Así era la casa de la marquesa de Nervión que Cruz Roja deja para turistas

El edificio de la calle Amor de Dios sigue la estela de otros inmuebles del Casco Antiguo para albergar viajeros

Uno de los salones de la casa de la marquesa de Nervión ABC

Javier Rubio

La casa de la marquesa de Nervión en la calle Amor de Dios se convertirá en apartamentos turísticos siguiendo la estela de otras residencias señoriales del Casco Antiguo que han encontrado una nueva vida como alojamiento para turistas.

Pero la casa de la calle Amor de Dios, 6 encierra mucha historia entre sus muros. Su última propietaria, la marquesa viuda de Nervión, la dejó en herencia a la Cruz Roja de Sevilla de la que había sido presidenta de honor hasta su muerte en 1986 . Desde entonces, ha estado en manos de la institución benéfica aunque los últimos catorce años ha estado sin uso.

Ahora, un proyecto pretende devolverle vida por la vía de la rehabilitación como alojamiento turístico. El archivo gráfico de ABC guarda el recuerdo de este inmueble justo en el momento del traspaso de la propiedad. Las fotografías conservan el aroma de una época irremediablemente perdida: la gran escalera de mármol, los suelos enlosados de ónice con color beige, negro y granate, los pesados cortinajes, sus dos patios...

El proyecto inicial de la Cruz Roja buscaba convertir la casa señorial en sede de su asamblea provincial como así ocurrió y disponer salones y patios para exposiciones y jardín botánico. Ahora, sin embargo, el uso será hotelero.

Una casa destacada

No es ni la mejor muestra arquitectónica de la casa palacio sevillana ni su trayectoria es diferente a la de otros muchos inmuebles de la aristocracia o la alta burguesía hispalense que han acabado reconvertidos en hoteles de lujo, pero sí es el último hito de un proceso que se revela imparable: la revitalización de grandes casas gracias a los turistas.

A punto de cumplirse 35 años de la publicación del indispensable «Cien edificios de Sevilla susceptibles de usos administrativos» del arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra , un buen puñado han acabado convertidos en alojamiento para turistas, acaso el único camino posible para su protección y conservación sin gravar las arcas públicas. Eso sí, a costa de perderse algo que puede definirse como la «memoria del edificio», esto es, la verdadera vocación con la que se construyó hace siglos, en muchos casos.

La casa de la marquesa de Nervión es un buen ejemplo de ello. Fue antes residencia de los marqueses de Valencina y sede de Correos. Los turistas que se alojen en sus funcionales y confortables habitaciones desconocerán que bajo esos mismos techos se agasajó a los Príncipes de Mónaco, Rainiero y Gracia , con un cóctel el domingo 18 de abril de 1966 por la tarde. La crónica de ABC de Sevilla resaltaba que los patios y jardines de la casa palacio «se hallaban artísticamente iluminados, y los salones adornados con grandes ramos de rosas rojas». Era la «tornaboda» del baile de debutantes en la Casa de Pilatos a beneficio de la Cruz Roja al que habían asistido, como estrellas rutilantes, Jacqueline Kennedy y Gracia de Mónaco.

Marquesa viuda

María Mónica de Arteche y González-Careaga , marquesa viuda del Nervión, vizcondesa viuda de Bernuy, grande de España y dama de la Reina Victoria Eugenia, era presidenta honoraria de la Cruz Roja sevillana, institución benéfica a la que estaba muy unida desde que en 1920 se diplomó en la Escuela de Damas Auxiliares y en la que había desempeñado los cargos de vocal y presidenta de su Junta de Damas por más de cuarenta años.

Bilbaína prima del primer conde de Arteche, se ganó el sitio en la aristocracia sevillana con su boda con Francisco Armero y Castrillo, tercer marqués del Nervión cuyo padre había cedido suelo de su propiedad del cortijo de Maestrescuela donde, andando el tiempo, se levantaría el barrio que perpetuaría la memoria del título nobiliario. María Nervión –como la conocía la clase alta sevillana anteponiendo, como se suele, su nombre de pila al título– vivió en esa casa del siglo XVIII reformada en 1928 hasta su muerte, el 15 de septiembre de 1986 a la provecta edad de 94 años, atendida por sus fieles Joaquín Muñoz Villalba y Concha Piñero , que la cuidaban en el «palomar», la parte alta de la casa a la que se retiró en los últimos años de existencia para mayor comodidad.

Majestuosa escalera

Sin descendencia, su última voluntad fue que esa impresionante casa señorial fuera legada a la Cruz Roja a cuyo engrandecimiento había contribuido notablemente organizando fiestas de la banderita y bailes benéficos. En el inmueble destacaba una majestuosa escalera de mármol blanco además del portaje de caoba, artesonados de madera, suelos de ónice, lámparas de bronce y cristal y zócalos marmóreos distribuidos por sus salones, despachos, alcobas, comedores y hasta un pequeño oratorio.

La joya de la casa era el cuadro de Alfonso Grosso de la inauguración de la Exposición Iberoamericana de 1929 que la marquesa donó en vida (16 de enero de 1981) a Patrimonio Nacional pero usufructuó cinco años. Hoy se exhibe en el Alcázar por expreso deseo de su anterior propietaria.

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