Editorial

Éxito alemán

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La previsión de crecimiento de la economía alemana en un 3% durante el presente ejercicio, anunciada por el Bundesbank, constituye un pronóstico alentador para la economía de los países de la Unión, que por sí mismo podría inducir una actitud más optimista en los actores industriales y en las propias instituciones. Siempre y cuando la satisfacción mostrada por el banco central alemán porque la recuperación de su economía es «cada vez más autosuficiente» no se convierta en un principio programático por el que Berlín se desentienda de la suerte que corra el resto de sus socios europeos. Alemania cuenta con un potencial de consumo interno capaz de reactivar su tejido productivo y de avivar, como el propio Bundesbank señala, los flujos financieros. Pero el indudable éxito que para su economía supondría crecer un 3% en un año en el que los demás países desarrollados -empezando por EE UU- siguen lastrados por la crisis podría desvanecerse si la proclamada «autosuficiencia» no se ve acompañada por el incremento de la demanda exterior. Hoy la recuperación europea depende de Alemania más que ésta de las otras economías de la UE. Pero los dirigentes germanos deberían interpretar la señal del Bundesbank más allá del corto plazo.