Feria de Abril de Sevilla 2022

Las sevillanas clásicas que no pasan de moda en la Feria de Sevilla 2022

Los títulos que no han de faltar ninguna primavera en las casetas del real

Feria de Abril de Sevilla 2022: Todo lo que hay que saber

El origen del baile por sevillanas

El top ten de las sevillanas para la Feria de 2022

Montaje de dos imágnes de la feria en diferentes épocas ABC

Luis Ybarra Ramírez

Si yo digo «Quiero cruzar la bahía», tú piensas «cuando ya los pescadores». Si sentencio que «Sueña la margarita», tú respondes «con ser romero» . Los clásicos no mueren. Y, aunque no quieras, si anuncio a voz en grito que «Andalucía es mi tierra», tú vas y lo completas: «Yo soy del Sur». Quizá no lo verbalices, pero está ahí, justo detrás de tu silencio. Quizá tu Spotify luce lleno de éxitos del rock anglosajón, pero el nombre del Pali te dice cosas, te lleva a sitios, a calles y sillas del revés, a gafas con cristal de culo de botella. Puede que tu movilidad sea similar a la de un cirio, pero intuyes, por el vuelo de los volantes que tienes enfrente, cuándo te has de dar la vuelta. Haber nacido y crecido en Sevilla implica todo eso .

La sevillana es una de las máximas expresiones del folclore andaluz. La más popular, valga la redundancia: del pueblo. Esa que en la industria de la moda sigue abriendo los primeros desfiles cada temporada y que se ha programado en espectáculos de todo el planeta. Los artistas que por aquí nacen beben de ella. Pertenezcan al mundo del pop o al de la ópera, beben de ella, pues la mayoría guarda en su memoria unas pocas letras por sevillanas y algún que otro recuerdo en el real de la Feria. Sopranos, oficinistas y flamencos, qué importa, crecieron con la misma música en casa. Hay sevillanas, como todas las que recogemos en esta lista de Spotify, que no pasan de moda. Tiene un motivo.

Nunca lo estuvieron. A Bayunco y Sal no se lo lleva la corriente porque está fuera de ella, como el camarón que se duerme. Sigue ahí, año tras año, como Salmarina , elegancia sanluqueña que con las ideas de Isidro Muñoz clama libertad: «Que yo no vendo nada/me aburre la oficina/y sé volar sin alas». La vida es eso que va pasando y no has notado que has vivido hasta que Pata Negra , o Albahaca, se para a zarandear tus cimientos.

La historia de una amapola la conociste a través del sonido de Los Marismeños o por Rocío Jurado . Y si digo «¡Viva Sevilla!» tratando de evocar el eco de esa mujer, tú respondes «¡Viva Triana!» Entonces empieza, sí, aunque no lo digas, la música. Está en tu cabeza. Como la voz afable de Manuel Pareja Obregón pintando retratos costumbristas: «Luna, sol, flor y mantilla». La gloria en tus manos al piano, el Gran Poder, el puente, vida mía…

Lloran los pinos del coto mientras el Soto se pregunta «qué habrá en aquellas arenas y en el color de ese cielo». El Rocío se nos cuela en la Feria de Abril cuando nos manda a todos para casa Camarón, que ha anochecido. Y María del Monte, allá abajo de la estampa que nos descubren los Amigos de Gines , yace en el mismo pinar, pero cantando, a la sombra.

Cuando es Martirio quien se lanza de lleno a la música popular de nuestra tierra surgen las 'Sevillanas de los bloques'. El costumbrismo se vuelve áspero, ya no es de Zuloaga, sino de los barrios; mucho más real. Por lo alto de una tapia va una maceta y el folclore sigue volando, ahora con Mártires del Compás . El Lombo echando la vista atrás, los Pérez-Vera con el bamboleo de una rama en las guitarras, los Hermanos Reyes al rasgueo de un compás veloz, pero en el origen de todo… No es más que retrato, acogida y evolución. Éxito asegurado por la cercanía entre público, autor e intérprete: todos son los mismos.

Se cae por este teclado Requiebros , junto a Manuel Melado, mirando cara a cara cada palo. José Miguel Évoras perdido en una calle de San Lorenzo con el señorío de Nomadejado mordiéndole el estómago. Siguen cayendo melodías, fotogramas y letras que lo rocían todo con su algo: el alma muerta por el amigo que se va, palabras del camino que hacen Los Romeros de la Puebla , El Granaíno con cien canastas rotas en la boca… «Lo tengo todo», me nace decir rememorando a Paco Taranto , al imaginar la feria de antaño en el presente.

Escribió Machado que «donde hay vino, beben vino; donde no hay vino, agua fresca» refiriéndose a nosotros; de nuevo, el pueblo. Tras dos años sin la primavera que conocíamos, con demostrada capacidad para ceder, pero nunca a acostumbrarnos a haber cedido, toca cambiar el agua por vino. Hemos recuperado la feria.

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