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Cabalgata de los Reyes Magos a su paso por La Campana - FOTO Y VÍDEO: JUAN FLORES

Cabalgata de Reyes 2017: Estrellas, serpentinas y brillos llevaron la magia y la alegría por todo el recorrido

Con cerca de tres mil participantes, salió con algo de retraso del Rectorado

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Sevilla vivió ayer uno de los días más bonitos del año. Será por la ilusión prendida en las caritas de los niños por ver a Sus Majestades de Oriente y pedirles ese regalo que se olvidó en la carta o porque los que dejaron hace años atrás su infancia rememoran los años en los que la magia lo hacía todo posible, el 5 de enero es una de esas jornadas en las que la ciudad nos abraza y nos sumerge en un remolino de risas y emociones insuperable. Ayer, cuando aún faltaban casi dos horas para la salida de la Cabalgata de Reyes Magos del Ateneo, la ciudad estaba nerviosa, con una agitación risueña que se transformaba en puro nervio en torno a la antigua Fábrica de Tabacos, desde donde, gracias a la Universidad de Sevilla, sale la comitiva más mágica del año.

En torno al edificio se congregaban las carrozas llena de bolsas de caramelos y rodeadas por nerviosos niños que esperaban su momento. La tarea empezó pasadas las tres de la tarde; algunos voluntarios guiaban con carteles a los pequeños hacia su carroza; otro los llamaba según el puesto que iban a ocupar, subían por una escalera y luego otro voluntario les guiaba a su lugar, sorteando las decenas de bolsas llenas de caramelos.

El ajetreo exterior se acompasaba con el interior donde cientos de beduinos esperaban pacientes, algunos sentados guardando fuerzas, otros paseando y haciéndose selfies, el inicio del recorrido. Muchos llevaban allí desde las 12.30 horas, cuando las 6 profesoras y 42 estudiantes del Centro José María, una academia de grado medio y grado superior de peluquería y estética iniciaron su tarea para poder maquillar a tiempo a más de 700 personas y lo hicieron: a las 15.15 horas ya habían casi terminado. En su primer año como responsables de esta tarea se mostraban muy satisfechos, felices; para lograr que los beduinos mantuviesen su tono de piel más tiempo han utilizado este año un maquillaje nuevo, que se aplicaba con esponja esterilizada y que permite una mayor fijación.

Beduinos reparten caramelos en la cabalgata
Beduinos reparten caramelos en la cabalgata - AFP

Entre los que se habían sometido a ese maquillaje había expertos y otros que se estrenaban, y también caras conocidas. Rocío, una joven sevillana, contaba que era la tercera vez que participaba porque, confesó, le encanta ver la cara de los niños; a su lado, Juan Luis, que se estrenaba este año como beduino animado por los comentarios de los amigos. Entre esos beduinos estaban también el marido y el hijo de la diputada del PP en la Cámara Andaluza Alicia Martínez quien les había regalado salir en la Cabalgata como obsequio por su onomástica, los dos se llaman Lucas. Junto a ellos, estaba también su hija Alicia que hace unos seis años ya participó en la Cabalgata y, curiosamente, en la carroza de Alicia en el País de las Maravillas. Muy cerca el novillero Rafael Serna, quien en 2014 abrió la Puerta del Príncipe de la Maestranza y se convirtió, con sólo 18 años, en el novillero más joven en hacerlo; Serna estaba dispuesto a disfrutar de un paseíllo con menos riesgo como beduino al igual que su amigo Marcos Venecia. Junto a ellos, Manuel Vázquez, dispuesto a subirse a la carroza de Gaspar, pues iba a ver su paje. El hijo del torero recordó que su familia ha estado siempre muy vinculada a la Cabalgata que, recordó, empezó a salir de la plaza de toros; su padre fue Rey Mago en 1959 y él fue paje cuando el torero Antonio Ordóñez salió encarnando a Gaspar en 1976.

El reloj pasaba ya las cuatro de la tarde cuando en la explanada de la salida de la Universidad que da a la calle Palos de la Frontera las carrozas estaban ya dispuestas, con los niños montados, y unos grandes globos con forma de estrella recordaban que este año el Ateneo celebra el centenario de su Cabalgata. Lo recordó también Luis Miguel Martín Rubio, que fuera Rey Melchor en 2006, y que ayer fue el responsable de presentar el acto de coronación de los Reyes Magos. Entre aplausos y gritos de los presentes, y tras los saludos de la Estrella de la Ilusión (Carolina Alés) y la diosa Palas Atenea (María Pérez Mellado), Martín Rubio recordó que la Cabalgata lleva un siglo llevando sueños e ilusiones a Sevilla antes de señalar que este año el rey Melchor (encarnado por Francisco Galnares, gerente de Syrsa Renault) venía a «lomo de un camello con tracción a las cuatro patas desde Francia». El Rey Melchor fue coronado por el consejero de Economía y Conocimiento de la Junta, Antonio Ramírez de Arellano, mientras que el presidente del Ateneo, Alberto Máximo Calero, coronó al abogado Joaquín Moeckel como Rey Gaspar y el rector de la Universidad, Miguel Ángel Castro, coronó al rey que «mejor sirve a Sevilla», Baltasar, encarnado por el alcalde de la ciudad, Juan Espadas.

El Rey Melchor, a la salida de la Universidad
El Rey Melchor, a la salida de la Universidad

Tras el acto de coronación, los minutos que pasaron hasta el inicio de la cabalgata se hicieron largos. No es fácil poner en marcha a las 3.000 persona que participan en el cortejo. Ese nivel de participación era impensable hace años, como recordaba Emilio Ramos Martín, que siendo presidente del Ateneo Emilio Serrano, en los años 50 estuvo organizando cuatro años la cabalgata. Entonces, recordó, la cabalgata salía de la plaza de toros, las carrozas iban tiradas por borricos y no se conservaban; los trajes de los Reyes y la Estrella de la ilusión se alquilaban y los niños que salían en las 10 o 12 carrozas (hoy son 33) se vestían ellos con sus trajes de comunión o ellas con los de novia de sus madres.

La cabalgata de ayer fue bien diferente. Los trajes, alegres, coloristas y hasta fastuosos transmitían alegría. Su director, Manuel Sainz, con la colaboración de su hermano Pepe, se esmeraron y en muchas carrozas esa alegría se expresaba con serpentinas que tiraban estrellas y que, durante unos minutos, se quedaban en torno a las carrozas, y transmitían magia, como sucedió con la Estrella de la Ilusión que pasadas las 16.45 horas inició su recorrido precedida por miembros de la unidad de Caballería de la Policía Nacional y el Heraldo a caballo. Muchos de los integrantes de las diversas carrozas elevaron al cielo su primer puñado de caramelos, en recuerdo de los que ya no están, pero después inundaron con esa dulce lluvia a los presentes. La alegría se desbordaba cuando fueron saliendo los reyes, a Melchor las huríes del Templo Oriental lo aclamaron antes de salir; Gaspar empezó a tirar con fuerza caramelos con nombre del abogado Moeckel y Baltasar tocaba las palmas cuando veía que empezaba su recorrido. Tras tirar su primer puñado al cielo e inundar de dulces el recinto de la Universidad se perdió entre los gritos de los sevillanos.

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