Editorial

Más gasto y menos ahorro

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Uno de los elementos más llamativos de la recesión ha sido la elevadísima tasa de ahorro familiar que se producía en los momentos más duros de la crisis, debida al temor generalizado al futuro que experimentaban los ciudadanos. Ahora, el fenómeno comienza a invertirse: según acaba de dar a conocer el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de ahorro de las familias e instituciones sin ánimo de lucro se situó en el cuarto trimestre de 2010 en el 19,8%, lo que representa un 4,3% menos que en el mismo período del año anterior. La actitud prudente de las economías domésticas influía negativamente en la propia crisis, formándose un círculo vicioso recesivo. En cambio, el hecho de que las familias decidan gastar más y ahorrar menos, a la vez que constituye una prueba de confianza, impulsa el crecimiento. Todo lo cual conduce a pensar que la sociedad percibe que estamos saliendo lentamente de la crisis. Si la economía es, en buena medida, un estado de ánimo según los clásicos, podría decirse que ese optimismo es el requisito que faltaba para que este país salga del pozo. Lo que no significa, ni mucho menos, que no haya que estar en guardia frente a las recaídas.