Editorial

Abrir una nueva etapa

La grave situación económica y política exige un rumbo distinto respaldado por las urnas

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De acuerdo con la Constitución española, la decisión más libre de un presidente del Gobierno es decidir cuándo disolver las Cortes y convocar elecciones. No tiene por qué justificarla y en situaciones de normalidad solo a él le corresponde dar este paso, eligiendo el momento que estime más oportuno. En el caso de Zapatero, su opción libérrima se había convertido en la más urgente y necesaria. La complicada situación de la deuda española ha sido el contexto determinante para el adelanto electoral anunciado ayer, además de los deseos del candidato Rubalcaba de medirse con Rajoy antes de que se pueda deteriorar aún más la economía. De este modo, en las pocas semanas que quedan de trabajo legislativo en septiembre, no se tramitará un nuevo presupuesto para 2012 y más de una docena de leyes presentadas en el Parlamento decaerán. El presidente Zapatero deja un legado de casi ocho años de gobierno en el que se mezclan numerosas improvisaciones con la puesta en práctica de un programa de izquierdas en materia de derechos sociales y de igualdad, por lo menos hasta que llegó la tormenta financiera y se hizo muy presente una de las peores crisis de la historia reciente. La peor parte de su herencia es tanto la situación económica, con reformas a medias y todavía por aplicar a fondo, como la polarización de la sociedad en derechas e izquierdas. Otros capítulos negativos son el profundo deterioro del sistema autonómico y el claro retroceso de la reputación de España en el plano europeo e internacional. Zapatero será recordado como el único presidente de la democracia que no dejó su impronta en política exterior, más allá de algunas ocurrencias poco relacionadas con los intereses españoles.

Estos comicios son una oportunidad para hacer justo lo contrario y abrir una nueva etapa que vuelva a reconectar con la moderación y los consensos de la transición política. Para ello, hay que dejar atrás ocho años en los que la labor del gobierno y el trabajo de la oposición han contribuido al deterioro de la calidad de nuestra democracia, hasta el punto de que la clase política se ha convertido en uno de los principales problemas del país en las encuestas ciudadanas. España se encuentra en una verdadera encrucijada, en la que no bastan medidas a medias ni tampoco una visión de los problemas solo económica o desde una única ideología. La Unión Europea ya no es la solución a los males del país, sino que el proceso de integración de continente se ha convertido en un desafío en sí mismo. Nuestro país tiene que ser capaz de ser parte de las soluciones a los retos europeos. El Partido Popular concurrirá a las elecciones con una ventaja amplia en las encuestas gracias a la percepción extendida de que tiene mayor capacidad de lidiar con las crisis económicas. Pero nada está decidido hasta el día en que se vote. La sensación de una victoria segura y fácil de Rajoy puede perjudicar a la movilización 'popular' y beneficiar a la del PSOE. Rubalcaba se muestra decidido a revertir la tendencia y que haya partido. Aunque pueda ser precipitado sacar conclusiones de los buenos datos del CIS, el arranque de su candidatura parece haber devuelto el optimismo a los votantes socialistas. Los guiños del exvicepresidente hacia el movimiento 15M es otro elemento que puede jugar a su favor. En cualquier caso, ante la actual situación de crisis económica y de desfondamiento político, lo más apropiado es dar la palabra a la ciudadanía y confiar en que el nuevo gobierno elegido por el próximo Parlamento sea capaz de restaurar la confianza y emprender las profundas reformas que se necesitan.