Apuntes

El lado malo de la ciudad de Cádiz

El perfil marítimo de la Bahía presenta un estado muy triste, suma de retrasos, negligencias o frustraciones de particulares y distintas instituciones públicas

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La capital gaditana tenía depositadas muchas esperanzas de progreso en la celebración del Bicentenario de la Constitución de 1812. Una de las vertientes de esas mejoras, además de las económicas, culturales o promocionales, era la urbanística, la estética y arquitectónica. Cuando una ciudad es sede e algún tipo de evento, o programa, de carácter nacional o internacional, la esperanza lógica y común es que se acicale, que muchos inmuebles y recintos, muchas plazas, calles y zonas reciban mejoras para quedar en perfecto estado de revista. Es lo previsible cuando miles de ojos van a descubrir o revisitar una ciudad. El Bicentenario, que tuvo varios aspectos positivos impagables, como el del impacto mediático, el turismo de congresos o el respaldo institucional en los grandes momentos de aquel año, dejó pendiente esa mejora estética. Al menos, en algunas zonas fundamentales de Cádiz. Una de ellas, el frontal marítimo de la Bahía, desde San Carlos hasta La Caleta, desde Alameda Apodaca hasta Santa Catalina, es una de las que más esperanzas tenía depositadas y, sin embargo, más expectativas ha frustrado. La suma de retrasos de proyectos, de malas gestiones particulares en fincas y de frustraciones en proyectos de distintas instituciones públicas suman un paseo demasiado triste para una ciudad necesitada de alegrías. Además, supone el abandono de un frontal que debiera reflejar parte de su mejor historia: la de las colonias, ultramar y la relación cultural o comercial con la orilla americana. No hace falta dar detalles porque todos conocen los casos del Colegio Beato Diego, El Olivillo, Náutica o Valcárcel además de una decena de edificios de viviendas vacíos y abandonados. No se trata de buscar responsables porque son casi todos, se trata de recordar que nunca es tarde para empezar a recuperar el tiempo perdido. Con o sin efemérides históricas de por medio.