Comercio

El comercio del Centro de Sevilla exige mejor transporte y parkings para competir con los «gigantes»

Más allá del entorno de Tetuán, los negocios reclaman medidas para que los clientes no huyan a centros comerciales de la periferia o a las compras «on line»

Aspecto de la calle Álvarez Quintero J. M. Serrano

Eduardo Barba

La desembocadura de la calle Tetuán de Sevilla bulle. También las confluencias de Velázquez y San Eloy con la Campana. Apenas se puede atravesar la calle sin tropezar con otra persona que transita a ritmo acelerado, normalmente de tienda a tienda y con una o varias bolsas en ristre. Metros más atrás ocurre algo parecido en el cruce con Rioja y, adelante, en la entrada a la angosta Alfonso XII.

El horario punta de una tarde de finales de octubre ofrece una panorámica comercial inmejorable en este punto neurálgico de Sevilla. Pero a veces hay que mirar más allá del escaparate y analizar a fondo. Y si se pone de verdad la lupa sobre el comercio del Casco Histórico hispalense , la realidad no es tan fulgurante como la que refleja esa arteria principal de la ciudad. Basta con alejarse un poco de ella para comprobar que la dura batalla que deben lidiar cada día los establecimientos del Centro, los tradicionales y los que no lo son tanto, tiene muchas aristas y agujeros negros.

Sólo hay que alejarse un poco y mirar bien. Y recorrer, por ejemplo, la calle O´Donnell o Méndez Núñez o Trajano o Amor de Dios o Martín Villa o San Pablo... Cualquiera de las adyacentes a esa vía principal de las compras que representa Tetuán y sus principales «afluentes». Incluso la señera calle Sierpes se resiente en estos últimos años de esa tendencia de las grandes ciudades y ha perdido peso de manera indudable.

«El negocio aquí no es el que era, ni mucho menos -expone en la puerta de su tienda, entre distraído y nostálgico, uno de los comerciantes de Sierpes, que prefiere no aparecer con nombres y apellidos «para no debilitar más el ambiente de la zona»-. Hay mucha gente en la calle, pero hay bastante de apariencia, pues se trata de gente que está paseando o turistas mirando o haciendo fotos a la calle. Pero entrar a comprar ya es otra historia, no entran como antes. Es otro tipo de público, sin duda. Antes venían clientes de verdad, gente de aquí, muchos de ellos incluso conocidos de la frecuencia con la que venían, pero ahora lo que hay es mucho paseante y mucho turista, no tanto clientes. Los sevillanos no vienen ya tanto a comprar al Centro sino a la periferia, a los grandes centros comerciales, que son más cómodos porque se va en coche con cierta rapidez y se aparca bien. No van a meterse en esta selva de Sierpes, de la Campana, del Duque... No compensa».

Cuanto más se aleja el paseante del núcleo irradiador, más se echa mano de esos argumentos vinculados a la comodidad de las compras . «A pesar de la peatonalización -explica una comerciante de O´Donnell -, que se supone que iba a traernos a más gente, las compras no han mejorado. Y no es sólo por la crisis, porque en otros sitios sí se gasta. Es porque resulta muy complicado llegar y meterse en este laberinto incómodo que es el centro de Sevilla, tan amplio, con tantas calles estrechas y unas comunicaciones tan malas». Al otro lado de la Plaza Nueva y el Salvador, el panorama es incluso peor en lo que hace unos años era prácticamente el motor comercial sevillano, el espacio que conforman las calles Placentines, Francos, Chapineros y Álvarez Quintero , donde sobreviven negocios muy tradicionales tras quedar un buen puñado de estos en el camino.

Sólo el eje que va de la Encarnación a la Alameda de Hércules a través de Regina y Feria muestra en los últimos años brotes verdes (esporádicos y muy relacionados con la hostelería y la alimentación) a raíz de la revitalización de este «puente» hacia el norte del Casco Antiguo por la construcción del Metropol-Parasol. Las famosas Setas de Sevilla han levantado una zona que estaba muerta comercialmente hablando con un tipo de negocio de corte más moderno y respaldado por un público más joven, aunque los cierres son casi tan frecuentes como las aperturas debido al alza tremenda de los precios de los alquileres en este entorno. «Para poder pagar el alquiler y todos los gastos hace falta vender mucho más, muchísimo más. Así se hace muy cuesta arriba por mucha aceptación que tenga la tienda», comenta el responsable de un local de alimentación de nuevo cuño.

El principal escollo

En este punto de admisión de un problema evidente, cabe preguntarse si fue antes el cambio de hábito social que lleva al público a las afueras o las dificultades de transporte y aparcamiento para adentrarse en el casco viejo de la ciudad a comprar. La cuestión es que la suma de ambos factores está provocando la huida de los clientes al extrarradio, la «turistización» de la clientela y la implantación y crecimiento de las franquicias y las multinacionales en la zona histórica, con la consiguiente estandarización estética añadida. Eso sí, a diferencia de lo que ocurre en otras urbes principales españolas, en las que se está intentando paliar el hábito social con un transporte público potente, con aparcamientos y, en definitiva, con comodidad para los clientes, en Sevilla las carencias para la movilidad siguen siendo enormes y suponen, con mucha diferencia, el principal escollo para los comercios céntricos.

Cola para coger el bus J. M. Serrano

No hay red de metro ni línea que cubra mínimamente el amplio espacio intramuros, lo que resulta crucial, pero tampoco el transporte público existente soluciona la papeleta: el taxi resulta caro por lo angosto y prolongado de los recorridos para adentrarse en el corazón urbano, además de escasísimo en momentos punta o noches delos fines de semana, mientras que el autobús municipal carece de plataforma única, lo que le permitiría ser competitivo, y su velocidad comercial y recorridos hacen que no sea una alternativa atractiva capaz de hacer que los ciudadanos dejen el coche en casa.

Prefieren echar mano de su automóvil. Pero ahí reside el otro gran hándicap, puesto que la política de construcción de aparcamientos disuasorios en el perímetro del casco viejo, esos que permiten dejar el coche a un paso del Centro y caminar, ha sido desastrosa en los quince últimos años y las carencias son gigantescas. No hay donde aparcar. De hecho, el Ayuntamiento no ha construido un solo parking rotatorio desde que pusiera en marcha el de José Laguillo en la primavera de 2007. Muchos proyectos que resultaban más que necesarios para acercar a los sevillanos a las tiendas céntricas se quedaron en el cajón: Barqueta, Alameda de Hércules, Prado de San Sebastián, bajos de Torneo, ampliación del garaje del Paseo de Colón... Nada. Faltan plazas. Y los responsables municipales se limitan a repetir el manido mensaje del uso del transporte público como si éste fuera ejemplar cuando es del todo deficitario. Eso cuando no hacen referencia a la bicicleta o los «itinerarios a pie», auténticas ensoñaciones frente a la realidad de la ciudad.

Un diagnóstico certero

Todo esta problemática esencial, especialmente la del transporte, ha quedado señalada en un informe encargado hace unos meses por el Ayuntamiento a la consultora Auren denominado «Comercio urbano y urbanismo comercial» , en el que se repasa la coyuntura actual del sector en Sevilla capital y se hace un diagnóstico de las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades. Entre las primeras se reflejan con absoluta claridad los problemas de movilidad y conectividad y, entre las amenazas, la «supremacía del uso del vehículo privado para ir de compras» y la «dificultad de acceso a las zonas comerciales urbanas». De hecho, el documento recalca la necesidad de «corregir los problemas de movilidad y conectividad en ciertas zonas», así como el «fomento de medidas de facilitación del aparcamiento a los consumidores». La consultora especifica también que las autoridades tienen que afrontar las «tendencias crecientes del uso del vehículo privado para la realización de compras y la necesidad de arraigar la cultura del parking, facilitando su uso al consumidor». Si no se construyen, poco se puede facilitar. Entre las conclusiones, el informe incluye como «acción prioritaria» la toma de medidas «de accesibilidad peatonal, rodada y aparcamientos» . La mejor conexión y la comodidad para llegar en coche y aparcar, por tanto, están detrás de buena parte del problema, aunque no son las únicas debilidades o amenazas que se señalan.

El diagnóstico refleja también entre esas debilidades el «superávit de superficie comercial» a causa de las aperturas de nuevos centros comerciales periféricos , al igual que una «falta de visión de comercio global, de Sevilla como destino de compras» y la «ralentización en la actualización o modernización de los establecimientos más tradicionales», aspectos a los que el actual gobierno municipal sí está intentando poner remedio tanto con campañas de promoción de la ciudad como destino global para compradores (se ha hecho hasta con el sector del lujo para abrir nuevos mercados) como con subvenciones a asociaciones gremiales para apoyar el salto tecnológico de las empresas más tradicionales, como ha ocurrido con Feicase y sus dos programas «Comprar en Sevilla» y, el año pasado, «Comercio Sevilla 2.0».

El estudio señala entre las «debilidades» del sector en la ciudad el «superávit de superficie comercial»

La suma de medidas de conectividad y de modernización y digitalización podrían permitir a los negocios céntricos actuar ante el reguero de aperturas de nuevos y amplios espacios comerciales en las afueras, una de las grandes amenazas señaladas en el informe de Auren junto al «avance del comercio sucursalista y franquiciado foráneo» . Pero resulta obvio que es necesario para este sector adoptar medidas cuanto antes, ya que la idea principal que se extrae de las encuestas a comerciantes que incluye ese diagnóstico comercial es la «fuerte pérdida de clientes en los últimos años» .

También se apunta la «oportunidad» que supone el salto a las nuevas tecnologías para los negocios tradicionales, aunque se señalan la lentitud y la falta de financiación para que el proceso avance. Unos prefieren olvidarse, otros se quedan en el camino y algún otro, a medio camino. Como la histórica tienda de Cuevas, en Hernando Colón. Un cartel lo recuerda: «Cierre de tienda física. Estamos en internet». Los tiempos cambian.

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