COMERCIO

Medio siglo de El Corte Inglés en Sevilla: una revolución que puso la ciudad patas arriba

El próximo jueves 8 de marzo se cumplirán cincuenta años de la apertura del centro de la Plaza del Duque y de la transformación radical que trajo al comercio sevillano

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JESÚS ÁLVAREZ

Las crónicas de la época hablaban el 8 de marzo de 1968, fecha de la inauguración oficial de El Corte Inglés en Sevilla , de «un fabuloso parque comercial donde la necesidad de comprar se convierte en un agradable quehacer» y recuerdan los hitos del «centro comercial más grande de Europa» : inversión de más de 200 millones de pesetas de entonces (unos 500 millones de euros de ahora ), más de treinta mil metros cuadrados de superficie, temperatura climatizada («como si siempre fuera primavera», proclamaba la empresa), veintidós escaleras automáticas capaces de transportar a 16.000 personas por hora, ciento treinta y cinco metros lineales de escaparates , doscientos departamentos atendidos por casi mil empleados , siete boutiques de marcas nacionales e internacionales, supermercado (una absoluta novedad pues en ninguno de los dos de Madrid ni en el de Barcelona los tenían), aparcamiento subterráneo para doscientos vehículos y, lo más importante de todo, productos y artículos nunca vistos hasta entonces en Sevilla.

La publicidad de la compañía fundada por Ramón Areces afirmaba hace cincuenta años que allí «todos los sevillanos y cuantos visitan la ciudad encontrarán todo lo que se precisa para vivir bien , lo preciso y lo superfluo, todo lo que la técnica crea en beneficio del hombre».

La expectación era tan grande en Sevilla , casi como la de la llegada del hombre a la Luna, que en los primeros días de su existencia, el centro comercial de la Plaza del Duque , construido sobre lo que fueron las casas-palacio de Miguel Sánchez-Dalp y del marqués de Palomares (origen de una polémica urbanística que la empresa combatió rehabilitando y regalando a la ciudad la Casa de los Pinelo) recibió la visita de más de cien mil personas, que habrían llenado los estadios del Sevilla y del Betis.

Esa multitud llegada de toda Andalucía y Portugal pudo comprobar con sus propios ojos el advenimiento de la modernidad con un nuevo modelo comercial, de especialización y grandes marcas, que El Corte Inglés introdujo en toda España y que transformó para siempre los ejes comerciales de Sevilla: el sur-norte de Francos, Puente y Pellón y Regina , alrededor de la Encarnación , por el este-oeste de Puerta Osario-Puerta Real con el centro de gravedad en la Campana.

Con su irrupción en la ciudad todo cambió en un comercio sevillano que apenas renovaba sus escaparates y cuya manera de presentar el género, normalmente detrás del mostrador, marcaba una distancia entre el vendedor y el comprador con la que El Corte Inglés acabó para siempre.

Paz y hermandad

El cardenal Bueno Monreal, en presencia de Ramón Areces y del alcalde de Sevilla, Félix Moreno de la Cova, bendijo las instalaciones, obra de los arquitectos Blanco Solar y Medina Benjumea, aquel 9 de marzo de hace cincuenta años frente a una placa que rezaba: «Como símbolo de paz, trabajo y hermandad entre los hombres hemos logrado la feliz realización de este nuevo centro comercial».

El fundador de la empresa recordaba con orgullo que muchos directivos de El Corte Inglés «cobran más que un ministro» y que el último de los empleados recibía más de 6.000 pesetas al mes. Tampoco escatimó elogios a «la laboriosidad del obrero andaluz y su capacidad de adaptación».

Con esos sueldos, elevados para la época, El Corte Inglés terminó llevándose a los mejores vendedores, charcuteros, carniceros y pescaderos de Sevilla y Andalucía, lo cual contribuyó a su éxito comercial . Resultó éste tan grande y vertiginoso que hubo que habilitar la primera planta del aparcamiento para acoger al supermercado, inicialmente en la cuarta planta, y, más tarde, ampliar su superficie comercial casi diez mil metros cuadrados más, a la espalda de los ascensores, hasta la calle Alfonso XII.

El bar Duque

De su extraordinaria expansión comercial en aquella espectacular manzana de oro sólo se libraría el bar Duque, un pequeño establecimiento, pero con gran solera en la ciudad, que aguantó contra viento y marea en la esquina con Alfonso XII, sirviendo café y churros, el asombroso empuje de aquel gigante cuyos miles de clientes diarios propiciaron el florecimiento inaudito de bares, restaurantes y otros negocios de restauración en toda la zona.

En la planta baja, recuerda a ABC Antonio Barranco , uno de los empleados fundadores que aún trabaja en la empresa, estaban las secciones de complementos, ocio y hogar; en la primera, tejidos y boutique de la piel; en la segunda, moda masculina y niño; en la tercera, moda femenina y niña; en la cuarta, lámparas y muebles , aparte del supermercado; y en la quinta, deporte, terraza y restaurante.

Los pases de moda que se hacían en la terraza fueron una de las grandes novedades que trajo El Corte Inglés a Sevilla : «Había toldos y todo estaba rodeado de plantas. Hubo desfiles de moda allí hasta 1974 y venían actrices, actores y cantantes de la época como Rocío Jurado o Massiel», recuerda Barranco. Esos desfiles se trasladaron al club Pineda hasta su desaparición a finales de los ochenta.

El departamento de Oportunidades , origen de los actuales factory y out-let lo introdujo El Corte Inglés en 1972. «Era un taconcito que nos quedaba entre el supermercado y el montacargas en la planta cuarta y que lo aprovechamos muy bien. E l de Sevilla fue pionero en España y luego se implantó en los demás», recuerda Barranco.

El peor momento

Aunque luego vendrían Hipercor , el edificio de Nervión, en torno al cual se creó el nuevo centro comercial en la ciudad, y el centro de San Juan de Aznalfarache , el edificio del Duque siempre fue considerado, también por razones sentimentales, el buque-insignia de la compañía en Sevilla .

Su momento más difícil coincidió con las obras de peatonalización de la calle Tetuán, Plaza Nueva y avenida de la Constitución. Los autobuses ya no podían llegar a esa zona ni a la plaza de la Encarnación y el centro comercial quedó demasiado lejos para ir a pie, a lo que se sumaba la apertura de hipermercados con amplios y cómodos aparcamientos en la periferia.

«Estaban todas las calles levantadas y se notó mucho en las ventas , aparte de que coincidió con el inicio de la crisis económica», recuerda Barranco. Entonces se rumoreó que el Corte Inglés planeaba mudarse al nuevo edificio de Plaza de Armas , en la antigua estación de Córdoba , un traslado desmentido siempre por sus directivos y que nunca llegó a producirse.

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