LaZane Tyler, llora tras escuchar el discurso del presidente electo Barack Obama en el parque Grant de Chicago. /Ap
elecciones en eeuu

Miles de personas celebran en Chicago la victoria de Barack Obama

Las autoridades esperan que una vez que hasta un millón de persona se reúnan en el Parque Grant

CHICAGO Actualizado: Guardar
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El sueño se ha hecho realidad para los centenares de miles de personas que se congregaron anoche en El Parque Grant de Chicago para presenciar como Barack Obama se convertía en el primer afroamericano en ganar la presidencia de los Estados Unidos. La multitud ha estallado en una gigantesca explosión de euforia cuando la cadena de televisión CNN anunció a las 4.00 GMT que el senador por Illinois había derrotado ampliamente a su rival, el senador republicano John McCain. A falta de contabilizar cinco estados -Alaska, Misuri, Montana, Indiana y Carolina del Norte- Obama había conseguido 338 votos electorales frente a los 156 de John McCain.

El anuncio de CNN fue contemplado a través de pantallas gigantes por la multitud allí congregada. De forma instantánea, el centro de Chicago se convirtió en un rugido de júbilo que se transformó segudos después, en el colapso de las líneas telefónicas debido a la cantidad de gente que utilizaba sus teléfonos móviles para comunicar la noticia.

Las escenas de júbilo han sido intensas. Abrazos, gritos y lágrimas de alegría, brazos en alto y miradas al cielo han sido las imágenes dominantes. Miles de banderas estadounidenses sobresalían también por encima de las cabezas de la multitud. "Obama, Obama", ha empezado a cantar la multitud incapaz de aguantar la ansiedad acumulada desde que, hace casi dos años, el senador demócrata anunció su intención de competir por la candidatura de su partido a la presidencia del país.

Ruptura con el legado de esclavitud

Las caras de la multitud lo decían todo. Las personas de color, muchas de ellas de avanzada edad, lloraban, incapaces de creer cómo, si sólo hace 50 años en el sur del país se le negaban derechos básicos, ahora un afroamericano se convertía en el presidente de la nación más poderosa del mundo. "Es un regalo de Dios", murmuraba una mujer.

Los blancos, entre los que dominaban los veinteañeros, agitaban sus puños al aire, con los músculos de sus rostros en tensión. "Sí, se puede" exclamaba una y otra vez un joven estudiante de arte que había esperado durante horas a las puertas del Parque Grant para asegurarse uno de los lugares más cercanos al estrado desde el que Obama iba a hablar a sus seguidores y a todo el país.

Muestra del exquisito control que la organización de Obama ha ejercido durante toda la campaña, el senador y presidente electo hizo acto de presencia en el estrado del Parque Grant a las 05.00 GMT en punto, poco después de que McCain reconociese ante el pueblo estadounidense su derrota.

16 minutos ante una multitud ansiosa

Obama ha aparecido en el escenario montado contra el fondo de los rascacielos de Chicago, arropado no sólo por su mujer y dos hijas o las decenas de miles de personas que cubrían el Parque Grant sino por la discreta presencia en el recuerdo de algunos de los presidentes más decisivos del país. Roosevelt, Eisenhower, Madison, Jackson, Washington, Van Buren. Son los nombres de todas las calles que terminan en el Parque Grant y que recorrían decenas de miles de personas para hacer historia.

Tan pronto como Obama ha empezado a hablar con su cadencia y aplomo característicos, el silencio ha dominado a la multitud preparada para escuchar las primeras palabras del futuro presidente del país: "Si todavía hay alguien que duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, que sigue rumiando si los sueños de nuestros fundadores están vivos en estos tiempos, está noche es su respuesta".

Cuando el presidente electo ha repetido su idea de que el país no está dividido entre republicanos y demócratas sino que es una unidad llamada "los Estados Unidos de América", la multitud ha roto el respetuoso silencio que había acompañado las primeras frases del senador.

La arenga de Obama ha durado 16 minutos, suficientes para saciar el ansia de millones de seguidores y para iniciar la fiesta en que se ha convertido Chicago. "Esta noche es nuestra noche. Esta noche es nuestra fiesta", gritaba una joven seguidora de Obama agitando una bandera estadounidense mientras abandonaba el Parque Grant.