Editorial

Descrédito europarlamentario

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Las excusas alegadas por numerosos europarlamentarios para justificar el rechazo a la congelación de sus costosos sueldos y a volar en turista son perfectamente inútiles. Los eurodiputados han puesto un nuevo eslabón en la cadena de descrédito que padecen las instituciones de la Unión Europea. Las redes sociales, que ya demostraron su potencia al estructurar y propagar la rebelión en las dictaduras árabes, han actuado también aquí como catalizador de la conciencia crítica de la sociedad. Por primera vez, hemos asistido al repudio masivo de un claro abuso de unos políticos económicamente privilegiados. Porque la negativa frontal de los miembros de una Cámara que nos cuesta más de 1.400 millones de euros anuales a viajar en turista en los vuelos de menos de cuatro horas es, si cabe, más llamativo aún que el rechazo a una reducción salarial. Ni son justas las generalizaciones ni es permisible la demagogia en cuestiones sensibles, pero si los líderes de las grandes organizaciones políticas no imponen cuanto antes más respeto a los grandes valores, la desafección del cuerpo social al régimen pluralista se volverá irremediable e irreversible.