Navidad en Tres Barrios

Cómo vivir con 430 euros al mes y dos hijos

Juana Richarte debe 1.500 euros de comunidad, el agua, la luz y 900 de hipoteca. La renta es para comer, y tampoco llega

Arriba, Juana en el salón de la casa. La mesa de camilla no tiene ropa que abrigue y falta también la puerta que da al balcón ROCÍO RUZ

Amalia F. Lérida

«Mejor te echo las cuentas de lo que debo y acabamos antes» . Así responde Juana Richarte cuando se le pide que detalle cómo lleva la casa con 430 euros al mes que tiene de ingresos procedente de la renta andaluza de inserción.

Vive en Madre de Dios, junto a Los Pajaritos, uno de los barrios más pobres de España, en un piso de unos 45 metros cuadrados sin ascensor con su hija Escarlata Díaz de 12 años; su hijo, Antonio Díaz , de 21; y, Yara una perrita bulldog francesa que se la regalaron porque es sorda, y que solo quiere que la cojan en brazos.

A sus 46 años de edad y divorciada precisa la ayuda de familiares, de amigos y de Cáritas para salir adelante porque la que tenía de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Sevilla hace un año que no le llega.

Ni tampoco el trabajo para el que está preparada y que es su verdadera vocación: cuidar a las personas mayores .

No menos preparación y talento le falta como madre porque criar a una hija con 12 años que está en Primero de ESO y quiere estudiar Peluquería y Estética, y a un hijo con 21 que ha llegado ya a cuarto curso de Derecho (con beca) , no es tarea fácil y menos en sus condiciones vitales y menos en un barrio como Madre de Dios.

Pero, ¿cómo vive con 430 euros al mes?, ¿qué paga y qué deja de pagar?, ¿qué come? ¿de dónde saca la ropa?, ¿qué cenó en Nochebuena? ¿dónde pasará el Fin de Año? ¿qué le pedirá a los Reyes Magos? ¿cómo es su casa?, ¿y su nevera?

Juana, además de salud y dos hijos estupendos, tiene claro que ahora no tiene que enfilar la cuesta de enero porque ella la sube todo el año. Juana abrió las puertas de su casa a ABC para mostrarnos y contarnos su verdad. Una casa pequeña, de construcción endeble y humilde pero limpia, muy limpia y ordenada. Impoluto todo: el suelo, los zócalos, la lámpara del techo, la cocina, la barandilla del balcón, las superficies de los muebles... Hasta el sofá que es beige lucía sin viso ni lamparones. Hasta la nevera, tristemente, estaba «limpia».

Se nota el esmero que pone en lo que hace, en cómo adorna el pequeño arbolito de Navidad o armoniza una silla color madera con un mueble bajo auxiliar que nada tiene que ver pero que pegan con el estilo que ella le imprime.

Escarlata sale de su cuarto con una bata rosa y Antonio está al llegar. La madre señala el vano del salón que da a la terraza. Está sin puerta por lo que el frío que pasan se puede deducir ya que lo único que protege ese espacio fundamental de la familia son unas persianas que ha puesto sobre la baranda del balcón. Por lo demás, ni la mesa de camilla tiene ropa que la vista y abrigue a quienes se sientan a su alrededor.

Juana cuenta que los 430 euros que cobra los emplea en comer porque «comer es lo primero que se hace en mi casa y mis hijos no se quedan sin comer». En «comer» entra también lo que no se come: jabón, pasta de dientes, detergente para lavar, papel higiénico, champú... Es decir, productos de primera necesidad.

«Yo, si pongo un puchero —dice— me dura tres días; si planto un potaje, igual, y así voy titrando. Por la noche un sandwich y procuro también comprar pescado para mis hijos y fruta. Ellos no se quedan sin comer, eso se lo aseguro yo y siempre hay alguien que nos echa una mano. En Nochebuena estuvimos los tres en casa de una amiga mía y comimos tortilla de papas y pollo en salsa ». La ropa también la consiguen con ayuda y da la casualidad de que madre e hija tienen las mismas hechuras por lo que Juana usa la ropa de Escarlata. O la parte de arriba de un chandal de su hijo. ¿Y los demás gastos? «Lo demás —contesta— no lo pago. No puedo. No pago la luz ni el agua. De comunidad debo 1.500 euros y en la hipoteca, que es de 100 euros al mes, tengo un retraso de nueve. Lo primero en mi casa es comer. Y regalos de Reyes tampoco podré comprar».

Juana es consciente de que un día el banco puede disponer de la casa para cobrarse la deuda y de que le corten el suministro pero se resigna porque «qué voy a hacer si no me sale trabajo y el dinero que cojo es para comida».

«Limpiar, también limpio y, a veces, me sale una cocina, pero eso es poca cosa para todo lo que hace falta para vivir», añade.

A pesar de las penuarias puede decirse que Juana es una privilegiada de esta zona de Tres Barrios (Los Pajaritos, Candelaria y Madre de Dios) en donde cientos de familias no tienen siquiera esa renta mínima que cobra Juana. Una zona que engrosa la lista de los barrios más pobres de España, según datos del INE y a la que la Administración hace caso omiso a pesar de las cartas de quejas y manifestaciones convocadas por la plataforma vecinal que lidera Fernando de Armas.

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