Feria de Abril de Sevilla 2019

El viernes, la Feria se queda sin batería

La fiesta se reduce a un ambiente más familiar, languidece en su recta final y el calor empuja a la playa. No resiste ni el móvil, sin carga ni memoria tras el aluvión de imágenes en busca de «like»

Feria de Abril de Sevilla 2019: Todo lo que hay que saber

Varias flamencas posan para la foto ante un móvil Juan Flores

Eduardo Barba

Que la Feria tenga la duración que ahora tiene, que se celebre en pleno mes de mayo y que encima empiece a apretar el calor, anunciándose para las siguientes horas temperaturas estivales, suponen un veneno demasiado potente como para no afectar a la fiesta y hacerla decaer en su jornada de viernes , antesala ya de los cohetes. Sin poder hablarse de desbandada, porque la capacidad de atracción del real no debe subestimarse, lo cierto es que el ambiente ferial sí se rebajó ayer de forma ya considerable. Como se notó en sus calles, en sus casetas, en las vías de acceso a Los Remedios y en las autovías que llevan a las costas gaditana y onubense , donde comienza la temporada de colonización hispalense. Uno de los grandes caldos fue el de 95 octanos en la gasolinera de Los Palacios.

Quedaron ayer los irreductibles o bien quienes debían cumplir con compromisos familiares pendientes o a los que el trabajo —sí, en Sevilla se trabaja también durante la Feria— les había impedido acercarse lo suficiente al otro lado de los puentes de las Delicias y Los Remedios. La resistencia, hablando en plata. Como pasará hoy. Con los termómetros por encima de los treinta grados esta vez desde muy pronto, al viernes se le colgó el cartel de media entrada, con ese ambiente familiar tan característico de las últimas horas de la semana sobre el albero y sillas de enea libres para elegir, hasta que por la noche el reguetón le fue ganando terreno a las sevillanas y otro público menos ortodoxo elevó el nivel de asistencia como pasa cada noche.

A mediodía e incluso primera hora de la tarde, a esa especie de paisaje tras la batalla le intentaba poner color la ya tradicional concentración de amazonas ante la portada para luego ser recibidas en la caseta municipal, donde antes se habían entregado los premios a las casetas mejor adornadas de esta edición ferial. Las miradas a esa hora en el recinto de Los Remedios estaban fijadas en la familia real holandesa , que vino a darle un toque de glamour al epílogo de la fiesta, como los grandes clásicos. Ajustándose a la norma, llovieron las fotos ante el grupo de jóvenes amazonas y muy especialmente con el objetivo puesto en los monarcas de los Países Bajos en la calle Joselito el Gallo. Porque eso sí que no falla ni en los estertores de la fiesta ni en ninguna de sus franjas horarias de cada jornada, el aluvión de fotos y vídeos con los móviles ardiendo. Desde los rostros de la nobleza europea al último farolillo descolgado de Costillares. La cámara no se detiene. La cosa es de tal calibre que en una caseta del final de Pascual Márquez sus socios se están planteando poner el año que viene enchufes y cargadores junto a la barra , desplazando la habitual vitrina de aceitunas y almendras. «Nos va a salir a cuenta, aquí ya casi lo que más se pregunta es si podemos cargar un rato el móvil», narraba uno de sus camareros.

El fenómeno apabulla. No se trata ya de una foto ante el histórico caballito de cartón, la caseta o la portada para tener un recuerdo propio, no, ni mucho menos. Se trata de publicar a los cuatro vientos cuanto antes un serial de imágenes de un supuesto éxtasis de diversión o belleza para que familia, amigos y media población nacional compruebe con envidia aquello del «yo sí estoy, tengo y hago» , tan sevillano, por otra parte.

Entre las bullas de las casetas la gente ya no busca un abanico, sino un cargador . No quieren invitar o ser invitados sino colgar un selfie . Pocos son quienes logran terminar las cuatro sevillanas sin que antes alguien de alrededor los haya grabado o fotografiado. Apenas alguno se ha salvado de ser carne de gif . Hasta una ronda por el Ratón Vacilón (y eso que es tan fugaz como un destello) termina con una instantánea que la empresa hace a cada familia en plena caída al abismo para luego colocar el anzuelo a cinco euros en papel o cuatro en WhatsApp ; diez segundos después, esa foto ha logrado llegar por arte de magia a toda lista de contactos y colocarse como «estado» para que nadie se pierda cómo enseña los dientes la suegra o cómo muestra su pánico la sobrina. El reino de lo banal en que vivimos encuentra esta semana en el campo de Los Remedios su mejor escenario, representación y caldo de cultivo. Like, like, like... Todo por mostrarle a los demás que se es feliz, eso dicen, o al menos por un rato. La happycracia se impone. Que se mueran los feos. Y los tristes. Y quienes quieren pararse a pensar en algo más profundo que enseñar a media ciudad lo bien que combina una flor en el pelo o el pañuelo en el bolsillo de la chaqueta.

La Feria es el mejor símbolo del presente, pues transcurre con fugacidad, se centra en la diversión y la imagen y es superada constantemente por la fuerza de la inmediatez . Que ya ayer señalaba al litoral y las chanclas. Durante la jornada del viernes la fiesta se fue quedando sin la poca batería que le quedaba, que hoy terminará agotándose, porque llega mal al final desde que la celebración es de siete días (más los dos o tres de vísperas) y no seis. A partir de mañana, o pasado, o el otro, qué más da, se volverá a conectar su cargador al enchufe, aunque los ritmos de Sevilla son los que son y tardará en completar la carga aproximadamente un año. En el que ni la mitad de las imágenes archivadas volverá a mirarse.

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