Sevilla

Los clubes de cannabis crecen en Sevilla a pesar de la presión policial

Casi medio centenar de estas asociaciones operan en la provincia buscando el amparo legal para el consumo de una sustancia cuya comercialización está castigada por ley y cuyos efectos contrarios advierten los expertos

La asociación Sevikanna es el club que aglutina a más socios de la provincia de Sevilla Jesús Spínola

Silvia Tubio

Cerca de medio centenar de clubes de cannabis operan en la provincia de Sevilla. Detrás de esta actividad, que está en pleno crecimiento , está la búsqueda de un amparo legal al consumo de una droga, la más demandada del país y cuyo tráfico está penado por ley. Estas asociaciones nacen auspiciadas por el derecho al libre asociacionismo como entidades que defienden el uso terapéutico o lúdico del cannabis. Sin embargo, los cuerpos policiales y la Fiscalía recelan sobre ellas y las tienen en su diana como posibles pantallas que ocultarían el verdadero objetivo: la comercialización de la marihuana.

Los últimos arrestos de miembros de uno de estos clubes en la provincia sevillana se conocían este lunes cuando la Guardia Civil daba a conocer la detención de tres personas y la posible implicación de una cuarta en un delito contra la salud pública . Todos ellos son miembros de una asociación de amigos del cannabis de Sevilla que tiene dos plantaciones de marihuana en sendas naves del polígono industrial Los Moreros , en Aznalcóllar .

Según el Instituto Armado, el pasado 14 de junio, los agentes del puesto de Aznalcóllar pararon una furgoneta en la carretera A-477 y detectaran un fuerte olor a marihuana que procedía del interior del vehículo. Al verificar la carga, hallaron cinco cajas de cartón llenas de macetas de plantas de marihuana. El conductor se identificó como miembro de una asociación de autoconsumo y condujo a los agentes a las naves donde cultivan el cannabis que distribuyen a los socios. La jornada acabó con tres miembros del club en el cuartel, entre ellos el secretario de la entidad, y con 400 plantas arrancadas.

«Nuestros clientes pueden acreditar que tienen sus profesiones y que no se dedican al narcotráfico. Sólo que les gusta consumir marihuana y han optado por el autoconsumo en lugar de irse a las Tres Mil Viviendas»

Los tres implicados han quedado en libertad y sin medida cautelares mientras se resuelve la instrucción judicial, según confirmaron desde el despacho de abogados Rull y Zalba , quien además lleva la representación legal de más de una treintena de clubes de Sevilla y de unos 70 del país. «Nuestros clientes pudieron acreditar que tienen sus profesiones y que no se dedican al narcotráfico. Sólo que les gusta consumir marihuana y han optado por el autoconsumo en lugar de irse a las Tres Mil Viviendas a adquirir los estupefacientes».

José Luis Rull, fundador del despacho, asegura que no ha perdido ningún caso desde que hace más de diez años defendió por primera vez al dueño de una plantación para autoconsumo . «El consumo no está penado y éste está establecido en cinco ó seis gramos al día por persona». Este letrado explica que para que la Justicia entienda que una plantación tiene como destino la venta a terceros, «deben recabarse pruebas como el dinero que se obtiene con esas transacciones, utensilios para la distribución de las dosis o que la droga intervenida supere con creces los límites del autoconsumo. Y eso en muchas ocasiones no consta en las operaciones que realizan los cuerpos policiales».

Plantación intervenida hace unos días a un club de Sevilla ABC

Lo cierto es que el Tribunal Supremo ha tenido pronunciamientos a favor y en contra de estas asociaciones. En febrero de 2018 absolvía a los cinco miembros de la asociación Ebers de Deusto porque no quedó probado que supieran que estuvieran realizando una actividad ilegal. Sin embargo, dos meses después confirmaba la condena impuesta por la Audiencia Provincial de Barcelona contra los seis miembros del club Ratja Vip de la Ciudad Condal porque «la constitución de la asociación se llevó a cabo para dar una apariencia de legalidad a lo que en realidad era cultivo y distribución de marihuana a terceros».

¿Pero cómo nacen estas asociaciones? «Se deben de dar de alta en el registro público . Para ello se constituyen con unos estatutos, un secretario y tesorero y un local como sede. Son entidades sin ánimo de lucro que operan como sociedades limitadas , aunque con una salvedad, no tienen que presentar cuentas», detalla José Luis Rull. Cada miembro paga una cuota anual, que ronda los 50 euros, y además abona la marihuana que adquiere en el club, limitada ésta a las cantidades que la jurisprudencia entiende que son para el autoconsumo. Así se defienden cuando les acusan de traficar con una sustancia ilícita .

La proliferación de estos clubes ha supuesto un quebradero de cabeza para la Fiscalía. El problema se detectó hace unos años en Cataluña y en el País Vasco, donde esta actividad arraigó con fuerza. En octubre de 2014 compareció en el Congreso el fiscal jefe antidroga, José Ramón Noreña, para explicar la postura del Ministerio Público, fijada en una instrucción interna de 2013, y en la que se exige investigar cada caso para descartar indicios de delito. Noreña no negaba que existieran clubes que nacieran para satisfacer el autoconsumo de sus socios; pero también advertía de ejemplos en los que se había detectado un negocio lucrativo detrás.

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