Feria de Sevilla

Los trabajadores, los imprescindibles para poder disfrutar en el real de Los Remedios

Esta fiesta grande de la ciudad, además de un importante impacto económico, genera miles de empleos temporales

Javier Carpio, uno de los agentes de la Policía Nacional que vigilan el paseo a caballos ABC

Jesús Díaz

La Feria de Abril de Sevilla , en esta ocasión de Mayo, está ideada cada año para el disfrute de los cientos de miles de sevillanos que a diario acuden a sus casetas para disfrutar con familiares y amigos, para encuentros empresariales y sociales, para bailar o cantar. Y en general, sin percartarse de todo lo que conlleva poner en marcha aquella ciudad efímera en el real de los Remedios dentro de la ciudad real.

Sin embargo, para que todo esté en un punto desde el sábado del «alumbrao» y que esta fiesta grande de la ciudad funcione como un reloj es necesario el trabajo y buen hacer de miles de profesionales que están al pie del cañón desde semanas antes, meses incluso, y desde bien temprano cada jornada de farolillos. Camareros, personal de limpieza, seguridad, cocheros, agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, los de los cacharritos, los empleados de los medios de transportes y un largo etcétera.

La Feria de Abril de Sevilla, además de la vertiente social, festiva y hasta cultural, en su rama taurina, tiene un factor económico muy relevante, quizás hasta con más peso que cualquier de los tres anteriores. Pero no sólo por el dinero que deja en la ciudad y el impulso que supone, sino también por el alto número de empleo que genera. En esta edición, tendrá un impacto económico en la ciudad por encima de los 675 millones de euros.

Uno de los casos de estas personas que hacen posible la Feria de Abril y, de otro lado, ven en la misma una oportunidad para ganarse « un dinero extra » es Aurora Farfán, quien colabora con su hermano Juan en la administración y gestión de todo rodea a la caseta de un grupo de matrimonios situada en Juan Belmonte 86-88 , desde la renovación administrativa de la misma, el pago de las tasas municipales, cobro de cuotas de socios, montaje, decoración, servicio de abastecimiento, seguridad o la diversión musical.

Y, por supuesto, el desmontaje, que cobra una especial relevancia teniendo en cuenta algunos de los elementos, «tesoros», que adornan la caseta, como un capote de «Espartaco» de 1972 o carteles de toros con «mucho valor».

«Todos dados de alta»

Desde noviembre los hermanos Farfán activan el « modo feria » para que los socios no tengan más que disfrutar cuando se encienda el alumbrado. Ellos contratan a siete camareros, un cocinero y dos ayudantes, y dos personas de seguridad. «Todos dados de alta».

La caseta nació al inicio de la década de los setenta del siglo pasado y ya estaba un miembro de la familia Farfán al frente de la «gestión» de la misma. Juan Farfán, padre, trabajaba en Abengoa y de aquel entorno laboral se origina este lugar de encuentro en la Feria de Abril, donde pasaron la infancia sus hijos. El papel de administrador o gerente , que ahora asume Juan Farfán hijo y su hermana, no es algo habitual en las casetas sevillanas.

Ella es enfermera y él trabaja en el departamento financiero de una empresa de ingeniería sevillana, pero tienen en la feria una fuente de ingresos extraordinarios importantes por su buen hacer para que el centenar de socios de la caseta vivan como en su casa.

Juan y Aurora Farfán, «gerentes» de una caseta del real de los Remedios ABC

Una vida de camarero

Siguiendo en las casetas, en este caso, «Arena y Farolillo» en Joselito el Gallo 56 , donde Antonio Barrios trabaja de camarero , lo que lleva haciendo dos tercios de su vida, que alcanza ya los 39 años. Forma parte de la plantilla que despliega un catering del Aljarafe sevillano para ofrecer el mejor servicio de abastecimiento a los socios de tres casetas.

Cuando son las diez de la mañana de cada jornada de farolillos Antonio y los cinco trabajadores, entre camareros y cocineros, que conforman la plantilla de «feriantes» de esta caseta de Joselito el Gallo están ya al pie del cañón. Y así, hasta las cuatro de la madrugada , al menos. De las comidas familiares se pasa las copas de los más jóvenes.

El sueldo puede oscilar para los camareros que trabajan en el real de Los Remedios entre los 1.000 y 1.200 euros, algunos incluso algo más. « Lo que puedo ganar en un mes , lo gano en una semana. Aunque se dan muchas horas», afirma Antonio, apostillado por una compañera: «No se gana las horas que se echan».

Las condiciones de descanso sí han cambiado . Atrás quedó dormir en colchones en la propia caseta y asearse en los baños de la misma, aunque siguen quedando algunos casos. Hoy, por suerte, los trabajadores, el poco descanso que tienen, al menos lo hacen en pisos compartidos que alquilan en la capital . Los más agraciados, los que viven cerca de Sevilla que pueden dormir en sus casas.

El «feriante» lo es por algo. Antonio después de Sevilla sabe que le queda dar lo mejor de sí tras la barra de alguna caseta en la feria de Sanlúcar la Mayor, Pilas o cualquier otro municipio del Aljarafe.

Antonio Barrios lleva más de 25 años trabajando de camarero en la Feria de Abril ABC

La noria del Prado

La diversión para los niños que, desde bien pequeño van conociendo e impregnándose del ambiente ferial, es una cuestión a no pasar por alto, sobre todo, para los padres. Y para ello, hay centenares de actividades de las que participar en la conocida como calle del Infierno , donde se concentran las atracciones de la Feria de Sevilla. Por encima de todas, destaca la noria , que este año está de estreno.

Al frente de esta atracción está la familia Berral , la misma que lo hacía en aquellas ferias del Prado de San Sebastián. Y en 1973 pasó a Los Remedios . Fernando Berral, que tiene 42 años, no había nacido aún y su padre ya montaba la noria, quien empezó en este mundo a los ocho años. La empresa cuenta con tres norias y asisten a ferias por todo el territorio nacional y en el país vecino de Portugal. También ponen su noria a disposición en Navidad en Sevilla.

Sólo descansan entre enero y abril, hasta una nueva Feria de Abril. Pero aprovechan ese periodo para el mantenimiento de sus atracciones. «Es nuestra forma de vida». En la Feria de Sevilla trabajan diez personas , por turnos, desde de las doce de la mañana hasta las seis de la madrugada. Aunque desde dos semanas antes ya están por la calle del Infierno para tenerlo todo a punto para la noche del «pescaíto», contando con una revisión técnica de un ingeniero.

Fernando Berral sigue montando la noria en la feria, como hiciera su padre en el Prado ABC

Vigilando a caballo

Y para disfrutar de una Feria de Abril tranquila no se ha de olvidar el papel de los efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que protegen a diario a todos los visitantes del real de los Remedios. Y un punto álgido de cada jornada es el paseo de caballos.

El Ayuntamiento de Sevilla oferta 1.400 matrículas para coches de caballos y 2.500 para jinetes . Los propietarios de estos vehículos deben solicitar la licencia, tener un seguro de responsabilidad civil con una cobertura de 300.ooo euros y pasar los diferentes exámenes técnicos.

«Nuestra labor principal es el buen desarrollo del paseo de caballos, que se lleve a cabo con normalidad, seguridad y soltura», afirma Javier Carpio, agente del Cuerpo Nacional de Policía perteneciente a la Unidad Especial de Caballería y que lleva nueve años trabajando en la Feria de Abril .

Pero no sólo es vigilar el paseo, sino que desde la posición aventajada que le da ir patrullando en el caballo están atentos a casos de niños perdidos, carteristas, pequeños hurtos o momentos de tensión y violencia en zonas puntuales. Así, desde las once de la mañana hasta las ocho de la tarde , momento del desalojo de jinetes y cocheros, el momento más intenso del día. En una jornada trabajan hasta 40 efectivos de la Unidad Especial de Caballería, de los 70 aproximadamente que conforman esta Unidad en Sevilla. Es consciente de que la tarde «varía mucho» con respecto a la noche en el real, donde se eleva el nivel de violencia y conflictos. «La tarde es más familiar y tranquila».

La «gran afluencia» de jinetes y cocheros al paseo hace más complicado su desarrollo, pero intentan que todo esté en unos parámetros normales de control, conducta y respeto entre los participantes. El objetivo:« Que nadie se vea perjudicado por lo que pueda suceder».

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