Luto en el Derecho sevillano
Clavero Arévalo, despedido con los máximos honores
El Parlamento de Andalucía instaló por primera vez la capilla ardiente en el salón de plenos, desde el que lo condujeron a la basílica del Gran Poder para el funeral de 'corpore insepulto'
La capilla ardiente de Manuel Clavero, en imágenes
El templo de la palabra estaba mudo ayer, cuando poco antes de las tres menos cuarto de la tarde se abrieron las puertas del salón de plenos del Parlamento de Andalucía, donde por primera vez se velaba un cadáver: el de Manuel Clavero Arévalo , el exministro adjunto para las Regiones del Gobierno de Adolfo Suárez salido de las urnas en las primeras elecciones legislativas democráticas celebradas en España tras la restauración monárquica tal día como ayer hace 44 años exactos.
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Clavero , que había pugnado en vida para que Andalucía accediera a una autonomía plena como la que el Gobierno del que formaba parte estaba dispuesto a concederle a Cataluña, País Vasco y Galicia , se ganó ayer el derecho a que velaran su cuerpo presente en el salón de plenos, hecho inédito hasta ahora en la historia de la autonomía andaluza. La presidenta del Parlamento, Marta Bosquet , defendió el lugar elegido para rendir el último homenaje al artífice del mapa autonómico actual: «El mejor sitio, el que se merece» .
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Pasillo del hemiciclo
El féretro con los restos mortales de Clavero Arévalo estaba emplazado en el pasillo central del hemiciclo, cubierto por las banderas nacional y andaluza , a los pies de un crucifijo de bronce . Un ramo de flores blancas estaba depositado a los pies del ataúd.
Sobre el antiguo presbiterio de la iglesia de las Cinco Llagas, una docena de coronas de flores enviadas por todo el arco político e institucional de Andalucía. Por cierto, las últimas en llegar al filo de las dos y media cuando la primera veintena de ciudadanos aguardaba para entrar al Parlamento, las de Unidas Podemos con franja tricolor de flores y la de la Fundación Blas Infante de la que Clavero fue patrono.
Dentro, sentados en sus escaños , contemplando en silencio las escenas de condolencia y respeto que le presentaban los ciudadanos anónimos que pasaban a despedirse de quien consideraban referente de la defensa del autogobierno andaluz, una treintena de parlamentarios y varios de sus familiares directos llenando las primeras bancadas para que el velatorio no quedara huérfano de ese calor humano tan difícil de conseguir en escenarios tan imponentes como la antigua iglesia de las Cinco Llagas.
Turnos rotatorios
Las consejeras Patricia del Pozo y Carmen Crespo fueron las primeras en velar mientras el cadáver estuviera presente en el hemiciclo, hasta las seis de la tarde en que la comitiva fúnebre partió hacia la basílica del Señor del Gran Poder, en la plaza de San Lorenzo. El Gobierno de Juanma Moreno había dispuesto turnos rotatorios que aseguraran la presencia de consejeros todo el tiempo.
El propio presidente de la Junta de Andalucía había recibido, junto a la presidenta del Parlamento, el féretro con los restos mortales del excatedrático de Derecho Administrativo directamente del tanatorio donde lo había velado la familia y sus allegados.
Moreno manifestó a los periodistas en la Cámara la sensación de pérdida irreparable de un « gran hombre y un señor, en mayúsculas, de la política y a una persona muy importante en la historia reciente de Andalucía».
Funeral en el Gran Poder
Por la tarde, a las seis y media, se ofició el funeral de cuerpo presente en la basílica del Gran Poder, del que el finado guardaba devoción. En el templo de la Palabra, el silencio sólo lo rompían las campanas doblando mientras dentro resonaban los ecos de la despedida en una misa concelebrada por el rector del templo, Borja Medina, y el delegado diocesano de la Pastoral Universitaria, Pablo Guija , para resaltar la dimensión académica del exministro.
Además de la familia, asistieron, entre otras personalidades, los consejeros de Presidencia y Hacienda, Elías Bendodo y Juan Bravo , respectivamente, y el rector y la presidenta del Consejo Social de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro y Concha Yoldi .
