Día 44 de encierro en Sevilla: ¿cuándo van a abrir los bares?

Pasada ya la Feria doméstica, la siguiente cuestión es la de los bares, que está llena de incógnitas. De balcón a balcón sólo se habla de eso

Los barrios de Sevilla siguen totalmente confinados J.M. Serrano

R.S.

Una vez que ha pasado la Feria, que este año sólo ha durado el día del Alumbrado, el siguiente tema de conversación de los sevillanos se centra en cuándo van a abrir los bares. El alcalde rectificó después de que su equipo de gobierno diera orden a la Policía de permitir una cierta actividad, pero ahora la Junta habla en su plan de desescalada del 25 de mayo y de estancias de media hora . Esto ha desencadenado ya un montón de comentarios, la mayoría de ellos jocosos, como si el tiempo en el servicio cuenta o cuántas cervezas es capaz de tomarse cada uno en 30 minutos . Así han visto este día 42 de encierro en Sevilla por el coronavirus varios redactores de ABC.

Alberto García Reyes. Yo también estoy enredado con lo de los bares. Mis amigos se han puesto a hacer apuestas sobre quién bebe más cervezas en media hora, que es el tiempo que dice la Junta que permitiría estar dentro para evitar aglomeraciones y que haya cierta rotación. Pero yo creo que el debate no está ahí. ¿Qué más da cuántas te tomes en 30 minutos? Con esta medida, todo depende de cuántas tabernas haya en tu barrio. Basta con estar media horita en cada una y echas el día. O también se puede hacer lo que acostumbra otro buen amigo mío cuando llegamos a una barra. No falla. Siempre hace lo mismo. En cuanto el camarero lo mira, él grita: «¡dos cervezas!». Y acto seguido me pregunta a mí: «¿tú qué tomas?». Pide dos para él solo. Y hasta lo explica: «es que una es para la sed y otra para mí». La verdad es que es desagradable el tío, pero no nos vamos a engañar, lo estoy echando mucho de menos. Sueño ya con el momento en el que lleguemos a un bar y me vuelva a hacer su trampa. De hecho, lo he llamado esta mañana, cuando estaba cayendo el diluvio sobre Sevilla, y le he dicho: «¿has visto que día más bueno se ha puesto para quedarse encerrado en un bar?». Su contestación ha sido memorable: «para lo que está el día bueno es para quedarse encerrado en la fábrica de Cruzcampo». A estas alturas del confinamiento, sólo decimos pamplinas. Ustedes perdonen.

Andrés González-Barba. El que hubiera sido lunes de Feria ha amanecido en Sevilla con alerta amarilla. El intenso aguacero ha impedido que desde primeras horas de la mañana se vieran por Triana niños en la calle, a diferencia de lo que ocurriera este domingo. Sin embargo, conforme ha ido avanzando la jornada y mejoraba el tiempo, los menores se han animado a romper el confinamiento acompañados por sus padres, aunque fuera por un breve espacio de tiempo. Lloviera o no, las colas han continuado un día más en tiendas de comestibles como La Flor de Moguer, en Ronda de Triana, al igual que en los supermercados y en las farmacias del barrio. En las boticas, la tónica general sigue siendo la falta de mascarillas y guantes. En un día lluvioso como el de este lunes, el olor a tierra recién mojada se ha mezclado con el de la lejía que los trabajadores de Lipasam usan diariamente para desinfectar aceras y vías públicas.

Alejandra Navarro. Salir a la compra se ha convertido en una actividad de lo más estresante. Las colas en el mercado se hacen interminables por mor de esa distancia social que ni es social ni es distancia, y como si fueran un manojo de serpientes enroscadas, las filas se mezclan unas con otras de manera que, al final, ya no sabe uno ni a qué puesto te diriges ni qué es lo que quieres comprar.

Como viejas tras las cortinas, estamos al quite de los que se cuelan o de aquellos que no han pedido la vez y, ¡almas cándidas!, pretenden que alguien les avise cuando les ha llegado su turno. La mascarilla se ha convertido en el nuevo visillo, nos encubre y esconde. Pocas cosas nos provocan apuro o vergüenza si vemos que los salmonetes a los que les has echado el ojo están desapareciendo del mostrador o el que ha aprovechado para comprar la fruta aparece como por encanto diciendo que ahora le toca a él.

Discusiones, broncas… se palpa la tensión. Este es el país que «lucha» unido para hacer frente a la pandemia. ¡Que Dios nos coja confesados!

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