NAVIDAD EN SEVILLA

Doce escapadas de invierno por la provincia de Sevilla

A sólo un paso de la capital de Andalucía, patrimonio, historia, naturaleza y gastronomía ofrecen una amplia gama de posibilidades a los visitantes

Vista general de Carmona, con la Puerta de Sevilla en primer término ABC

E. B.

La provincia de Sevilla , turísticamente hablando, está muy influenciada por el tremendo peso específico de la capital, polo de atracción de dos millones y medio de visitantes al año según las cifras más recientes. Pero más allá de los numerosos y potentes encantos de la gran ciuddad, la provincia posee un sinfín de rincones muy apetecibles para cualquiera que desee hacer turismo alejándose de la muchedumbre. Desde el conocimiento de un rico patrimonio artístico, histórico y cultural hasta la gastronomía o el atractivo de magníficos parajes naturales, Sevilla ofrece al visitante una extensa gama de posibilidades para disfrutar de una escapada rápida de invierno de primer nivel.

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Alcázar del Rey Don Pedro, en Carmona ABC

Carmona, el peso de la historia

No puede faltar en cualquier plan de pequeña escapada desde la capital andaluza la visita a uno de sus municipios más importantes histórica y patrimonialmente. Carmona es una de las ciudades de mayor abolengo histórico de la provincia , de hecho. Fue intensamente romanizada y se convirtió en uno de los núcleos urbanos más importantes de la Bética. De esta época destaca la impresionante Necrópolis , visitable actualmente. Cuenta nada menos que con 560 yacimientos arqueológicos localizados en su término municipal. Pero hay mucho más. Si algo define a Carmona es la cantidad y calidad de su patrimonio. Destacan entre sus edificaciones, además de los palacios que salpican su casco viejo, el Alcázar del Rey Don Pedro (que es el parador de la ciudad), la iglesia prioral de Santa María, las casas-palacio, los conventos de la Concepción y de la Trinidad, los restos de la Vía Augusta y el Alcázar Puerta de Sevilla, fortaleza inexpugnable y gran referente turístico.

Carmona es centro de la Ruta Bética Romana , que recorre todas aquellas ciudades que atesoran parte del legado romano, desde Córdoba a Cádiz. Asimismo, pertenece a Ruta Caminos de Pasión , destinada a promocionar la Semana Santa de los municipios que la integran (Carmona, Écija, Marchena y Osuna) y a la Ruta de Washington Irving .

La monumental localidad, a sólo 30 kilómetros de Sevilla por la autovía que conecta con Córdoba y Madrid, ofrece también múltiples posibilidades de ocio, como hacer senderismo, montar a caballo, jugar al golf o visitar el zoo de la localidad. Sus yacimientos romanos, fortificaciones, palacios e iglesias la han convertido en reiterado plató de toda clase de filmaciones en los últimos años.

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Vista aérea de Osuna, con la Colegiata en primer plano EFE

Osuna, mucho más que Juego de Tronos

Enclavada entre la Sierra Sur y la Campiña, a 80 kilómetros de la capital por la autovía A-92, Osuna goza del encanto del ambiente rural pero también se beneficia de una historia y un legado que la convirtieron en toda una villa ducal , reflejo del poder de sus nobles. El reciente rodaje de la internacionalmente conocida serie Juego de Tronos ha relanzado su proyección tanto nacional como internacional, pero sus argumentos superan con creces este acontecimiento. La ciudad ha sabido conservar a la perfección un casco histórico en el que la piedra tallada es la protagonista, al igual que sus palacios barrocos, iglesias y conventos que albergan en su interior verdaderos tesoros artísticos. De igual forma se ha mantenido fiel a las tradiciones y costumbres, a su cocina típica y a su artesanía, pero sin quedarse anclada en el pasado, reforzando su oferta turística con modernas infraestructuras hoteleras, de comunicaciones y servicios.

La prolongada historia de la Urso turdetana ha legado interesantes monumentos y obras artísticas. Del periodo musulmán, posee testimonios arquitectónicos como la Torre del Agua y numerosos lienzos de sus murallas. La historia continúa con la reconquista a manos de Fernando III el Santo y su integración en la Orden de Calatrava, hasta que queda bajo el gobierno del Duque de Osuna . Es en este momento, entre los siglos XVI y XVII, cuando Osuna vive su periodo de máxima riqueza y esplendor, por lo que numerosas construcciones se enmarcan en el Renacimiento y Barroco .

Un buen ejemplo es el bello conjunto monumental formado por la Universidad , el Panteón Ducal y la Iglesia Colegial, que se enclavan en el promontorio que domina la localidad. En la sobria factura de la Universidad llaman la atención el patio porticado renacentista, el artesonado mudéjar del Paraninfo y las pinturas murales del Salón de Grados y la Sala del Oratorio. Por su parte, la Colegiata de Santa María de la Asunción (s. XVI), plateresca, cuenta con una magnífica colección de lienzos de José de Ribera «El Españoleto». A otro maestro del barroco español, Juan de Mesa, se debe la talla del Cristo de la Misericordia, en la capilla de la Inmaculada. Adosado a la iglesia colegial se encuentra el Panteón Ducal, con un patio y una capilla que son una de las muestras más armoniosas del Renacimiento andaluz.

En la Plaza Mayor , el centro del casco histórico, se ubican importantes monumentos, como el Ayuntamiento, el Casino, el Convento de la Concepción y la Torre del Agua. Este bastión defensivo almohade alberga hoy en día el Museo Arqueológico, en el que se pueden contemplar restos prehistóricos, piezas ibéricas, terracotas romanas y ladrillos visigóticos, entre otras colecciones de bronces y monedas. El objeto más famoso es el «Toro de Osuna», una pieza ibérica.

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Écija, con sus características torres ABC

Palacios y torres bajo el sol de Écija

Conocida con el sobrenombre de la «ciudad de las torres» porque de su caserío emergen once torres, nueve espadañas y numerosos templos, palacios y miradores, Écija constituye uno de los conjuntos monumentales más ricos de la provincia . En el límite con la provincia de Córdoba, a 88 kilómetros de Sevilla, se sitúa esta rica población cerealista bañada por el río Genil . Fue fenicia y más tarde romana, época de la que conserva una gran colección de mosaicos. Entre sus monumentos religiosos destacan las iglesias de Santa María, del siglo XVIII; la de San Gil, del siglo XV, de estilo gótico-mudéjar; la iglesia de la Concepción, del siglo XVII; y la de los Descalzos , barroca del siglo XVII, que recibió en 2010 en Estambul el Premio Unión Europea de Patrimonio y Cultura .

De su arquitectura civil sobresalen sus bellos palacios, algunos de ellos declarados Monumento Nacional, como el de los marqueses de Benamejí, del siglo XVIII, o el palacio de Peñaflor , famoso por su largo balcón de 59 metros, sus pinturas en la fachada y por tratarse del alojamiento de los reyes cuando visitaban la localidad. Las plazas, fuentes y miradores completan este conjunto urbanístico y arquitectónico de excepcional belleza.

La «sartén de Andalucía» o «ciudad del sol», además, cuenta actualmente con una amplia oferta cultural por lo que se requiere de varios días para descubrirla a fondo. Tampoco conviene olvidarse de su rica gastronomía y también del tapeo por los bares del entorno de la céntrica Plaza de España , conocida ahora como Plaza del Salón; allí están el Ayuntamiento y la Iglesia de San Francisco.

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Iglesia de San Miguel, en Morón J. M. BRAZO MENA

Morón, de San Miguel al Museo de la Cal

Morón de la Frontera , sede de un diminuto reino taifa, conserva importantes monumentos de la etapa barroca. Es también conocida por la cal, su festival flamenco (eso sí, en verano) y la historia del famoso «gallo» , ejemplo del carácter solidario, rebelde e independiente de sus pobladores.

Resulta indispensable en una escapada a esta localidad la visita a la que llaman «pequeña catedral de la Sierra Sur» , la iglesia de San Miguel Arcángel , edificada por once arquitectos entre 1506 y 1730 en estilos gótico, renacentista y barroco. Su torre campanario, de origen almohade y reformada en el siglo XVI, imita a la Giralda sevillana. En su interior destaca el sagrario de la Capilla Mayor y Sacramental, de los siglos XVII y XVIII. El recorrido también puede incluir la iglesia de San Ignacio de Loyola , más conocida como «de la Compañía» por edificarla los jesuitas en 1627, en cuya fachada barroca hay una imagen del Sagrario Corazón de Jesús, o también la iglesia de San Francisco de Asís (1541), templo proto-barroco de planta rectangular en el que destaca el retablo mayor del siglo XVIII y las esculturas barrocas de la Virgen de las Aguas (1618) y el Cristo de la Oración en el Huerto (1622).

Del edificio del Ayuntamiento, de 1593 y reformado en 1878, destacamos el reloj de Losada de su fachada, que guarda un gran parecido con el de la Puerta del Sol de Madrid. En su interior se conserva el libro de actas capitulares más antiguo de toda Andalucía (son de entre 1402 y 1426). También es recomendable visitar, ya al aire libre, las ruinas del antiguo castillo medieval; en los siglos XV y XVI los duques de Osuna lo convirtieron en una fortaleza-palacio e hicieron de él su residencia hasta que en 1812 los franceses lo destruyeron durante su retirada.

Fuera del núcleo urbano, la escapada puede incluir una visita a la sierra de los Esparteros , a una zona conocida como «aldea de las Caleras de Sierra», para visitar el Museo de la Cal , que posee dos hornos tradicionales de elaboración de cal del siglo XIX y dispone de visitas guiadas por expertos «caleros». El proyecto de revitalización de la elaboración de la cal artesanal de este municipio ha sido reconocido por la Unesco entre las mejores prácticas de salvaguarda del patrimonio intangible del planeta.

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Muralla musulmana de Marchena J. A. SUÁREZ

Marchena, secretos tras las murallas

Tan bella como desconocida por estar fuera de los clásicos circuitos turísticos o de rutas por la provincia, Marchena destaca por su monumentalidad, su urbanismo, su patrimonio artístico y el ambiente flamenco. Cuenta, además, con un importante patrimonio arqueológico, como atestigua el yacimiento de Montemolín, de la Edad del Bronce. Es obligado pasear por el barrio medieval de San Juan, con su muralla musulmana , y las puertas de Sevilla y de Morón. Casas señoriales, iglesias y palacios se suceden a lo largo del casco antiguo. También es interesante el Museo de Zurbarán, que muestra obras de este importante pintor español.

La visita puede comenzar en lo alto del cerro de la Mota , en la zona donde estuvo el castillo y luego el Palacio de los Ponce de León . De aquellos tiempos de esplendor solo queda la iglesia de Santa María de la Mota (siglo XIV), un templo de tres naves, mezcla de estilos gótico y mudéjar, con un torreón de cantería y ladrillo. En el interior destaca el retablo mayor, con las imágenes del Cristo Yacente y de la Virgen de la Mota, del siglo XVI. Encima del antiguo patio de armas del castillo está la Plaza Ducal, de estilo barroco, donde resaltan los balcones desde los que se contemplaban eventos en el pasado: desde corridas de toros a procesiones y hasta ejecuciones. En la actualidad la plaza está rodeada de viviendas. En la misma explanada se encuentra el barroco convento e iglesia de la Purísima Concepción, otro hito marchenero.

La iglesia de San Juan Bautista (gótico-mudéjar del s. XV), de cinco naves, es el templo principal de Marchena. Allí trabajaron artistas tan destacados como Zurbarán, Pedro de Mena, Francisco de Alfaro y Roque Balduque. Sobresale en este templo el retablo mayor, de 1523, con catorce tablas pintadas por Alejo Fernández, así como el coro barroco de Juan de Valencia (1717); en su sacristía está el Museo Parroquial de Zurbarán . Conviene no perderse el Arco de la Rosa, también llamado Puerta de Sevilla. Es un arco de herradura, reformado en 1430 gracias a una bula papal (por ello se colocaron los escudos del papa Martín V y de los Ponce de León) con dos torres laterales y un trozo de la muralla. Según una leyenda, su nombre se debe a que desde allí una princesa mora lanzó una rosa a un caballero cristiano. Además, puede contemplarse la Puerta de Morón, una de las entradas del antiguo recinto medieval. Junto a ella se techó el patio existente para alojar el Museo Lorenzo Coullaut-Valera , escultor de finales del siglo XIX nacido en la localidad.

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El centro de Utrera está declarado Bien de Interés Cultural ABC

Utrera: patrimonio, flamenco y toros

En plena Campiña, Utrera sorprende al visitante por su rico pasado histórico y su enorme patrimonio . Situada a sólo 35 kilómetros de Sevilla por autovía, es una de las poblaciones más importantes de la provincia. Un recorrido por sus calles muestra la prestancia de sus casas señoriales, sus iglesias y sus conventos. Entre los monumentos más destacados cabe citar el Castillo ; la parroquia de Santiago el Mayor , del siglo XIII, del que sobresale la Puerta del Perdón, de estilo gótico isabelino; la iglesia gótica de Santa María de la Mesa , de los siglos XV y XVI; el convento de la Purísima Concepción , del siglo XVI, declarado Monumento Histórico Artístico; la Casa de Arias Saavedra, la Casa Riarola o El Niño Perdido. Para sumar a todo ello, el Santuario de Nuestra Señora de la Consolación (ss. XVII y XVIII), patrona de Utrera, situado en las afueras de la localidad. En su interior sobresalen el altar mayor, presidido por la imagen del siglo XV de la Virgen de la Consolación, y el coro con artesonado de cedro del siglo XVIII. La patrona está muy vinculada a la mar y por ello es conocida como «la del barquito», por el objeto que tiene en la mano. Cuentan que una embarcación se estaba ahogando y solo encontraron los marinos salvación tras encomendarse a ella. Desde entonces cientos de peregrinos viajan al santuario a pedirle promesas. La imagen de la Virgen tiene en sus ropas múltiples lazos de colores que se le atribuyen a los milagros que ha obrado.

La localidad es una de las cunas del flamenco y sigue siendo célebre por sus festivales y por la cantidad de artistas nacidos allí, desde Bambino a las hermanas Fernando y Bernarda. También es origen de famosos encastes de toro de lidia y caballos de pura raza española. No debe obviarse la fama de los dulces utreranos, entre los que destaca el clásico mostachón, exquisito bizcocho plano que no debe dejar de probarse en una escapada a esta ciudad. Fuera del casco urbano pero en su término municipal se encuentra, además, la reserva natural del Complejo Endorreico de Utrera, formada por las lagunas de Alcaparrosa, de Arjona y de Zarracatín.

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Cartuja de Cazalla de la Sierra ABC

El poder natural de la Sierra Norte

La Sierra Norte de Sevilla se erige como todo un mosaico de paisajes tallados entre la naturaleza y sus gentes. Ocultos entre las dehesas navegan hilos de agua que encierran tesoros inéditos. La armonía de su paisaje, una sucesión de suaves lomas de pizarra, es rota por la presencia de otras rocas que hacen de estas sierras unas de las de mayor diversidad paisajística de Andalucía , causa de su inclusión en la Red Europea de Geoparques. La armonía de sus lomas invita a practicar senderismo en alguno de sus dieciocho senderos señalizados, como Las Laderas y Los Castañares , que, por otra parte, son una herramienta excepcional para avistar aves (sobre todo durante las migraciones), recoger setas -pie azul, parasol, faisán de jara y la amanita del césar-, observar la berrea del ciervo en el tránsito del verano al otoño o conocer la interesante geología de este espacio natural. Los que buscan mayor aventura, pueden practicar escalada, espeleología en las distintas simas, cicloturismo en la Vía Verde de la Sierra Norte , deportes náuticos en el embalse de El Pintado o dedicarse a la caza mayor durante los periodos habilitados para ello.

Visitar el corazón de la Sierra Norte, eso sí, no es posible si no se penetra en la cultura que la impregna. Su monumentalidad ( 26 Bienes de Interés Cultural y tres conjuntos monumentales , como el de Constatina), sus centros de arte (exposición de arte contemporáneo de la Cartuja de Cazalla de la Sierra) o sus quehaceres cotidianos -viñas y tribunas, anisados tradicionales, campeo del ganado, elaboración de chacinas, apicultura, fabricación de barricas de castaño, minas, batanes y molinos,…- satisfacen al visitante más exigente. La belleza y monumentalidad de municipios como Cazalla de la Sierra, Alanís, El Pedroso, Guadalcanal o Constantina , así como emplazamientos naturales de primer orden hacen de la escapada a la Sierra Norte uno de los clásicos para turismo de corto alcance desde Sevilla.

En ese último término municipal, Constantina, se encuentra el famoso Cerro del Hierro , antigua mina abierta desde la época de los romanos que ahora ofrece un espectáculo formidable al aire libre. Las responsables de esta singular belleza son las calizas, rocas que sufrieron una erosión parcial por efecto de la lluvia y de la nieve, dando lugar a este espectacular karst que hoy es reclamo para amantes de la escalada . Todavía permanecen algunas infraestructuras recuerdo de su pasado minero, como el antiguo trazado ferroviario que unía la explotación con la estación de Los Prados-Cazalla. Su acondicionamiento como vía verde de la Sierra Norte permite recorrerlo a pie o en bici. La ruta parte del antiguo poblado de la mina, donde residían los trabajadores, y de la Casa de los Ingleses, residencia de ingenieros y gestores de la mina venidos desde Escocia a finales del siglo XIX. Para conocer las singularidades de este monumento natural, nada mejor que recorrer el sendero Cerro del Hierro, una ruta de apenas dos kilómetros que se adentra en las galerías y túneles excavados en sus rocas. De allí, por ejemplo, salió el metal con el que se forjó el famoso Puente de Isabel II o Puente de Triana

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Santiponce no solo enamora por Itálica, sino también por San Isidoro del Campo A>BC

Santiponce, de los romanos a los jerónimos

Pese a su tremenda cercanía con la capital, Santiponce conserva una enorme personalidad gracias a su gigantesca riqueza patrimonial, centrada en dos ejes que son visita indispensable en lo que a la provincia sevillana se refiere: Itálica y el monasterio de San Isidoro del Campo . Ambas joyas históricas convierten a este municipio en un centro de interés de primer nivel a apenas diez minutos de la gran ciudad.

Los orígenes del conjunto arqueológico de Itálica se remontan al año 206 a.C ., cuando el general Publio Cornelio Escipión derrotó a los cartagineses en la Batalla de Ilipa y estableció un destacamento de legionarios en el Cerro de San Antonio, lugar donde ya existía una población turdetana desde el siglo IV a.C. Si bien al principio ambas comunidades convivieron en este espacio próximo al Guadalquivir, pronto el elemento romano impuso sus modos sociales y políticos. En la segunda mitad del siglo I a.C. la ciudad adquirió el estatuto municipal y, pasado el tiempo, durante el gobierno del emperador Adriano (117-138 d.C.), el de colonia, con lo que se equipara administrativamente a la metrópoli. Fue cuna de los emperadores Trajano y el propio Adriano , y punto de origen de buena parte de los senadores de la época. Actualmente, el conjunto arqueológico muestra al visitante un espléndido anfiteatro romano y da la posibilidad de pasear por el trazado de lo que fueron sus calles, así como de conocer las casas, edificios públicos, objetos de arte y vida cotidiana de sus habitantes. A sólo unos pasos, aunque separado de ese conjunto principal, se encuentra el teatro romano.

Al otro lado del casco urbano, por su parte, se encuentra el espléndido monasterio de San Isidoro del Campo . Fue fundado por Alfonso Pérez de Guzmán y María Alonso Coronel en 1301 donde, según la tradición, había sido enterrado San Isidoro de Sevilla . Sus restos fueron descubiertos y trasladados a León en 1063. Desde su fundación ha estado bajo la administración espiritual y temporal de diferentes órdenes religiosas. En 1432 los ermitaños jerónimos llevaron a cabo una profunda reforma en el monasterio, que se reflejó en el concepto de vida monacal y sustancialmente en la decoración. En este singular monasterio fortaleza, con doble iglesia, se yuxtaponen el estilo gótico con claras influencias del Languedoc y el mudéjar, en el que es visible la tradición almohade. Frente a la austeridad cisterciense, el monasterio jerónimo se decora con pinturas murales que conforman posiblemente uno de los conjuntos más notables de toda España . El monasterio fue ampliándose y enriqueciéndose con los siglos, llegando a contar con una torre, una espadaña, cinco claustros y, junto a las dependencias monacales, la procuraduría, la hospedería y las instalaciones agropecuarias propias de estas instituciones que pretendían ser autosuficientes. Durante el Barroco, este núcleo medieval se transformó con retablos (destacan los dos expuestos al público de Martínez Montañés), sillería y nuevas pinturas murales.

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Isla Mayor, en la misma puerta de Doñana ABC

La sobrecogedora Isla Mínima

Si el tiempo acompaña, un lugar que ha ido cogiendo fuerza como destino para visitas desde la irrupción de la triunfal La Isla Mínima , del director sevillano Alberto Rodríguez, es el Bajo Guadalquivir y la marisma sevillana. A sólo media hora de la capital, a las puertas del Parque de Doñana y ocultas bajo el mayor arrozal de Europa, cientos de especies de aves y un paisaje sobrecogedor por su amplitud y silencio sorprenden a quien recorre esos caminos al mismo nivel del mar y con el agua como elemento central. El lugar que sirve de escenario a la ficción cinematográfica está justo en esa zona, junto a localidades como La Puebla del Río o Isla Mayor y en los vastos llanos paisajes que las rodean. La propia Junta de Andalucía puso en marcha hace varios años una ruta con el nombre de la película.

La puerta de entrada a todo el universo del filme es esa población de poco más de 5.000 habitantes, Isla Mayor, un clásico pueblo andaluz de casas blancas y bajas y que funciona como epicentro de esta escapada. Más allá de sus ferias, el pueblo tiene algo más que ofrecer como su monumental y moderna iglesia de San Rafael o las conocidas como Casitas de los Ingleses, hogares de los colonizadores que, a principios del siglo XX, llegaron a las marismas para explotar los arrozales . La pedanía de Alfonso XIII completa la visita a zonas con población. Esta aldea aglutinó a los habitantes dispersos de esta zona de canales y plantaciones y el propio rey que puso nombre al lugar se encargó de habilitar la población poniendo la primera piedra de una iglesia, la de Nuestra Señora del Carmen, que hoy es su principal monumento.

Además, una vez superadas las viviendas comienza una red de caminos laberínticos y de arena cuyo trazado exacto sólo conocen los oriundos del lugar. Eso sí, existe la posibilidad de seguir las rutas trazadas más transitadas, siendo una de las más populares la conocida como la de los Olivillos, que reúne los elementos principales de esta espectacular e inquietante zona de la provincia: aves, canales y pequeños reductos urbanos e industriales.

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Castillo almohade de Alcalá de Guadaíra ABC

Alcalá: al pan, pan

Dominada por un cerro fortificado está la villa que surtió de pan a Sevilla durante siglos. Alcalá de Guadaíra , conocida también como la «de los panaderos» , posee un enorme y blanco casco urbano plagado de lugares interesantes, pero no sólo dentro de él se encuentran los principales puntos de interés en una pequeña escapada.

El principal monumento es el enorme castillo almohade , construido en torno a los patios de la sima y de los silos y flanqueado por once torres. Encierra edificaciones bajomedievales, entre las que destaca el Alcázar Real, y dentro del conjunto hay que mostrar especial atención a la Puerta de la Traición y la Torre del Homenaje . En los depósitos subterráneos todavía se pueden ver las marcas que el obispo Cardellach realizó durante su cautiverio, con el fin de no perder consciencia del paso del tiempo. A los pies de la fortificación también destaca un elemento novedoso, el Puente del Dragón , a la entrada del pueblo sobre el río Guadaira asemejando al fantástico animal. Conocido como «el guardián del castillo», es obra del ingeniero José Luis Manzanares, tiene 123 metros de longitud y está recubierto de mosaicos cerámicos como los trencadís de Gaudí. Ya en el casco urbano, son numerosos los edificios interesantes, en su mayoría de estilo regionalista y obra del maestro Talavera: el teatro municipal Gutiérrez de Alba, la Casa de la Cultura o el hotel Oromana. De visita obligada son también la Casa del Pósito, el Puente de Carlos III y el antiguo hospital de San Ildefonso (actual Ayuntamiento).

También hay que conocer el rico entorno natural de Oromana, a orillas del río Guadaira . Alrededor de 140 hectáreas de zonas verdes con una gran variedad de especies y plantas que hacen de este enclave un lugar idóneo para perderse y disfrutar. Se trata de un espacio natural con amplias zonas recreativas y bellos miradores desde los que contemplar las mejores vistas de la ciudad. En esta ruta, muy remozada en los últimos años para mejorar la experiencia, encontramos los molinos harineros que dan fama al lugar; sus orígenes están en la época islámica y disponen de un espacio para almacenar el grano y otro para moler.

A cinco kilómetros de Alcalá, junto a la carretera de Morón, está el castillo de Marchenilla (s. XV), que fue importante explotación agrícola, donada a Rodrigo Álvarez tras la reconquista. En 1474, en él negociaron las familias Ponce de León y Guzmán «Las Paces de Marchenilla», con las que se puso fin a la guerra entre los partidarios de La Beltraneja e Isabel de Castilla. Y en la zona de Gandul , por su lado, se encuentra el palacio del marquesado de Gandul y la iglesia de San Juan Evangelista. En la necrópolis de Gandul hay restos de enterramientos humanos del Calcolítico (hace 5.000 años).

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Entrada a calle de las Monjas de Lebrija ABC

Lebrija: la Gramática y la Giraldilla

Al sur de la provincia, camino de Sanlúcar de Barrameda, se alza Lebrija repleta de encantos no siempre conocidos por el turista tipo. Lebrija vio nacer a Elio Antonio de Nebrija , autor de la primera gramática de la lengua castellana , por lo que no es de extrañar que el municipio tenga gran importancia histórica. Pero, además de por la Gramática de Nebrija, también la tiene por su fecundo patrimonio.

El núcleo urbano de Lebrija se asienta sobre las laderas que rodean el cerro del Castillo , que constituye desde sus orígenes una vieja acrópolis fortificada y un lugar para disfrutar del paisaje. Las ruinas del Castillo de origen árabe del siglo XI conservan varios lienzos amurallados. Tiene una parte nueva reconstruida a los pies de la calle Cuesta de Castillo. En su interior encontramos la ermita de Santa María del Castillo, del siglo XIV, estilo mudéjar, que consta de tres naves y es sede de la patrona de la ciudad y de las cofradías de Jesús Atado a la columna y Santo Entierro.

El casco histórico de la ciudad de bonitas calles está lleno de casas señoriales y edificios públicos y religiosos. El centro de la población lo constituye la Plaza de España, donde está el monumento a Antonio de Nebrija. Pero si un monumento destaca sobre el resto, ese es la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva , de los siglos XIII al XVI y erigida sobre una antigua mezquita, A los pies de la nave izquierda se levanta la torre , inspirada en la Giralda (de ahí que le llamen la Giraldilla ) y que supone todo un símbolo de la localidad, y en el interior destaca la imaginaría del retablo mayor, presidido por la Virgen, obra de Alonso Cano. También es digna de mención la iglesia de Santa María de Jesús, en la propia Plaza de España.

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Vista de Estepa, con el Cerro de San Cristóbal en primer término QUINO CASTRO

Estepa, reino del mantecado

En todas las épocas del año merece la pena la visita, pero diciembre, por aquello de la Navidad y los dulces de estos días, parece incluso más propicio para una escapada a Estepa , en el extremo sureste de la provincia sevillana y a una hora por autovía. La villa, de enorme vocación industrial , es la cuna del mantecado y del polvorón, conocida en toda España, de hecho, como «la ciudad del mantecado» . El inicio de la comercialización del mantecado se produjo en el siglo XIX cuando Filomena Micaela Ruiz Téllez, conocida por el apodo «la Colchona» , se los diera a su marido, que era transportista desde Estepa a Córdoba, para que los vendiera en los mercados por los que pasaba. La fábrica «la Colchona» sigue actualmente comercializando estos dulces artesanos y es reconocida como la casa más antigua de Estepa. Hoy día existen 24 fábricas de mantecados, 20 millones de kilos producidos al año y más de 2000 trabajadores locales hacen de esta industria una actividad indispensable. Las ventas rondan los 50 millones de euros. Dentro de la Fábrica La Estepeña se encuentra el Museo del Mantecado.

Pero este balcón sobre el cerro de San Cristóbal es mucho más que dulces navideños e historias de conocidos bandoleros, y posee un rico patrimonio artístico e histórico para ofrecer al viajero. El conjunto del propio cerro es la principal visita a realizar. En él se puede recorrer la antigua alcazaba árabe, en la zona más alta, que posteriormente albergó el palacio de los marqueses de Estepa. Únicamente queda el solar, restos de algunos aljibes y algunas paredes. Allí se puede ver la Torre del Homenaje, que mide 26 metros de alto por 13 de ancho. En los días claros y despejados desde su cubierta se puede incluso divisar Sierra Nevada . Y en ese mismo conjunto, destaca la iglesia de Santa María, construida por la orden de Santiago entre los siglos XV y XVI sobre un templo gótico más primitivo levantado sobre una edificación musulmana y que es el inmueble de más ricos valores históricos conservado en Estepa (actualmente es sede del Museo de Arte Sacro). A su lado se encuentra el mirador llamado Balcón de Andalucía , así como el convento de clausura de Santa Clara, fundado en 1599 por los marqueses de Estepa.

Ya en el casco urbano, hay que hacer una parada obligada ante la emblemática Torre de la Victoria , único resto visible de la antigua iglesia del convento de los frailes mínimos de la Victoria. Es una torre de 40 metros de altura desde la que se puede observar gran parte de la campiña sevillana. Aquí fue fusilada por los franceses «La Torralva» , mujer estepeña relacionada con los guerrilleros de la resistencia local, como recuerda la inscripción tallada en los muros de la desaparecida iglesia de la Victoria.

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