CARTAS A LA DIRECTORA

Que se cumpla la ley del voluntario

PUERTO REAL Actualizado: Guardar
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Iniciábamos el tercer milenio con la aprobación de la Ley 7/2001 dedicada al Voluntariado, que fue aprobada unánimemente por todos los grupos políticos del Parlamento Andaluz. Para algunos de los que estábamos trabajando en este gremio nos parecía que esta Ley sería una solución definitiva para regular las relaciones entre las diferentes Administraciones Públicas y las Asociaciones de Voluntarios dedicadas especialmente a la atención de Colectivos en grave riesgo de exclusión social; ilusos de nosotros que habíamos depositado nuestra esperanza en un instrumento inconsistente que solo ha servido para cubrir una apariencia política en unos tiempos en que sonaban muy bien frases como «solidaridad», lo «políticamente correcto», «la igualdad social», «la sociedad del bienestar».

Actualmente cuando se le habla de dicha ley a los políticos de turno, te miran con una cara de búho que impresiona, al menos algunos de los funcionarios son más explícitos y te contestan: «es que nosotros no trabajamos con esta ley»; ante esta respuesta el que se queda con cara de búho es el voluntario, que ilusamente pretende hacer valer sus derechos. Venir ahora con leyes nuevas es una utopía de gente ingenua. Y mira que la Ley 7/ 2001 tiene un aspecto precioso. 'El bueno de Manolo' nos dedica frases que emocionan: «El Gobierno Andaluz establece entre sus prioridades el trabajo coordinado y el apoyo al movimiento asociativo del voluntariado como instrumento participativo en las políticas públicas». «la Ley del Voluntariado de Andalucía parte del reconocimiento de que el carácter autónomo y dinámico del movimiento voluntario constituye un valor a proteger y fomentar».

Cualquier parecido con la realidad de la bondad de estas frases no es que sea pura coincidencia, sino que resulta un espejismo de enormes dimensiones y consecuencias. En cualquier caso existe un dato muy significativo que no me resisto a comentar. En la década de los años 90, el problema de las Drogodependencias ocupaba el tercer lugar en la preocupación de los ciudadanos; ahora paradójicamente ese lugar lo ocupan los políticos; posiblemente la opinión pública esté pensando que el poder es como una droga, lo malo es que algunos políticos no se quieren someter a un tratamiento de desintoxicación y deshabituación y ellos siguen y siguen sin tener en cuenta para nada el daño que están provocando en la Sociedad.

«Los que se quedan en el muelle viendo el barco zarpar tienen un presentimiento: ¡Sabe Dios si volverán!. Los que van en la nave rumbo a alta mar igualmente piensan: ¡Sabe Dios si cuando volvamos estarán»..