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LA REVANCHA DEL RENCOR

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Los entomólogos del euro se han precipitado y juntan en sus colecciones a los insectos, que son los que pueden ser despedidos unos días después de que conozcan a sus compañeros de trabajo, con los grandes elefantes, que seguirán barritando a la sombra opaca del poder. Es verdad que a todos les pinchan con el mismo alfiler, pero no que les duela por igual. ¿A qué ciudadano le puede parecer mal que pague más el que más tiene? Lo que es injusta es la clasificación que considera ricos a todos los que han logrado ganarse la vida con soltura, gracias a su esfuerzo.

Además, dependerá de donde residan. En algunas provincias se considerarán potentados a quienes ganen una cierta cantidad y en otras no tendrán que justificar sus ganancias los que sepan arrendarlas. No hemos sabido nunca acercar las clases sociales y siempre ha habido pobres y ricos, pero para solucionar ese problema hay que repartir las titularidades. No deben ser siempre los mismos los que pertenezcan a un sector o a otro, pero bastará con incluir en el primer grupo a una persona que aunque no posea grandes extensiones de terreno, sí tiene donde caerse muerto.

Es un triunfo del «rencor contra la excelencia». Que se preparen los que hayan conseguido un moderado bienestar sin engancharse a una facción política. La cosa está que arde y los van a freír a impuestos en la sartén gubernamental. Lo raro es que el mango lo tengan quienes profesan la doctrina del socialismo, que es un sistema social y económico basado en la administración de la propiedad colectiva. Si resucita Besteiro o Bertrand Russel, socialistas de verdad, corren a gorrazos a algunos de los actuales usurpadores. ¡Qué gente más rara! No tratan de conseguir que se llegue a la meta partiendo del punto de salida, sino de ponerle zancadillas a los que sospechan que corren más.