la madre de Leticia Rocino , una niña violada y asesinada en Zamora. Todos y cada uno de ellos estaban en la manifestación para acompañar a la familia de Marta del Castillo y con un denominador común: muchos de los asesinos están ya sueltos o sus crímenes no se han resuelto años después.

Especialmente desgarrador fue el testimonio de la madre de Sandra Palo , que lleva 15 años luchando para hacer justicia. «El caso de Marta es muy sangrante, como todos, pero yo por ejemplo tengo a mi hija y sé dónde llevar un ramo de flores. Esta familia no sabe dónde está su niña. Cinco alimañas sí lo saben y sólo uno está en la cárcel, los demás están sueltos», dijo. María del Mar señaló que «es una vergüenza que hayamos tenido que estar viendo en la televisión las entrevistas que se le han hecho a estos individuos, me avergüenzo cada día porque yo no sé si les han pagado o no, no me importa, pero esos individuos no tienen derecho a replicar nada porque lo que han hecho no tiene nombre. No dan la cara, son tan sinvergüenzas que hasta las manos se las han tapado para no saber que se comían las uñas».

Todas las víctimas que acudieron a la manifestación pudieron dirigirse a los asistentes desde un escenario facilitado por el Ayuntamiento en la plaza de San Francisco. Una concentración que comenzó en los Jardines de Murillo y que terminó en junto al Consistorio hispalense. «Es apolítica» , decía un miembro de la comisión, «pero vamos a seguir luchando porque los políticos dejen de pelearse entre ellos y creen leyes justas, ya que las vigentes están obsoletas».

José Antonio Casanueva , el abuelo de Marta del Castillo, fue el encargado de hablar en nombre de la familia, pero no pudo. Las lágrimas y los nervios de este señor, que el 18 de diciembre (día de la Esperanza) fue proclamado el «Abuelo de España», le impidieron decir nada más que «gracias».

Terminaba el homenaje a la joven sevillana con una suelta de un centenar de globos blancos, como besos que han ido «al cielo por ella».

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