El rincón de Estrella Caballero Sansinena

«Las vajillas que hago son para usarlas, no para guardarlas en una vitrina»

Jefa del gabinete de dirección de una entidad financiera, le encanta tocar la batería, es traductora de Woody Allen en sus conciertos en España y ha hecho de la canina su marca como pintora de porcelana

Estrella Caballero Juan Flores

Félix Machuca

Cocer una vajilla, por ejemplo, a altas temperaturas, le resulta a usted poético. ¿Me lo explica?

Así es. Utilizo óxidos, pigmentos, lustres… Cuando la pieza está en la temperatura más alta, dentro del horno, en el poro penetran esos pigmentos, y cuando se enfría, al cerrarse el poro, lo hace suyo para siempre. Ya no hay vuelta atrás. Ya nunca desaparece. ¿No es eso poético?

No acabo de verle la rima…

Póngase en la situación. Lo que salga ya es imborrable. ¡Y la responsable de cómo quede soy yo!

Dígame cómo fue que usted se interesó por pintar porcelanas y venderlas por medio mundo.

La idea surgió tras un viaje con mi marido a Jingdezhen, China. Soy curiosa y creativa y tras verlo lo tenía en mente. Al volver tomé clases para conocer las técnicas, el manejo de pigmentos… y me puse a ello. Lo de venderlas vino después. Regalaba piezas a mis amigos y después comenzaron a llegarme encargos. Ahora los encargos me llegan por Instagram.

O sea, que todo comenzó en China. «Ex Oriente lux», se sentencia. A usted se le encendió la luz allá. Y aquí aprendió el oficio. ¿O es arte?

La pasión que pongo al pintar hace que cada uno lo vea de una forma. Los artistas son antes artesanos. Y cuando pienso que la pieza que estoy pintando ha pasado por manos artistas, por temperaturas altas previas, hace que lo vea más valioso aún.

¿Sus piezas son para uso diario o para encerrarlas en la vitrina y que nadie las toque?

Soy de vivir, de usar, de disfrutar, no de tener cosas para observarlas y no disfrutarlas. Mi casa es una casa con vida. Todo lo que hay en ella, que además me encanta, es para disfrute de mi familia y de mis amigos. Mis piezas están para vivirlas. Si se estropean o se rompen, las pintamos otra vez y ya está.

Y los motivos que pintan van desde el mundo de la fantasía infantil hasta las orlas vegetales. Pero algunas le he visto personalizadas, con imágenes de los clientes.

Pinto lo que me piden. Plantas, hojas, juegos para niños… una vajilla personalizada es parte fundamental de uno mismo, lo vas a ver cada día, así que tiene que gustarte mucho.

Me va a perdonar. Este mundo es apasionante. Pero su vida no lo es menos. Usted estudió en los EE.UU. ¿Y allí fue donde conoció a Woody Allen?

(Risas) Pasé varios años y temporadas, pero no. A Woody Allen lo conocí en mi tierra. Aunque lo vi actuar en Nueva York. La empresa de un amigo organizaba sus conciertos en España y me pidió hacer de intérprete. Por supuesto, acepté

O sea que Woody Allen vino después y en España. Pero no me la imagino estudiando Filología y concentrada solo en los estudios. Con lo que le gusta un concierto de música…

(Risas) Todos los martes, en Patrick´s, un garito de la ciudad de St. Peter, Minnesota, tocaba una banda que invitaba al público a tocar y cantar con ellos. A los gringos le encantaba el acento español…

¿En ese contexto roquero y un tanto heavy comenzó su pasión por la batería?

En mi vida siempre está la música. En cualquier ámbito y estado y todo tipo de música. Pero lo mejor de la batería ahora son las clases a las que asisto con mi hija. A ella le sirve de aprendizaje y a mí, además de eso, me divierte y enternece asistir con ella.

Además de compás, buen oído y flexibilidad de muñeca qué le pide a un baterista.

El baterista está siempre detrás, pero es quien lleva el peso de la banda aunque no lo parezca. ¿Se ha fijado en que, si en un concierto se va alguna nota, el resto de la banda se gira hacia el baterista? Por algo será.

Este año se nos fue uno maravilloso: Charlie Watts, Rolling puro de oliva. ¿Estaba entre sus preferidos?

Por supuesto. Pero nunca olvido al creador del Rock and roll, Earl Cyril Palmer. El lo inició todo.

Por cierto la calavera que le da marca a sus porcelanas ¿están inspiradas en el anillo de Keith Richard?

(Risas) ¡No, aunque tengo un par de anillos como ese! Mi tía abuela me hablaba mucho de la 'Muerte pelá' de Jerez de los Caballeros que es lo mismo que la Canina en Sevilla. Y yo quería mucho a mi tía Cata.

¿De ser baterista lo sería con sumo gusto de una banda de jazz, de reggae o de heavy metal?

(Risas) El sueño de mi vida es haberme ido de gira con la E Street Band...

 

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