Bolsos Casal, en la calle Sierpes
Bolsos Casal, en la calle Sierpes - ABC

El comercio histórico resiste gracias a la especialización y a la calidad

Los comerciantes piden una ley nacional para catalogarlos como patrimonio histórico de la ciudad

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Cada vez queda menos comercio tradicional o «histórico». La proliferación de franquicias y de cadenas comerciales ha convertido las tiendas antiguas en un elemento en extinción. En Sevilla todavía quedan bastantes. Aunque ni siquiera los comerciantes las tienen cuantificadas, casi todas se localizan en el centro histórico de la ciudad: en el entorno de la calle Sierpes, Sagasta, Alvarez Quintero, Chicarreros..

La mayoría de ellas subsisten gracias a su propio esfuerzo, a la especialización y a que los clientes buscan el sello de identidad que ofrecen. Entre esas tiendas está El Cronómetro, El Siglo Sevillano, Calzados Catedral, Velasco, Canales, Joyería Reyes, Juan Foronda, Maquedano, Galán, Bolsos Casal, Elena Bernal, Nicolás, Librería San Pablo...

Según Tomás González, presidente de Aprocom, la situación de estos comercios es uno de los problemas de la mayoría de las grandes ciudades del mundo ya que «no hay protección ninguna» pese a que, según asegura, algunas de estas tiendas podrían ser consideradas como patrimonio histórico de la ciudad.

Con esa idea, González sostiene que sería necesario hacer una ley a nivel nacional o autonómico que catalogara algunos de estos comercios para que fueran protegidos y pudieran subsistir.

Velasco en la calle Alvarez Quintero
Velasco en la calle Alvarez Quintero - ABC

Y es que el problema de estos establecimientos llega por varios frentes. Por una parte, en ocasiones ocurre que no hay relevo generacional para hacer frente al negocio y, por otra, que los comerciantes no pueden asumir el nuevo coste del alquiler cuando se trata de rentas antiguas y son actualizadas. Eso supone que muchos se queden fuera de juego y se vean obligados a cerrar.

Sin embargo, la decadencia del comercio histórico no es exclusiva de Sevilla. Ocurre en numerosas metrópolis hasta el punto que, según Aprocom, la desaparición de muchos de eso establecimientos emblemáticos provoca que la tendencia sea apariencia de «ciudades clonadas» ya que en todas hay el mismo tipo de comercio.

Y ello pese a que normalmente los turistas que llegan buscan «las señas de identidad» de la ciudad que pueden encontrarse en ese tipo de comercios históricos. De ahí la importancia que, para González, tendría legislar el tema y hacer como otras ciudades europeas donde incluso existen rutas de comercio para los turistas por los comercios históricos. «Hay que ponerle freno a lo que está ocurriendo», dice el presidente de Aprocom.

Desde estos comercios algunos reconocen que si subsisten es gracias a su propio esfuerzo y a que conservan su esencia, sus señas de identidad, frente a la invasión de productos extranjeros. Es el caso de Calzados Catedral, la histórica zapatería que lleva desde 1946 en la Avenida de la Constitución vendiendo zapatos para niños. Pilar Rodríguez, su propietaria, asegura que si resiste es gracias a su trabajo. «Aguantamos con mucha lucha y sin ninguna ayuda», dice.

Gracias a su localización, en frente de la Catedral, tienen un público muy variado: desde los clientes de siempre que le compran los zapatos a sus hijos a los numerosos turistas que llegan al a ciudad y quieren comprar calzado de flamenca. Tienen página web y también venden «on line». Pese a todo, dice sentirse «un poco sola frente al a marabunta» y admite que es muy difícil competir con las grandes cadenas o con los productos importados de China.

Trato personalizado

En parecidos términos se explica Pilar Abad, propietaria de Velasco, los conocidos almacenes de tejidos de la calle Álvarez Quintero que llevan en esa ubicación desde 1970 aunque el negocio se remonta a primeros de siglo. «Nos mantenemos gracias a la especialización y a que damos un trato más personalizado», afirma Pilar Abad haciendo hincapié también en que huyen de «la invasión» de lo extranjero. Por el contrario, siguen potenciando lo artesanal y el producto nacional. «Hay un grupo de gente que sigue queriendo no perder su identidad», recalca.

Sus clientes son, sobre todo, de la ciudad y del área metropolitana. Que llegan a Velasco a por un tejido especial o en busca de la exclusividad. Aunque tienen web y están en Facebook aún no se han pasado a la venta electrónica pero sí que mandan pedidos a otras ciudades. Pero también les llegan extranjeros que acuden a comprarse lencería. Algunos incluso repiten si vuelven a visitar Sevilla. Cuando se le pregunta si los políticos ayudan a comercios como el suyo, es clara. «Tienen muy buenas palabras, pero hechos reales, no».

Desde Maquedano, la sombrerería que lleva desde 1908 en la calle Sierpes, habla Cristina Vega, perteneciente a la quinta generación que regenta el negocio que confirma que se mantienen, además de porque el edificio es propiedad de la familia, por la especialización y la tradición del negocio. «Ha habido épocas muy difíciles, ahora estamos un poco mejor porque se ha ampliado el mercado», dice explicando que los sombreros eran antes sólo «cosa de hombres» mientras que ahora hay gente joven y muchas mujeres que los usan.

Entre sus clientes hay de todo. Desde los clientes «de toda la vida» que llegaban de pequeños a comprar con su padre a los extranjeros que, cuando llegan a la ciudad, van a por un sombrero.

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