Pesca: una compensación

Que después de un año agitadísimo de conflictos en el Norte de África, en medio del sepulcral silencio del Parlamento Europeo, tengan que ser los pescadores andaluces de Barbate y alrededores los rehenes de un gesto heroico a favor del Polisario parece sencillamente una humorada. Y es la prueba de la falta de rumbo de esta Cámara sin fundamento, que no está presente en la vida de los países comunitarios más que cuando comete un disparate que obliga a todos a correr para remediar el entuerto. Los argumentos del liberal finlandés que ha recomendado el veto al acuerdo pesquero de la UE con Marruecos son sin duda sólidos en abstracto, pero no tiene sentido dejar a la intemperie tan vitales intereses económicos y sociales. Ha fallado la institución como han fallado asimismo los dos grandes grupos parlamentarios del PE, incapaces de prevenir y de evitar el dislate. El daño está ya hecho, en un momento de inoportuno vacío de poder en España, y Rajoy acumulará con ello una dificultad añadida a la nunca fácil relación con Marruecos. Así las cosas, el Gobierno saliente tiene la obligación de arrancar a Bruselas, al menos, una jugosa compensación para mitigar el quebranto causado a pescadores, armadores e industrias auxiliares.