El rincón de...

José Antonio Zamora: «El oficio del fotógrafo es recrear el tiempo sin tiempo como dice Paco Robles»

Calcula que ha hecho cerca de un millón de fotografías y que cuando viaja lo hace para encontrar en un rostro o en un paisaje una revelación

José Antonio Zamora Raúl Doblado

Félix Machuca

Ha viajado por medio mundo tras esa ballena blanca que, a veces, logró captar. National Geographic se lo ha premiado

¿Jamás se le ha olvidado la cámara?

Procuro que no se me olvide nunca. A veces me ha pasado. Y no hay más rabia que le dé a un fotógrafo que ver una foto y no poder hacerla.

¿La lleva, incluso, cuando va a comprar pan o a echar gasolina?

Llevo la cámara del móvil que se ha convertido en el ángel de la guarda de los olvidos.

¿Usted es de los que tienen la foto en la cabeza antes de hacerla o de los que esperan, con paciencia de pescador hemingwaiano, a que aparezca?

Soy de los segundos. Una foto es una partitura en blanco. Hasta que no llegas al sitio no sabes lo que te puede aparecer. En ese sentido tengo parecida paciencia al pescador del «Viejo y el mar».

En la tierra de Masái Mara se llevó dos semanas con un guía que dominaba el español más verdulero para fotografiar la migración de los ñús…

(Risas) El guía podía haber ayudado perfectamente a Camilo José Cela en buscar nuevas palabras para su vocabulario menos correcto pero aquel paisaje me impresionó, es uno de los sitios más maravillosos en los que he estado.

¿Qué no olvidará de aquellas dos semanas en Kenia?

El olor de la sabana al amanecer y las sensaciones que se viven dentro de ese mundo salvaje.

Sevilla sale bien en las fotos. Pero no sé qué olor le llega…

Sevilla siempre sale bien en las fotos porque es muy hermosa. Y yo creo que su olor es el de la primavera, el del azahar. Pero sería un crimen olvidar que su color veraniego es el morado de las jacarandas.

¿En las minas de litio del Salar de Uyuní (Bolivia) olió algo?

Son las minas de litio más importantes del mundo. Y abarca una extensión tan grande como la provincia de Granada. Allí se huele la pobreza aunque sus habitantes la visten con una dignidad elogiable.

Una pobreza que no se ve, por ejemplo, en el aeropuerto de Dubai.

El lujo de las mujeres es impactante. Van vestidas de negro y con sus velos típicos. Pero el rigor de su vestimenta contrasta con los collares y anillos de oro macizo y bolsos de marcas de muchos miles de euros. Pese a tanta riqueza, ves sus ojos y están marcados por la melancolía.

¿Hay ciudades fotogénicas que han sido inventada por los fotógrafos?

Hay ciudades muy antiguas que parecen existir para los fotógrafos. Venecia es un ejemplo. Córdoba y Granada son ejemplos igual de válidos, pero más cercanos y nuestros.

A mí, por ejemplo, me parece que la Lisboa vieja, además de fotogénica es muy real en su belleza…

Lisboa es para mí la ciudad ideal para vivir. Esto mismo se lo comenté a Paco Robles cuando la visitamos y no dejábamos de admirar el atardecer en la desembocadura del Tajo, que lo vimos completo y que es una fuente de inspiración para cualquier artista y para cualquier estado de ánimo.

A mí me parece que las ciudades en ruinas son también muy fotogénicas…

La decadencia, la ruina tiene también un encanto. O al menos son como una llamada a la puerta de la sensibilidad. Eso pasa tanto en La Habana como en Tombuctú. Pero mucho más cerca tenemos Medina Zahara que es toda una reflexión visible sobre el paso del tiempo.

Usted acaba de inaugurar en CICUS una exposición donde aparecen dos fotos del día designadas por la National Geographic que corresponden al Rocío. ¿Le premiaron la estética o el exotismo de una romería?

Yo creo que un conjunto de todo. Y sí sé que se quedaron bastante impresionados con la foto y me comentaron que parecían un cuadro en relieve.

Esa exposición se titula «El tiempo sin tiempo», un título muy cernudiano ¿por qué?

El alma mater de la exposición ha sido su comisario: Paco Robles. Y el título, tras el visionado de todas las fotos, se le ocurrió a Paco. Él mismo lo dice en el arranque de los textos del catálogo: «El oficio del fotógrafo consiste en recrear el tiempo sin tiempo».

Dígame un cielo y la luz que lo hayan sobrecogido por su belleza.

El rojo de la tierra y el azul del cielo que más me han impresionado son los del desierto de Atacama en Chile. Aquellos atardeceres dan la impresión de que el cielo está ardiendo y es una versión casi bíblica del final de los tiempos.

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