EMPORIO DEL ORBE

EL OLIVILLO

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Hay personas, ciudades, o incluso edificios, a los que les persigue la mala fortuna. Sé que no resulta nada racional pensar así, pero crean que después de valorar posibilidades como: la mala gestión, la incapacidad o simplemente la ineptitud, y sin desechar ninguna de ellas, pienso que también el azar tiene algo que ver, como en casi todo. Díganme cómo si no es posible entender el estado de abandono que presenta el emblemático edificio racionalista del Olivillo. Dicen que desde sus orígenes a la obra le persiguió el infortunio, ya que, y aunque originalmente estaba proyectada para apartamentos, acabaría siendo el instituto de gota de leche por el elevado precio de las casas para ser, años después, el centro de salud que muchos conocimos. Al final, y tras demasiado tiempo cerrado, el edificio presenta un aspecto deplorable, de ruina prácticamente. Es evidente que ya no estamos a tiempo de que se convierta en la residencia universitaria que defendía el rector en 2008, ni tampoco en sede de la Escuela de Hostelería de Valcárcel. Ahora el Ayuntamiento, y viendo la que se avecina, da un ultimátum al propietario, a la Universidad, para que asegure al menos que no le caerá un cascote a cualquier viandante, y que eliminará los peligros que supone el que se haya convertido en la competencia más económica de la pensión Marqués. En fin, imaginen el papelón a representar por pimpis y guías cuando el año que viene, y con motivo de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura a celebrar dentro de los fastos del Doce, hagan un recorrido por el caserío de la ciudad: «Junto al muelle, porque es así como llamamos al puerto en Cádiz, la esperpéntica Aduana, más allá el monumental aparcamiento de Valcárcel para luego pasar junto al triste Olivillo.».