Sevilla

La concentración de albergues en la Macarena desespera a vecinos y comerciantes

Usuarios pasan la noche y se lavan en el parque de los Perdigones donde hubo un poblado chabolista

Una persona tiende su ropa en el parque de Perdigones Raúl Doblado

Amalia F. Lérida

«Miedo no, pánico es lo que tenemos». Así se expresan los residentes y comerciantes de la Macarena por boca de sus líderes vecinales y de los testimonios de ellos mismos que no quieren dar su nombre por temor a represalias y a las amenazas que muchos ya han recibido. Ese «pánico» al que aluden procede de los usuarios de los seis dispositivos para personas sin hogar que en escasos trescientos metros se concentran en la zona, y de quienes llegan al barrio al socaire de la situación y de la «degradación que se está generando».

Esos recursos sociales tanto de pernoctación como diurnos son el centro de acogida municipal, en Perafán de Rivera; el centro de noche de alta tolerancia del Hogar Virgen de los Reyes , en Fray Isidoro de Sevilla; el centro de noche de baja exigencia , en Doctor Fedriani; el centro de noche de puertas abiertas , en Rey Juan Carlos I, junto al puente de la Barqueta; y, el centro Miguel de Mañara , en la calle Maimónides.

Largas colas

A todo ello hay que añadir el Centro de Orientación e Intervención Social (Cois) situado también en Perafán de Rivera, que es donde se recibe a las personas que necesitan ayuda llegadas de distintos puntos de España y del extranjero. Los días de atención se originan colas de entre 60 y 70 personas y los que se quedan fuera porque no pueden ser atendidos permanecen en las calles del barrio.

Más de 40 años lleva en el movimiento vecinal Ángel Hueso , presidente de la asociación de vecinos y comerciantes Pumarejo-San Luis , y afirma que la Macarena nunca ha estado así, degradándose por días «por tantos centros sociales como hay. «Las personas que acuden a ellos y los que vienen de fuera aprovechan una situación que se genera también por el efecto llamada, ya que en provincias cercanas a Sevilla no hay albergue municipal», considera.

Dos personas duermen en la calle ABC

Sexo, defecaciones, vandalismo, robos, drogas de todo tipo, alcohol, asalto a los portales de las casas para dormir, peleas, amenazas, escándalos, insultos, basuras... Todo eso llevan años soportando los vecinos y comerciantes de la Macarena, que ya han denunciado varias veces al Ayuntamiento la situación, sobre todo porque los hechos se producen a plena luz del día y junto a los colegios de la zona , por lo que los niños presencian estas escenas con frecuencia. Hueso relata que «los hurtos también están a la orden del día» entre los comerciantes de la calle Feria y que los artículos que sustraen son pequeños, pero valiosos para sus economías: paquetes de jamón al vacío, de mojama, latas de melva, colonias, cremas.

Y aunque no esté relacionado directamente con los albergues, no pasa por alto el caso de los alunizajes que ha sufrido un negocio de telefonía en dos ocasiones y, especialmente, el desamparo que tienen y la poca constancia oficial que hay de los hechos «porque poner una denuncia es un calvario». « Un trabajador no puede perder una mañana en una cola de una comisaría para poner una denuncia y tampoco la puede hacer por internet como nos han dicho, porque luego tiene que ir a recoger la copia impresa y ha de ponerse en cola», relata Ángel Hueso y añade: «Es necesario simplificar la burocracia y que haya más cercanía y facilidades para registrar las denuncias».

Desde la Asociación de Vecinos y Comerciantes de la Macarena sus representantes abundan en los robos y asaltos en supermercados y casas, uno de los más recientes hace días en un piso de la calle Torrijano. Darse una vuelta por la zona del albergue municipal y el comedor social del Pumarejo es ver entradas a patios interiores de los bloques que en otro tiempo estaban abiertas con rejas y candados cerrados a cal y canto, cuando no carteles de «se vende» o «se alquila».

Hay muchos vecinos que quieren irse del barrio y no pueden, porque también son conscientes del poco valor que tienen sus viviendas por mor de tanta degradación y de lo difícil que es pasear por las calles y parques, como indican los portavoces vecinales.

En el de Perdigones tampoco se puede estar «después de lo que se luchó por levantar el asentamiento chabolista que había aquí y lo lindo que lo han dejado todo, que tiene hasta su bar dentro», relata una vecina asidua al recinto. Desde hace meses, de noche, personas sin techo duermen, se acomodan dentro y se lavan en la fuente, para, por la mañana, recoger sus enseres y volver al atardecer.

Ángel Hueso junto a la muralla de la Macarena ABC

Un lugar donde dormir

Usuarios del parque y trabajadores de comercios y bares cercanos aseguraran a ABC que estas personas, que no son siempre las mismas, llevan meses acampando allí de noche y que por la mañana temprano se marchan dejando restos de basura. Aseveran que son usuarios del albergue y de los dispositivos sociales que hay cerca. En este sentido, Hueso pide más vigilancia policial que disuada a estas personas y que se dote de contenidos turísticos a la torre como, por ejemplo, adaptarla para que sea un mirador, para atraer más público.

La calle Adelantado, a pocos metros del parque, es otra guarida de los sintecho. Concretamente un solar en el que hay una obra que está cerrado con una puerta metálica de corredera. En los huecos de los zaguanes también se meten o en el patio interior de un bloque de esa calle que, de momento, no tiene cancela en su acceso.

También les llama la atención la poca vigilancia policial que hay, aunque Ángel Hueso destaca, con ironía, que el pasado día 23, después de que la jornada anterior los vecinos acudieran a la Subdelegación del Gobierno a pedir seguridad, había un patrullero a las diez de la mañana en el interior del parque de Perdigones. En su opinión, gran parte del problema se podría solucionar proporcionándole a estas personas una ocupación en esos centros cuando no es hora de estar allí para comer o dormir, porque «como no tienen nada que hacer se van a la calle». «No obstante —apostilla Hueso— la medida que hace falta aquí es dispersar esos dispositivos sociales y no tenerlos todos concentrados».

De la misma forma opinan los representantes de la Asociación de Vecinos y Comerciantes de la Macarena y residentes consultados por ABC, que también están afectados por la proximidad a sus casas del comedor social de la plaza del Pumarejo.

Los asiduos al centro forman colas horas antes de la apertura en las calles Patricio Sáenz y Aniceto Sáenz, donde «las religiosas que regentan el comedor les dan un café y un desayuno temprano», relata una vecina. «Están ahí desde las ocho de la mañana formando escándalo y peleas y se orinan en los portales y en la calle haya o no coches donde refugiarse, porque en Eustaquia Barrón se quitó la zona de aparcamiento para que no pudieran resguardarse y defecar entre los coches y resulta que lo hacen sin taparse ni nada en la misma vía pública. Muchos vecinos queremos irnos de aquí, pero nuestras casas no valen nada con este ambiente», dice la mujer.

A todo ello hay que sumar el deterioro, suciedad y dejadez de las calles, de su mobiliario urbano, su pavimento y especialmente de la muralla de la Macarena.

Independientemente de lo que afecte a su valor histórico y arquitectónico, los vecinos lamentan que se esté desmoronando con el consiguiente peligro que eso conlleva para la seguridad y la incertidumbre que crea en caso de que haya fuertes vientos o lluvias. Aquí, en la muralla también se observa que las personas sin hogar aprovechan sus resquicios para meterse. Sobre todo en el espacio comprendido entre el lienzo y la barbacana. Burlan las cancelas con candado saltándolas o entrando por los huecos de la almena . En la esquina cercana al arco de la Macarena hay hasta colchones.

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